Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

jueves, 16 de agosto de 2012

Dos Caras

Tiene mucho que no actualizaba esta historia en ningún otro sitio que no fuese la Ventana Convergente y un poquito de ventaja de dA. De alguna manera, me gusta creer que esta es mi exclusiva para la venta, aunque realmente no lo sea. En fin.

Aunque tome toda una vida


Al día siguiente del encuentro con Donovan, dedos de oro se levanto con la habitual resaca por culpa de beber tanto licor. El problema no era si bebías mucho whiskey o si te acababas las reservas de ron o si acaso probabas algún tipo exótico de aguardiente. El problema no era ese, sino cuantos tipos de licores podías mezclar en una noche de bebida; desde luego, el filibustero había terminado tomando cinco tipos distintos de bebida, por eso al despertar sintió que el mundo daba vueltas al poner el primer pie en el piso, sintió que era como anclarse a tierra firme, o inmóvil cuando menos.

Flogging desde que había llegado a la última noche del mundo solía pasar al menos 20 de las 24 horas del día en el lugar. Había rentado una hamaca en la planta superior. Usualmente sus alimentos se le proveían en la barra del lugar, después de alimentarse solía regresar a la hamaca, sino a dormir, si a quedarse tirado en ella meciéndose al vaivén del viento del mar. Posteriormente salía a sentarse unas horas en la playa y contemplaba el horizonte. Regresaba y comía, nuevamente se subía a su hamaca a esperar la noche y bueno, por las noches bebía hasta entrada la madrugada, que era cuando subía a dormir. De vez en cuando por las tardes rara vez caminaba por la playa o en las noches había alguna pelea para sonsacarle sus grandes secretos de bandido (¿Qué secretos? Se preguntaba siempre mientras se batía en duelo) o simplemente porque algún borracho quería mostrar su acero.

Esa era su vida, su apasionante rutina desde que había vuelto de esa isla.

Por su parte Donovan despertó quejándose al lado de su nuevo compañero de mar. El odiaba las hamacas, por lo cual se había dormido en un intento de cama, le costó dos monedas de oro, era un lujo, pero en parte había valido la pena con tal de evitar el mugrero de cuerdas. El tahúr acostumbrado a un estilo de vida mucho más refinado no puso objeción alguna, finalmente, ayer por la noche había logrado comprarse a un aliado tan confiable como dedos de oro y eso hacía que valieran la pena tantas incomodidades. A diferencia de su nuevo camarada de mar, shamrock tenía una vida bastante ajetreada. Nunca dormía en la misma posada o hostal, incluso era rara la vez que dormía en la misma provincia o estado; incluso a lo sumo repetía 5 noches en un mismo país. Su estilo de vida de embaucador, de apostador compulsivo y de mujeriego no le permitía tomar tantos lujos, al menos de esa índole cotidiana que ya nadie considera lujos. Después de despertar siempre tenía listas sus pertenencias para partir, no importaba si despertaba solo o acompañado, al vestirse salía del lugar como alma que se tratara de llevar el diablo. Comía donde podía y cuando podía. Por lo regulara se le podía hallar en los lugares de apuestas más conocidos, ya fuesen giros clandestinos o sumamente reconocidos y aceptados. Por lo menos mentía y endulzaba orejas diez veces al día para salvar el cuello, el orgullo viril o conseguir un patrocinador o prestamista en sus apuestas. Dos peleas al día eran la cuota reglamentaria, a pesar de todo, el jamás llevaba arma alguna, no tenía un acero propio y lo que era aun más interesante, para ser pirata el contador de muertos no rebasaba la veintena a lo largo de su vida. Al anochecer y habiéndose librado de cobradores y perdedores furiosos, buscaba algún medio de transporte marino o terrestre y se largaba del lugar, justo a tiempo para embelesar a alguna mujer hermosa y convencerla de ir a un hostal de mediana calidad a divertirse por la noche.

