Si hay algo ke amo del blog, es ke no todos podran leer esto, sino solo la gente ke de verdad sea necesario ke lo lea. Esta es la primera vez ke, no me kejo de ke no todos cheken lo ke eskribo.
En memoria de un gran amigo y de una de las personas ke, desde ke le konoci, siempre me estuvo apoyando y moviendo. Hasta pronto Cuco.
Inmortal“-No te olvidare.
-Eso es, lo que significa ser inmortal.”
Dialogo de la película “El Reino Prohibido”.Fragmentos de historias, de recuerdos, de pasado glorioso, de cosas que ahora son lejanas, de lo que fueron alguna vez otras vidas, otros sueños. Todo eso se congrega en mi mente.
Hace unos días se había gestado una interesante discusión en cuanto a los límites de lo posible y lo imposible. Hay cosas que son intocables, cosas que no deberían ser tocadas por nada, y aun así son llevadas. Tantas cosas.
Transitábamos la calle de los insurgentes cuando yo cavilaba en eso. Realmente lo que todos sabían es que hablábamos de las diferencias que hay entre “mausoleo, cripta y derivados” haciendo énfasis en las grandes señas particulares de cada cosa.
Como sea, yo fingía estar en el momento, aunque magistralmente pudiera estar ausente.
Es difícil juntar tantas cosas en una lluvia de ideas y más si esta no es solo una lluvia, sino un granizo de ideas.
Se trataba de todo tipo de cosas, pero realmente en ese carro, pese a que íbamos varias personas, solo hablábamos él y yo de las criptas, era extraño que solo los ausentes, los que no vivieron con toda su magnitud las consecuencias, éramos los que más hablábamos.
Retazos de esa conversación sobre los límites del poder humano eran recurrentes.
Insurgentes invariablemente era una de las avenidas más vivas de la ciudad, siempre en movimiento, siempre caótica, siempre con gente, siempre viva en verdad.
Los rasgos que marcaban la diferencia entre cripta y mausoleo no terminaron en una conclusión seria, simplemente se dejo del lado el tema y así se zanjo la discusión.
Yo nunca había sido del tipo de persona que, (a mi manera de verlo) es cobarde y quiere regresar el tiempo, cambiar lo dicho, lo hecho, las decisiones. No, no era lo mío. Yo era orgulloso portador de mis cicatrices, decisiones y por consecuencia, de mi destino.
Pero el momento al que me acercaba, me hacia desear que jamás hubiera existido aquel fatídico día lleno de tantos sinsabores…
“-La muerte es irreversible”Retumbo en mi una de las frases de esa charla y la mirada de él amigo que dijo eso. Llena de todo menos de calma, era como ver a alguien que tiene ganas de gritar, pero que, por recato moral se guarda sus palabras, ya sean buenas y malas.
Era la mirada de alguien que trata de mantener la compostura, y por error (uno de esos pequeños errores imperdonables, como dice otro amigo) sale de su garganta esa línea mal habida de una tragedia que esta fuera de lo establecido, nace esa frase que termina con el velo de “mantener la cordura”.
Yo me sentía así, yo estaba de esa forma. Yo estaba en una posición similar.
Yo detestaba esta situación, pero de todas las gamas de posibilidades, yo había elegido mi papel y me aferre a él. Deje de lado los quejidos y gimoteos y opte por el camino del orgullo, del recuerdo, el antaño, el que hiede a viejo. Opte por portarme como hombre.
En todo el tiempo que llevo caminando sobre este planeta (para muchos nada, como lo son los moradores de la eternidad, para los jóvenes bastante) nunca había sentido de esa forma tanto dolor y a su vez, jamás lo había confrontado con tantas y variadas formas de suprimirlo, de callarlo, de hacerlo menos, de no permitirle que me llenara y me hiciera su esclavo.
Yo me enorgullecía de que me portaba como hombre, pero realmente no sé si sea así. Nunca he creído en la critica u opinión ajena, pero en este momento (ayer, ahora y sin duda, mañana) me pregunto…No. Quisiera preguntarles a las personas cercanas a mí:
¿Lo he hecho bien?¿Me comporte a la altura de las circunstancias?Pero, temo oír la respuesta. Temo escuchar cosas que no me agraden, temo.
