Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Compañero.

Aprovechare para hacer un anuncio a la mala. En las siguientes entradas hablare de los libros que leí en 2016. Y reafirmare una de mis metas más ambiciosas: leer 2 libros por mes en el año 2017. Eso puede parecer cualquier cosa, y lo es. La cuestión es entrar de lleno a darme, no el hábito porque leer no es una costumbre, es un placer, sino el ser capaz de organizar mis otras actividades para hacer espacio a esta pasión que es leer, y escribir, si, escribir también.

Bueno, hecho. Lástima que esto no es youtube para que mis publicidades entren a huevo, en fin, si lo leíste amigo lector constante, gracias, si no ha sido así, pues igual, no te culpo.

En los días de este año un montón de cosas me han pasado y miles más he pensado. Y no lector constante, no se trata de una de esas entradas nostálgicas de fin de año, curiosamente, es más bien algo así como una reflexión.

Aunque realmente más que una reflexión, es una petición. No del tipo de un favor o de change.org, sino del tipo de que, ya sabes, de amigos me gustaría decirte que sería una muy buena idea que tomes en cuenta las siguientes palabras.

Hace poquito más de un mes, mi amigo personal (que curioso que la gente diga eso, me gustaría conocer al amigo de alguien que no sea personal. Y si, ya sé que se refiere a cercanía, pero, para eso vale mil veces más íntimo que personal, pero bueno), Julio Cevasco publico una entrada en su blog llamada: Porque no hay Gaimans ni Martins españoles

Esta entrada, promovió en su red social el CaraLibro, un pequeño debate entre sus conocidos no sólo ya sobre la literatura fantástica o los autores mencionados. El debate se redujo a que ya a la gente en general, no le gusta leer.

Muchos comentarios me llamaron la atención, y de no ser porque soy una persona que pinta su raya con las redes sociales, me hubiera encantado participar de ese debate, pero bueno.

El tema se fue trabajando así: se necesita hacer buena publicidad a X géneros en específico – se necesitan escritores que enamoren con sus escritos - se necesita hacer buena publicidad a los libros de los géneros ya mencionados - se necesita publicitar la lectura – se debe hacer ver la importancia (casi necesidad) de que leer es algo que tenemos que hacer.

Se mencionaron más cosas, palabras más o menos, pero en resumen, eso fue a la conclusión que llegaron todos: hay que hacerle ver a la gente que leer no es bueno en sí, sino que se convirtiera en algo que te genere en la jerarquía invisible del mundo (pero que todos vemos, como reyes y pueblo necios), un lugar acomodado. Ser de la elite, de los campeones que leen.

La lectura tiene mucho que ofrecer, en este caso especifico, la lectura que no tiene nada que ver con textos de divulgación científica, manuales o temas específicos/ académicos. La (que para mí) es la verdadera literatura. Y sí, creo que sería bueno que alguien le diera su lugar (como a tantas cosas que les hace falta que les den el respeto y dignidad que merecen), pero, hoy NO he venido a continuar con esas ideas.

Hoy quiero hablarte de lo que para mí es la lectura, pero, que como decía más arriba, no lo leas como sólo una opinión más en la red, no. Léelo como si un amigo personal (jijiji) tuyo de tu persona, te estuviera diciendo: “de amigos me gustaría decirte que sería una muy buena idea que tomes en cuenta las siguientes palabras”.

¿Ya estás muy listo amigo o amiga lectora?

Según varios sitios etimológicos, compañero viene del latin comedere (comer) y panis (pan) y viene siendo algo así como: “comer del mismo pan”. Oh, pero aquí me gustaría agregar algo que leí en una respuesta a esta, traducción, “no es cualquier pan el que se comparte”. En este comentario se hablaba del cuerpo de Cristo. A mí me gustaría quedarme que no es cualquier pan el que se comparte, nada más. Para fines de versatilidad.

Según nuestra confiable RAE, algunos de los significados de compañero son:
1. Persona que se acompaña con otra para algún fin.
2. Cada uno de los individuos de que se compone un cuerpo o una comunidad, como un cabildo, un colegio, etc.
3. En varios juegos, cada uno de los jugadores que se unen y ayudan contra los otros.
4. Persona que tiene o corre una misma suerte o fortuna con otra.
5. Cosa que hace juego o tiene correspondencia con otra u otras.
6. Persona con la que se convive maritalmente.