Sin duda la rutina del jugador era más variopinta que la del filibustero que había atrancado en la última noche del mundo, pero a pesar de eso, no dejaba de ser una vida de rutina.

Se miraron a los ojos al momento que despertaron. El filibustero recordó el trato del día anterior, la cortesía del tahúr de pagar una botella de ese ron caribeño tan dulce y de haber apaleado a tres borrachos cada uno. Vaya noche. Todo se hubiese imaginado menos emparejarse con alguien con la fama de Donovan y es que eran sumamente distintos, desde el giro de su profesión hasta el cómo se veían.

Ambos eran piratas, filibusteros, ladrones del mar y demás sinónimos, pero a pesar de ello, no se dedicaban a lo mismo. El jugador era conocido por meterse en tremendos problemas, desde una correría de faldas hasta ir a los confines del fin del mundo para ganar una apuesta y el tesoro de paso.
Él en cambio, solía meterse en problemas que implicaban asaltar puertos, perseguir, secuestrar o robar navíos en medio de la marea de la pista de baile del diablo, incluso algunas veces hacían él y su vieja tripulación de mercenarios en tierra firme.

A Donovan solía motivarlo la aventura, el reto, los desafíos, el dinero y las mujeres.
A Flogging solía moverle el dinero que pagaran por sus servicios y una que otra vez, algún interés personal.

En toda la extensión de la palabra, el tahúr era ese sueño romántico que tienen las muchachitas cuando piensan en un pirata. El protagonista ideal de una historia de aventuras y peligros de los escritores de la época. El vivía el sueño de ser un hombre de mar libre.
Por su parte, el filibustero era básicamente ese cuento de horror que dicen los padres para que la núbil hija no se arriesgue a salir de noche. A lo que le temen todos los hombres de bien que trabajan su tierra o sus naves honradamente. Si su nombre aparecía en algún papel, estaba relacionado a la recompensa por su cabeza más que a una obra en prosa de sus hazañas. El era la pesadilla del mar a la que tanto temían los hombres. El era la otra cara de esa resplandeciente moneda de oro que representaba el ser pirata.

—Bueno—interrumpió Donovan estirándose perezosamente—. ¿Ya estás listo? Necesito hacer un par de cosas más. Afianzar unos detallitos para que zarpemos lo antes posible. Después de todo, parece que el día será gentil con los que navegan.
—Que otra cosa puede hacer falta para esta empresa de muerte y locos.
—Bueno, sería hacernos con provisiones, un poco de carne de cañón o tripulación; como tu gustes decirles—una sonrisa de complicidad asomo en su rostro—. Finalmente, pero no por eso menos importante, quiero pasar a visitar a un afamado zahorí que vive en los límites del pueblo.
—¿Un rabdomante? —por primera vez dedos parecía genuinamente sorprendido con lo que su interlocutor decía—.Pensé que te bastaba conmigo.
—No te mongas celoso mon amour—la risa había pasado de ser cómplice a burlona—. Solo lo necesito para afianzar algunos detalles, nada serio francamente, pero no quiero dejar ningún cabo suelto.
—Está bien, no tengo "pero" alguno—el filibustero se ladeo y cayo de pie junto al tahúr—. Solo me parece demasiado extraño todo el tipo de molestias que te estás tomando.
—Bueno, quiero regresar vivo y además en excelente forma. Tú entenderás a que me refiero.
—Si te entiendo—dijo serio arqueando una ceja—. Pues toma tus cosas y tu casaca azul para irnos de aquí.
—Bueno este es un giro interesante, no esperaba que estuvieras tan de buen humor como para querer ir tan rápido a esta hazaña, y más por ser tu segunda ronda.
—Tengo mis razones para todo esto.
—Hablando de razones, todavía no has mencionado en que quieres mi apoyo.
—Ya lo descubrirás en su momento, pero no te apures, tu palabra la tengo en mente, y lo más importante, utilizare tu ayuda sin falta alguna— el inexpresivo rostro de dedos apenas se vio perturbado por una curva en sus labios.
—Creo que me causa más terror el verte serio al decirlo, que si te hubieses reído de manera macabra y retorcida.
—Bueno, en marcha.