“No, si se puede contra eso…”No son palabras textuales, evidentemente tengo el recuerdo de la conversación, pero jamás es tal cual, un recuerdo fiel en estructura. En esencia lo es ciento por ciento, en como lo recuerdo textualmente no.
Evocar no es uno de mis mayores atributos y menos de forma fiel, pero es agradable decir que siempre recuerdo la esencia detrás de esas palabras. Y jamás olvidare esa pequeña pero importante charla.
Llegamos al lugar. Llegamos a visitar a un entrañable amigo, no, a un querido amigo, colega y brodi.
Nunca había estado yo en una situación así, pero me dio pena decirlo así que me porte igual que siempre, después de todo, no había diferencia. Consciente o no de lo que me rodea, siempre suelo ir feliz por la vida sin temores y preocupaciones, ignorante de los designios que mi
sino tenga deparado para mí.
Hoy si podemos pasar, se incrementa mi ansiedad. Todos vinimos a hablar con él, pero yo no sé qué decir. Incluso uno trae escrito lo que va decir y yo…yo no sé qué decir.
Es confuso, porque tengo tanto que decir, tanto que callar y a su vez, no sé qué podría decir, no sé que podría enaltecer esa visita, no sé de qué manera podría hacerla trascedente, que engrose a la lista de momentos importantes, no de mi vida, del universo.
Lo justo sería que el universo entero callara un minuto, que se detuviera el tiempo. La realidad es que somos nada y por nosotros, el tiempo jamás se detiene, excepto si estás muerto.
“Los amigos se encargan de que eso no sea así…”No. Que error más grande cometí al pensar eso. El tiempo quizá se detenga si mueres, pero jamás lo hace si alguien te recuerda, si alguien te rinde, no una ofrenda o tributo de incuantificable valor, sino cuando un amigo te recuerda y te ofrenda sus lagrimas y recuerdos, sus alegrías y proezas, es decir, cuando estás en la memoria de alguien más, ni siquiera muerto puedes estar “quieto”.
Relativamente, claro está, pero ese es el consuelo para los que sigan en este lado.
Estamos ahí, de frente a él. Supongo que debí pasar primero, pero no sabía que decir, estaba hasta mareado de la zozobra de no saber nada.
De nosotros cuatro pasa uno. Toca y dice su nombre
“aquí está el Mike” se hace presente y le habla de los recuerdos, de que lo quiere y demás.
Pasa el segundo de nosotros. Le habla de lo mismo, de que le extraña, de que lo quiere y demás. Finalmente todos dijimos lo mismo ese día.
Pasa el tercero. Lee lo que le había escrito. A todos se nos quebró la voz, pero aguantamos, fuimos fuertes. Le dice que lo extraña, le agradece todo y que lo quiere y recuerda.
Paso yo. Me rio como estúpido, le digo que no se qué decirle, pero en esencia, mis palabras dicen que le quiero, que le extraño y que lamento que no pasaremos más tiempo juntos y que me duele, como a todos.
Nos alejamos un metro o dos para ver su cripta, para hacernos a la idea de que esas cenizas, una vez fueron no polvo, sino un hermano, una parte más del gremio, de este gremio.
No lloro porque me parezca débil o porque crea que es de maricas, no lloro porque mi papel, el que al menos trate de llevar es el del tipo fuerte, el de que pese a las circunstancias quiere salir adelante, el que lleva con orgullo cicatrices y nombres grabados. El que quiere ser un hombre de verdad.
No lloro porque no quiero que los demás se derrumben y me sigan, es una especie de ley no escrita (una de tantas de esta vida) si alguien llora, los demás pueden sentir su llanto y acompañarlo. Por eso, todos nos mantuvimos firmes, se nos quebró la voz, pero de ahí no paso.
“Pero si está muerto, ya no está contigo”Es verdad, ya no está. Lo extraño y duele un chingo. Nunca creí poder sufrir tanto más allá del dolor físico. Que iluso fui al creer que no se podía sentir peor.