Y como solemos hacerlo aquí (pues esa es la forma en que hacemos las cosas, así ruleteamos en la vida, ¡arre!), no nos quedamos con ni una ni otra, sino que las unimos (en sagrado matrimonio), para que nos den un bonito vástago que representa, no la nueva definición universal, pero si una que a mí me guste.

Un compañero es alguien con quien compartimos la misma suerte, pero NO cualquier suerte. Un compañero es aquel con quien decidimos estar para algún fin en específico, pero NO cualquier fin.

Eso son los libros. Y si le sumamos nuestra primer definición propia de nosotros los que frecuentamos el blog (Los Kai’s, me gusta pensar que nos dirán), constancia. Tendrás entre tus manos, a uno de los compañeros más valiosos de toda tu vida.

Y es que un compañero no estará con nosotros sólo porque sí o en cualquier cosa. NO. Un compañero estará a nuestro lado en esos momentos importantes, los de a de veras. Por algo la última definición de la RAE hace alusión a la persona que será nuestra compañera de vida en el matrimonio. En los buenos tiempos, uno no se casaba con cualquiera.

Pero si quieres que te sea franco, los libros podrán ir más allá. Por que el momento más importante en el que nos podrán acompañar es toda nuestra vida. Si, toda la vida. Un instante para el universo, apenas un parpadeo para cualquier Dios, y nada importante en la historia de la humanidad. Eso es todo el periodo de vida de un hombre.

Y es también, toda una vida, tu vida, persona que me estás leyendo, el momento más importante que tienes en tu puño para hacer con él lo que desees.

¿No es maravilloso tener tanto tiempo? ¿No es increíble pensar que podrías hacer cosas que trasciendan a la humanidad y que hay miles de formas para hacerlo?

Eso es tu vida. Y está puede ser acompañada perfectamente por muchos libros, o videojuegos, o géneros musicales, o poemas preciosos, películas que te dejen boquiabierto o cualquier cosa que tu decidas, el límite es la capacidad humana.

Ya sea la tuya, o de otros camaradas humanos que tuvimos la curiosa fortuna de caminar por este mundo al mismo tiempo.

Que tal, quería hablar de libros y termine siendo sumamente emotivo, bueno, que se le va hacer. Así soy.

El punto aquí es que, te acerques a los libros y permitas que te acompañen en este viaje que es tu vida. Y como dije más arriba, no es algo que te pida por favor, ni es consejo, ni es petición, es más bien (si, aquí viene otro copiar-pegar-magistral): de amigos me gustaría decirte que sería una muy buena idea que tomes en cuenta estas palabras. Sí, lo modifique al final.

Está entrada me vino a la mente, hace unas dos semanas, que me quede esperando por más de una hora en el metrobus. Mucha gente se sorprendió de que no me molestara y bueno, fue muy simple. Primero, con esa persona no me molesto porque la amo. Y segunda (y quizá lo que juega la mitad del trabajo), tenía un buen libro de Ray Bradbury haciéndome compañía.

Fue así que pensé: ¿Cómo es que soportas el puto ritmo de esta ciudad? Y lo entendí. Lo hago leyendo.

¿Viajes largos en solitario? Mi amigo Verne está conmigo. ¿Una fila de una hora para X tramite? Mi colega King me narra sus historias sobre como el ve lo más ruin de los hombres. ¿Se quedo sin internet el señor? Guillermo del Toro con algún amigo suyo escritor y yo tenemos un par de cosas que decirnos. ¿Te dejaron esperando por más de 10 minutos? Muy bien, al minuto 11 mi profeta de cabecera, Gibran tiene las palabras para ese momento. Finalmente, estás en tu casa pensando que estas por perder el control de tu vida, ¿A quien llamaras? Hay para elegir, desde Miyamoto Musashi, Maquiavelo, Carlos fuentes o cualquier maestro o pensador de la época que quieras, ellos siempre estarán para ti.

Si tu permites que estén y a su vez sellas el pacto de tu estar con ellos
.

Siempre es grato poder elegir a nuestros compañeros. Lo hacemos todo el tiempo. Los libros son uno de tantos perfectos compañeros para nuestro tiempo, nuestra vida, y ellos son unos de los más fieles y que piden muy poco a cambio y dan tanto.

Demostremos al señor tiempo que podemos trascenderlo y leamos por cinco minutos que se vuelven dos horas. Desafiemos a la muerte demostrando que podemos escuchar a los muertos aunque lleven siglos ausentes de esta nuestra tierra. Demos a nuestra mente la oportunidad de sorprenderse con nuevas palabras de amor de antiguos enamorados o maestros de la palabra.