Flogging resto importancia a la plática y sin miramientos paso junto a Donovan y se retiro del cuartucho de pensión que en otros tiempos hacia de armario para trastos viejos. El jugador observo con los ojos bien abiertos por el asombro cómo se retiraba su nuevo compañero de trastadas y desafíos.

—Qué fácil es para este tipo acabar una platica mañanera tan amena—dijo con desprecio y frunciendo el seño—. Vaya, por eso mismo jamás hablo con nadie por la mañana—su rostro se ilumino con una sonrisa mientras tomaba en sus manos un chaleco azul de vestir y su casaca azul larga con botones de oro—, ni siquiera con las mujeres que comparto el lecho.

El día realmente había amanecido radiante como había dicho el apostador. La luz del sol calentaba y acariciaba a todo el que caminara bajo ella, la brisa del mar permitía que a pesar de caminar bajo la luz de ese astro la gente estuviera fresca y el ir y venir de las olas hacia que se respirara calma. Era un día radiante, incluso para un lugar maldito como ese.

Donovan y Flogging anduvieron por todo el pueblo haciendo las tareas que el tahúr requería para poder tener un viaje más seguro desde su punto de vista.
Primero que nada pasaron a comprar los servicios de algunos piratas y marineros de cuarta que encontraron en diversas cantinas y tabernas de todo el lugar. Precisamente la mayoría de ellos eran lo que el jugador denominaba como carne de cañón, para usar y tirar a la basura.
Posteriormente, llevando a algunos de esos nuevos marinos con ellos, se dirigieron a la zona del mercado. Allí compraron todo tipo de provisiones. Barriles con agua y licor, cajas de carne y frutos secos, algunos utensilios para cocinar, y un par de barriles de galletas. Lo necesario para un viaje de tiempo indefinido, aparentemente.
Una vez que se hicieron esas compras, Donovan mando a los nuevos lacayos a dejar y dar acomodo a todo eso en la embarcación de Flogging. De ese modo quedaron solo ellos dos, prestos para llevar a cabo la última tarea, la que consistía en encontrar y contratar los servicios del rabdomante. Para llegar hasta ese momento, habían tardado gran parte de su día, de hecho, llegaron al lugar con la luz del atardecer.

La vivienda del rabdomante se encontraba en pésimas condiciones. La madera del pórtico se veía sumamente podrida y corroída por el tiempo. El techo tenia lugares donde faltaban tejas. La pintura que en algún momento de la existencia de la vivienda era café ahora tenía un tono grisáceo enfermo. La puerta estaba derruida y el único impedimento para entrar aparte de ese intento de freno era una tela que servía para mantener a raya a los mosquitos únicamente.

—Este es el lugar mein freund.
—Bastante acogedor y elegante— ironizo dedos.
—Venga pues, quiero tener listo todo para que por lo menos podamos zarpar esta noche, dado que gastamos todo el día en preparar lo demás.
—Bueno, yo no fui el que tuvo la idea de hacer todos estos arreglos— al decir eso dedos jugueteaba con su negra barba.
—Solo quiero asegurarme de que tengamos las mayores probabilidades de volver con bien de esa isla infernal dedos, no puedes culparme por ser precavido.
—Yo no te culpo ni nada por el estilo. Solo digo que pudimos hacer las cosas con mayor velocidad—la brisa del viento movió su cabello negro y lacio a un lado dejando ver íntegramente su par de ojos color miel—. Como sea, ya estamos aquí así que lo mejor sería entrar en este lugar y acabar con este asunto.
—Tienes razón— el jugador se ajusto el cuello de la casaca al tiempo que se echaba a un costado la coleta de caballo color rubio—. Venga pues. Después de ti pana.
—Siempre que escucho que mandan a alguien por delante, me da la sensación de que recibirá una estocada en el vientre o el plomo en el pecho.
—No lo averiguaremos, si no entras—dijo sonriendo divertido Donovan.
—Está bien, alguien tiene que comportarse como un verdadero hombre— al decir eso le dirigió una mirada burlona al rubio y poso la diestra con cuidado sobre el pomo de su acero.
—Dirás misa si quieres, pero, si de verdad alguien recibirá un golpe mortal, no seré yo. Ahora metete, yo cubro tu espalda.