Pero tampoco es verdad, es como las palabras, presente quizá ya no esta textual, pero en esencia, está en todos nosotros. Sin quererlo llenamos el hueco en nosotros adquiriendo algunas frases, actitudes o conductas del colega del gremio que se adelanto.
Nos llenamos a nosotros mismos, sin jamás llenar el espacio que dejo.
¿Por qué?Porque Cuco siempre está ahí, el está con nosotros siempre. En un brindis, en un recuerdo gracioso, en una remembranza de llanto. Al reír Cuco lo hace con nosotros, al estar contentos Cuco estalla de emoción, al llorar él es ese aliento de consuelo, al dudar de seguir el es ese empujón que hace la diferencia.
Si, no está más entre nosotros, pero el dejo huella, el nos marco.
“Deja tu huella en esta vida” dice una canción y Cuco lo hizo, no una vez, sino en cada persona que conoció e hizo algo aun más profundo que dejar huella, el toco corazones, el hizo amigos, el vivió, el fue un hombre él fue un chingón, el fue un hermano.
El se llevo muchas cosas, pero como en la alquimia, son estados equivalentes. Nos dio y brindo alegrías, risas, emoción, satisfacción, logros, afecto, compañía… Dio solo cosas buenas, por eso a su largo camino, se llevo eso, los mejores deseos.
Tuvo un legado también, nosotros somos la prueba de ello. Un nuevo acierto, una nueva nota alta, que alguien se supere, un proyecto que avance, un escrito que se publique en un blog, TODO es en honor a quien honor merece.
No era una persona que deseas emular, tampoco era alguien a quien vieras arriba o debajo de ti, el era un compañero de aventuras, colega de estudios, hermano de borracheras, el era eso y más, pero la palabra que lo define es que era un amigo.
“Es que ya no está, contra la muerte no se puede hacer nada”
“Si se puede, el puede seguir vivo en nuestro recuerdo, lo podemos llevar en nuestro corazón. El recordarlo, Cuco está vivo” JorgeClaro, esa no es la frase tal cual, pero en esencia, eso es lo que dijo.
No es la forma que me gusta de estar vivo, pero es verdad, el vive en nosotros, en nuestra memoria, a nuestra lado. Aun así, quisiera poder tocarlo, chocar copas otra vez, decirnos
“pinche pendejo” y reírnos de que somos tontos, el hablar otra vez de psicología o de sus expectativas de la vida, ponernos una peda y cuidarnos entre todos.
Hay cosas que jamás volverán, pero aun así, es hermoso haberlo vivido aunque ya no sea posible y este dolor, aunque es algo horrible, jamás me perdonaría “sanarlo” a costa de jamás haber vivido un periodo al lado de Cuco.
Es preferible sufrir esto mil veces (aunque me haga llorar, me descarne o me destroce) a una vida sin jamás haber conocido y compartido con el buen Cuco.
Adelantarse
“No es de cuates”, pero no pasa nada, en su momento estaremos lado a lado y teniendo tantas cosas que decir, solo te diré sonriendo “Pinche pendejo, te extrañe un chingo” y seguramente reiremos.
Un año ya sin ti, este cabrón. Con el tiempo será más llevadero, pero, mientras tanto, sufriremos solo un rato. Pero eso sí, no es para estar eternamente dolidos. Como tú has brindado tu cuidado a todos, bríndanos tu fuerza para seguir en pie y viendo al frente y recordando con alegría el pasado.
Un año, el primero de muchos.
Un pequeño tributo, un homenaje de mis memorias de lo que fuiste, no solo en mi vida, sino en la de todos los que te tratamos. Una pequeña y gloriosa forma de recordarte y decirte “amigo” que se, que donde quiera que estés, lo estás leyendo y estas pensando “Pinche Beto”.
Te extraño Cuco, te extrañamos todos mas bien, pero bueno, gracias por haber dejado huella en esta vida en nosotros, gracias por ser un ejemplo y motivo y sobre todo, gracias por haber sido tan buen amigo.