¿Por qué vivir tan poco si podemos vivir tanto metiendo en nuestras vidas a los libros?

Espero que esta lectura te gustara tanto como a mí al escribirla, querido compañero lector (así es, creo que decirte compañero no fue mera casualidad, lector constante), se despide, con una sonrisa en sus labios, tu compañero (esperando que sea reciproco el sentimiento) Kaifan de aventuras.

martes, 15 de noviembre de 2016

Constancia, convicción y amor.

De repente tengo la impresión de que esto tiene que ser obligatorio. De que, para mostrar un genuino compromiso al blog, a las letras y a mí mismo, debo de escribir de manera continua y así, de alguna forma, ser activo, creativo y no abandonar este arte.

Tengo muchas cosas que decir. Desde temas que jamás he tocado en letras hasta divagaciones o reiterar cosas. Escribir es una forma más de hablar y expresar, y siendo muy honesto. Yo soy alguien que habla mucho. No a destajo, pero, de repente agarro vuelo y lo que empieza como una plática relajada y pausada se convierte en un arrebato de palabras que me deja a veces sin aliento, no por impacto, sino por falta de aire.

En vista de que no tengo por aquí material nuevo entre manos, me veo pues, en la necesidad de recurrir a ese AS por excelencia que siempre tuve en este sitio: reflexiones.

Tener mucho que decir no solamente se resume en eso, si además agregas ese componente hilarante que es la opinión personal (subjetiva, mordaz y cerrada como ella sola), tienes muchísimo más que decir. Siendo claro, si mis ideas se pudieran sintetizar en tres líneas, pues, no tendría mucho sentido ni encanto escribir. A menos que lo mío fuese algo así como crear frases con punch para mercadeo, citas inspiracionales de esas que te llegan al alma o microrelatos… pero como no es lo mío, pues hay que moverse a otra cosa.

Y esa otra cosa es este abuso de extender una opinión o reflexión al punto de que pueda alguien pedir que ya mejor la mate.

En fin, a lo que quiero llegar con está entrada; refiriéndome a una introducción de está entrada del blog, o sea, que aun cuelga para leer; es que me veo ante una situación cotidiana. Es algo sencillito realmente, básicamente se trata de saber que, para dedicarte a algo, tienes que ser constante.

La RAE, define constancia como: firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y los propósitos.

Una página de etimologías con su servidor en Chile, dice lo siguiente: viene del latín constantia, expresando la cualidad de estar con alguien sin moverse.

Ahora me siento un poco como en uno de esos capítulos de los simpsons en el que Homero (siempre falible), va de libro en libro, buscando entender algo de la computación.

Bueno, básicamente, la definición nos habla de ser firmes en nuestros ideales, propósitos, decisiones, etc. Es en esencia, ser fiel a uno mismo (con sus pros y contras).

La etimología, nos remite a mantenernos fieles a alguien o algo, ser inamovibles, no abandonar. Algo así, dicho de forma muy general.

Aunque me gusta más la etimología por sus tintes románticos (piénsalo de esta manera, cuando le digas a la persona que amas, que tu amor será constante y que por etimología eso significa que siempre estará a su lado… uff), la definición tiene su magia en voltear su mirada hacía uno mismo, a ser fiel a tus deseos de manera que no los dejes de lado (dulces palabras para el egocéntrico, el narciso o simplemente, al que le gusta estar en primer lugar). Pero en sí, creo que lo ideal es unirlas en sagrado matrimonio (igualitario, obviamente) y dar a luz a un pequeño vástago que fusione esa firmeza, potencialice la perseverancia y los ánimos, y lo direccione a los demás y a nosotros mismos.

Que podamos ser fieles a nuestros propósitos, pero también a los de los demás (siempre y cuando queramos, obviamente), permitiendo perseverar en este aspecto y nos de esa cualidad de estar junto al otro (ya sea una persona o un propósito).

Como dije más arriba, es mucha paja, ¿No?

Ser constante siempre ha sido un problema para mí en muchas áreas de mi vida. Centrando la atención a las letras, es muy claro. No le tengo esa devoción a mis propósitos ni soy inamovible de lo que deseo. Es decir, no persevero ni mantengo el ánimo para escribir, así como no me mantengo firme y aun lado siempre de las letras.