Dedos miro con la ceja derecha arrugada al tahúr, era evidente que a pesar de bromear, hablaba enserio. Se encogió de hombros y expulso lentamente el aire por su boca, era su manera de relajarse. Midió mejor sus opciones y opto por soltar la espada, llevando su diestra a la cintura. De este modo sustrajo lentamente la pistola flintlock al tiempo que con la otra mano apartaba el remedo de puerta.
Sus pisadas crujían en el desvencijado piso con tal sonoridad que daba la impresión que en algún momento todo el edificio se vendría abajo. Sin importar nada, dedos continúo su andar por el estrecho pasillo al que habían entrado. Al final el mismo se veía la vacilante luz de vela alumbrando y una sombra amorfa, aparentemente la de una persona.

—Me imagino que el rabdomante debe ser ese que se ve en la pared.
—No te detengas amicus.

El filibustero sintió el temor en las palabras del jugador y lo entendía. Entrar a ese sitio se sentía como una emboscada o caminar a la boca del lobo, era una sensación aterradora. Aun así, el filibustero de oro sabía perfectamente que era en esas situaciones cuando se necesita más valor… eso y tener los ojos bien abiertos.

A pesar de los temores y resabios siguieron su estruendoso andar producido por la pútrida madera. Al llegar a la sala alumbrada, se llevaron una sorpresa.

El lugar era simplemente un cuarto convencional con una ventana sin vidrio, un estante lleno de libros notoriamente antiguos escritos en diversas lenguas, una cantidad asombrosa de péndulos y piedras repartidos y colgados por toda la estancia, una mesa con tres sillas en pésimo estado pero aparentemente estables y sentada en una de ellas se encontraba una mujer de piel morena.

—Tomen asiento, los estaba esperando. —dijo la mujer con tono cortes, aunque sonaba un poco forzado.
—Supongo que es una opción—dedos se sentó en la silla que daba enfrente a la mujer a la vez que postraba su mano y la pistola sobre la mesa apuntándole a su interlocutora—. No me lo tomes a mal mujer, solo estoy siendo precavido.
—¡Ay! ¡Amicus! Controla un poco tus ímpetus —Donovan tomo asiento de manera relajada e incluso cruzo la pierna derecha—. Disculpe madame, estamos buscando al rabdomante ¿Podría decirle que los piratas shamrock y dedos de oro han venido a buscarle?
—Yo soy "el" rabdomante—lo dijo lenta y enfáticamente la mujer.
—¡Que! Pero me dijeron que el amo y señor de esta casa era el magistre animus,
—No estás del todo errado rubio, exceptuando que sería ánima y no animus.
—El hombre de la pistola tiene razón. Yo soy ánima, y mis habilidades tratan sobre la radiestesia, rabdomancia y adivinación.
—No me esperaba que fuese mujer, esto podría poner en peligro el viaje entero.
—¿No estarás hablando de atraer la mala suerte por traer abordo a una mujer verdad? —cuestiono dedos.
—¿A qué otra cosa podría referirme mein freund?
—Esas son supersticiones tontas—dedos desvió su mirada un instante para ver a la mujer de ébano y miro nuevamente al jugador—. Todo lo que se está tratando aquí lo es.
—Mira quien lo dice—shamrock miro molesto por primera vez a su camarada de mar—. Tú dices que viste sirenas, las cuales se ha dicho por décadas que no existen y aun así, tú afirmas lo contrario.

Por un breve instante, tan fugaz como una explosión y tan efímero como la felicidad de los hombres, la cara de Flogging se desfiguro en un gesto de dolor profundo. Ese dolor que no es provocado por el sable del enemigo o la bala del arcabuz del rival, sino el tipo de dolor que produce el no tener, o perder, algo muy amado.
Tan rápido como apareció ese gesto, raudamente se reemplazo con una cara seca y seria que indicaba el desacuerdo con el comentario de su colega. El filibustero simplemente arqueo sus negras cejas, quito la pistola de la mesa y cruzo los brazos sobre su pecho.

—Bueno, eso yo ya lo viví. Y tuve la oportunidad de tener en mis naves varias veces a diversas mujeres y jamás se hizo peor o mejor el viaje. Por eso digo que es una vil mentira y mito idiota. Yo no tengo inconvenientes en tener a una mujer a bordo —dedos guardo la flintlock y se encogió de hombros—. Es decisión tuya, pero yo no tengo problemas con esto… Aunque no crea en ello—Finalizo mirando a la mujer.
—Tu argumento me parece suficiente—la expresión en su rostro se suavizo nuevamente—. Además, mi gran consuelo será que si todo falla, morirás—lo dijo con un tono entre sádico y burlón—. Es un hecho, queremos contratar tus servicios para ayudarnos en una pesquisa. El único problema es que involucra viajar a la isla del sentimental Johnny y todos los giros, vuelcos y problemas que pueda implicar esto.
—En pocas palabras y menos ostentosas—intervino el filibustero—, es una misión suicida y se te pagara al final, si es que sobrevives.
—Está bien—respondió secamente la mujer.
—Entonces tenemos un trato madame— cerro el trato Donovan a la vez que besaba la mano de la mujer de ébano.

De repente se escucho el golpe estruendoso de una puerta siendo pateada. Al instante la sombra de un encapuchado apareció en la estancia momentos antes de que la luz de la vela se apagara.
Rápido como un rayo, Flogging empujo a su compañero justo a tiempo para evitar una pequeña esfera de fuego. No era un ataque mortal, pero si lo suficientemente poderoso como para infligir quemaduras de un daño considerable en la piel.

El intruso tenía su palma siniestra levantada la altura de su pecho. Al ver que había fallado y los reflejos del filibustero se quito la capucha y su mano diestra intercambio lugar con la zurda para señalar acusatoriamente.

—¡Jamás permitiré que mi ánima vaya contigo a ningún lado! —Una nueva esfera de fuego se forjaba en su palma siniestra— ¡A menos que pases sobre mi cadáver!

miércoles, 15 de agosto de 2012

Blando Corazón.

Bueno, pues es mi blog y a veces, desgraciadamente y para mi asco, lo uso para poner estas cosas, un tanto fuera de lugar de acuerdo a la temática que trato de manejar.

La única razón coherente que tengo para colgar esto en la red es muy simple: Para no olvidar. Tal vez, pensándolo bien, no sea la más objetiva e inteligente, pero por lo menos es la más honesta.

Por cierto, esta es la entrada 100 del blog, la vida no perdona y tiene un humor bien ácido sin duda...

¿Nunca has caído en esa situación de cuestionarte? Lo que sea, desde porque te gusta más el chorizo argentino que el de Toluca o porque eres así e incluso, hacia donde va tu vida o porque haces algo o te comportas de cierta manera.

Yo lo hago siempre. No de manera constante y asfixiante, sino con cuestionamientos sutiles e incluso en ocasiones reforzando solo lo que creo que debe o merece ser reforzado. Soy básicamente mi propio experimento, mi monstruo.

No es por darme a desear o venderme caro, es muy simple realmente. Dentro de todos nosotros, reside esa semilla, ese impulso de hacer lo que se nos pegue la gana. Esa parte animal que se imbuye de lo racional para crear “el mal” y satisfacer nuestros deseos, caprichos y tal vez necesidades de la manera que sea, a toda costa y sin importar nada.

Todos tenemos esa parte siniestra, por llamarle de una manera teatrera, que nos mueve a solo hacer lo que sea por nosotros, por nuestro beneficio y bueno, indirectamente para sobrevivir. Por otro lado, creo que todos, o al menos el 90% de la población, tenemos esa otra cara de la moneda que nos empuja a ser humanos. Impulsos altruistas, desinteresados, positivos y en pro de la sociedad y el mundo, esa visión que pocos tienen de, tratar de hacer algo más por todo el que le rodea, y así, todos, incluido uno mismo, superar la adversidad. Como lo hace en teoría, la gente civilizada y de noble corazón.

Yo procuro hacer eso, replanteo muchas cosas de mi vida, desde mis actos hasta mis ideas, en pro de hacer lo segundo, de permitir que mi parte benigna triunfe sobre la mitad siniestra. No siempre se puede, a veces me arrepiento de ello y otras entiendo que humanamente y dadas mis ganas y capacidades, hago lo más que puedo. Pero en estos últimos días, me he cuestionado…

¿Qué tal si le permito más libertades a la mitad de mi ser que procuro oprimir?

Todo mundo a la larga, termina permitiéndose ese tipo de “libertades” y bueno, no me cabe duda que esa gente, si bien tal vez no es feliz, al menos se la pasa más campechana.

Muchas veces, aunque no lo parezca, cuestiono tantas veces ciertas ideas, ciertos actos, ciertas formas de proceder, que al final, opto por hacer lo que juzgo es, no solo correcto, ético y socialmente aceptado, sino lo que yo pienso es la opción más justa y benévola para mí y todos los que merodean.

Entonces… ¿Qué tal si dejo de hacer eso?

Muchas veces no lo hago porque, pienso que no es correcto. Otras ocasiones simplemente supongo que dar la espalda a un estilo de vida que elegí por años, es como “darse por vencido”, como si perdiera.

La verdad, es que lo correcto/justo es subjetivo y a última instancia, supongo que puedes moldear tu cabeza para que lo correcto, sea lo que se te pegue la gana. Por otro lado, rendirse es tirar la toalla y siguiendo la lógica que planteo al principio de este párrafo, en vez de eso, puedo pensar que cambio de opinión, que es de sabios elegir y explorar otras alternativas. ¡Alakazam! ¡Todo esta resuelto!

En el fondo, la parte, tal vez no más objetiva sino negativa, piensa que no es que tenga principios altos, grandes valores, o que acepte el reto de hacer lo correcto, o incluso que busque sentirme superior por las cosas que hago.

En lo más profundo, creo que soy una persona, que tiene un corazón muy débil.

Tengo un corazón demasiado blando que perdona, que trata de olvidar, que a veces se ciñe a una visión positiva tal vez para no afrontar que este mundo es una cloaca hedionda. Un corazón tan cobarde que no se atreve en el fondo a actuar de manera distinta, que más que afrontar a sus temores y pasiones más bajas, las encierra… más temeroso que soberano de ellas. Un corazón demasiado cobarde como para abrazar su mitad siniestra e incluso, dejarlo jugar a gusto.

Un corazón demasiado débil que teme no poder superar sus peores fragmentos. Que sospecha que si baja la guardia, será devorado por lo que cree que controla, pero en realidad teme.

No lo sé.

Y no porque dude de lo que he escrito, sino, porque no sé qué chingados hare a partir de ahora.

Este es un punto de inflexión, en el que no es solo que no pueda “regresar” a lo de antes, sino que, simple y llanamente, algo en tu interior se quiebra y por amor de Dios, ya no puede, para bien y para mal, volver a ser lo que era.

¿Por qué no?

Sí, porque no.

Supongo que en estos días (y en toda mi condenada vida), veremos el resultado de modificar los hábitos….

Porque no.

domingo, 5 de agosto de 2012

El peso de entretener...

El peso de entretener y hacerlo bien.


Hoy vengo con una especie de opinión-reflexión sobre este galano arte que todos compartimos (eso supongo de los que suelen pasar a leerme) y que siempre está presente en nuestras vidas: la escritura.

Hace unos días (que tal vez se volvieron semanas y que a su vez se volvieron meses y así puedes seguir la cadena querido lector antaño) escuchaba en un programa de radio, un comentario que me llamo mucho la atención.

Este comentario lo hacia una editora de una conocida editorial (¡Dah!) de México, tocando un tema fundamental muchas veces para los escritores y al que, sin duda, deben enfrentarse a diario: ¿Qué es más importante? Entregar una lectura amena por su lenguaje y estructura, pero que tal vez no tenga mucha relevancia; o entregar una lectura con un contenido solido y vasto de información, pero que aturda o incluso aburra por su contenido y la manera en que está siendo empleado.

Este es realmente un dilema muy fuerte, porque en muchas ocasiones creo que todos tratamos de mantenernos en algún momento en la frontera de entretener, con un lenguaje ameno y tal vez algunas palabras que hagan divagar al lector, pero siempre tratando de darle un mensaje y quién sabe, tal vez incluso más que un simple entretenimiento hasta una lección o un agradable consejo.

Sé que no soy el único aquí afuera, en la red, en el mundo, en la vida, que piensa eso.

Yo pienso incluso que para la gente que está orientada a escribir novela o ensayo e incluso poesía, este detalle es fundamental. No sé tú mi estimado y fiel amigo lector, pero a mi muchas veces me ha desesperado encontrarme en los estilos antes mencionados, palabras rimbombantes que muchas veces salen sobrando (bueno, quizá no en la poesía pero si en la novela y el ensayo) y me hacen pensar “¿A quién trata de impresionar este guey?”. De verdad, porque hacer eso. Me queda claro que cualquiera puede escribir, que no cualquiera debería hacerlo, también lo tengo presente… pero, porque no mejor destacar por el mensaje que tratas de transmitir en vez de por tu increíble (y a veces soporífero) manejo del lenguaje o de tu redacción.

No me malinterpretes querido compañero de aventuras e imaginación. No estoy en contra del conocimiento, de la gente letrada y estudiada y mucho menos de que estos placeres y derechos se compartan, para nada. De hecho, en mi mundo ideal, la gente leería más, y además le daría más valor del que tiene, pero no nos desviemos del tema y fabriquemos fantasías, aun no.

Como decía, no estoy en contra de eso, para nada. Aun así, en incontables ocasiones, he tenido el disgusto de encontrarme con lecturas muy pesadas y que de verdad, no le encuentro razón de ser a tratar de verse tan sofisticado y mamón (¡Ups! Se me salió “por error”). Siendo honesto, incluso puedes “oler” lo innecesario que son ese tipo de datos o el cómo se emplean, de verdad, no tienes que justificar solo con palabras vistosas que estas publicando.

En la otra cara de la moneda encontramos los textos que más bien son lecturas ligeras, que son agradables, que te dejan un buen sabor de boca, pero que pues, al final, no terminas regresando a ellos, sino que simplemente terminan empolvándose en tus estantes o eliminados de tu disco duro. ¿Por qué? Pues por el hecho de que son solo eso, un circo de letras que solo busca entretenerte y nada más, sin aportarte si quiera un par de hojeadas al diccionario y ya ni digamos un tema interesante o que te será útil entender para la vida.

Y para evadir posibles genios que piensen que van un paso delante de su servidor (por mi mejor, anda, gana la carrera de la vida, yo quiero llegar a la muerte meta a mi ritmo), no considero que deban entrar aquí los textos estrictamente científicos de corte técnico. Todos los que hagan libros sobre un tema, están en su derecho de usar la jerga científica y de su área como se les pegue la gana, porque lo hacen para gente de su círculo. Eso sí, cuidado y hablemos de divulgación científica porque entonces sí, que sean coherentes.

En fin, tema aparte, no nos desviemos, no del todo al menos.

Su clown favorito, piensa que el meollo del asunto esta genuinamente en mantenerse en la frontera de esos dos ramos. Ser interesante, pero sin parecer petulante. Aportar conocimientos o ideas, pero si es necesario. Entretener, pero no como puta barata. Que la redacción sea amena, pero no por esos sosa o carente de “reto”. Es algo muy difícil y además, no es para todos los gustos.

Pero antes que lectores, creo que todos somos consumidores y en nuestras manos (quizá un poco por debajo del autor/escritor) está el exigir literatura que nos agrade y que nos de algo más que unos minutos de placer.

Y esto no es un llamado en contra a “X” autor o “Y” genero, para nada. Justamente la lectura, como todo buen bello arte, tiene cabida para todos los gustos y todas las rarezas que deambulamos por esta vida y esta tierra. Precisamente, es ahí donde tiene un límite el deber del lector. Porque tratar de erradicar un género o un modo de escribir, no importa como se le vea, creo que es injusto porque para todos los paladares hay diversos sabores, y que uno no te guste a ti o a mí, no significa que sea automáticamente despreciable y deba ser eliminado.

El deber de nosotros los lectores, es exigir que nuestro género sea mejorado siempre, o que por lo menos mantenga un estándar de calidad. Que el autor/escritor que admiramos, mantenga la frescura, la versatilidad y la calidad de sus trabajos. Y en caso que recibamos una decepción, en vez de llorar, darles la oportunidad a nuevos autores o viejos conocidos aun desconocidos. El mundo es muy grande como para detenerse por eso.

A su vez, el deber del escritor apenas comienza, pero de la misma manera, todo está sujeto a lo que la persona (en este caso, personas que gustan de escribir) desea. Por ejemplo, habrá gente que quiera trascender y que sus libros se codeen en esas librerías de renombre junto a clásicos de siempre, o que al ser citado su nombre se mencionen también los de autores inolvidables y que marcaron época. Como también sin duda habrá gente que lo que busca es vivir de escribir lo que se le pegue su gana y que con eso haga su vida y con ella lo que quiera y que claro, existan muchas copias vendidas y billetes de por medio. Y claro, habrá gente que lo hará todo en beneficio de las demás personas (o sea, sus lectores) y que se partirá el lomo haciendo cosas impecables, que tal vez no gane la fama ni el renombre, sino hasta después de su muerte, pero en el fondo, podría triunfar porque dejo huella en una o varias personas y eso ya es un gran logro.

Y nada está escrito en piedra, cualquiera puede empezar de una forma (de las que digo o de otras que he olvidado) y terminar en otro camino distinto al que pensó. Eso es lo bonito de que seamos dueños de nuestro destino, que todos podemos cambiarlo.

La tarea creo que es finalmente, no perder de vista que debemos mantener un equilibrio. Muchas veces es difícil, pero, siempre que se desee se puede cambiar, se puede hacer lo que aparentemente es imposible. Y no hablo de cambiar, sino de encontrarnos en un estado de equilibrio.

Aunque usted querido amigo lector, su clown de cabecera lucha constantemente para hacerlo, llegar a una sana medida entre entretener y dejar algo clavado en la memoria de aquellas personas que me regalan su tiempo para leerme un poco. Pero también, habrá gente que no quiera cambiar y eso es tan respetable como los que traten de hacerlo.

Finalmente, le ando agarrando el gusto a preguntar opiniones y esta vez no será la excepción, así que hay va:

¿Tú como lector que buscas en la literatura? Y si escribes ¿Qué es lo que buscas hacer con lo que escribes, que esperas dejarle al lector? Son preguntas creo que simplonas después de todo lo que he escrito (lo lamento, me emocione), y aun así, pienso que dan justo en el clavo.

Se despide su querido clown de blogger Kaifan.