Soy más bien esa persona que cuando quiere regresa, como fantasma de tu pasado, lo vuelves a encontrar seductor, picarón, irresistible y pasas el rato con el un tiempo. Y después, nada. Desaparece una mañana. No como en las películas que se va en medio de la niebla para no volver. No. Simplemente lo sientes, te late que ya no está. Aunque me encuentres en las páginas habituales, me veas de lejos o incluso me acerque a pedirte consejo, sabes que ya no estoy allí.

Soy algo así como un amante ingrato con las letras.

De esos que te utilizan solamente para saciar un deseo y una vez usado, como si hubiese tijeras que cortan lo abstracto, lo intangible, lo incierto e incomprobable, cortó ese enlace que nos unía y volvemos a ser dos personas que pueden estar una al lado de la otra pero son ajenas.

Y eso que empecé la entrad divagando, vaya.

No vengo a comprometerme. Eso sería como traicionar, la lealtad que le tengo y debo a las letras, como la lealtad que me debo a mi mismo.

Ya que aun no estoy preparado para comprometerme.

Pero bien puedo hacer un esfuerzo por, si no estar siempre al lado de. Tratar de estar mucho tiempo.

Tengo en mi interior, toda la madera para ser un patán. Qué suerte que suelo manifestarlo con las letras…

El punto aquí radica en que, en un intento de reconocer la importancia de la constancia, pero, respetando que no es obligatorio, debo hacer entradas regulares para este blog, y no quiero que sólo sean opiniones, reflexiones, ensayos, quiero abarcar más, quiero volver a hacer más cosas.

Tengo mucho para dar, pero a veces, a veces es más complicado de lo que uno recuerda volver a donde estaba. Pero no por eso hay que darse por vencido.

Puedo empezar por disciplinarme y tener ese hábito de escribir. No es tan difícil, eso ya lo vengo haciendo con esas dos entradas de reapertura para el blog. Ahora mi segundo paso es matar a la inspiración y dejar mi trasero sentado en un solo sitio y escribir mis ideas, darles forma y presentarlas con sus ropas más elegantes. Vaya, darle algo más de amor a las letras que sólo usarlas para opinar.

Quiero darle a las letras, ese respeto que a veces pareciera que les perdemos al sólo usarlas para expresarnos.

Si quiero manifestar que estoy furioso, bien puedo berrear y gritar hasta ponerme rojo y que me de un infarto. No necesito escribir un pintoresco y extenso artículo en internet para expresar políticamente de la forma correcta porque estoy a disgusto con alguien o algo. Una mentada de madre, versión chiflido o de brazo, dirá lo mismo.

Pero escribir una historia, tratar de dar vida a personajes fantásticos, con un puñado de palabras describir paisajes inimaginables o tan creíbles que puedas sentirlos. Con relatar un gesto hacer sentir al lector todo el odio del mundo (y que en consecuencia, necesite mentar madres), o que en una frase llegué tan hondo a los sentimientos de alguien, que de alguna manera, aunque sea diminuta se grabe en su memoria o se tatué en su alma inmortal. Hermanos y Hermanas, para eso es que fueron hechas las letras.

Sí, sí, sí. Son para eso y más, pero, esa cualidad divina de tocarte, sin existir de forma física, es lo que hace que las letras, que la palabra, merezcan respeto. Ese que a veces algunos, no se los damos.

Ese es un compromiso que realmente puedo hacer. Respetar y amar las letras, la palabra y todas sus formas sin importar a través de que (poesía, ensayo, narración) o quien (persona), se manifiesten en mi vida.

Lo que uno termina escribiendo cuando piensa en aquello que ama. Que maravilloso.

Seamos esa firme constancia en nuestros propósitos, no sólo por convicción, sino por amor.

Se despide una vez más, su estimado compañero de aventuras, Kaifan.

viernes, 28 de octubre de 2016

Encuentro con uno mismo...

Hace una o dos semanas, pase a ver el viejo blog. No sólo por el anhelo de las letras o de este mi pequeño espacio en la red. Estaba viendo en la vieja laptop que elementos eran ya inservibles y bien merecía la pena que fueran eliminados (junto con algunos virus que pesco mi porquería está por andar queriendo jugar gratis). Fue entonces que entre el desmadre que es está computadora (que cabe aclarar use por última vez hace unos 4 años), algo capto poderosamente mi atención, esos viejos archivos que si tuvieran una forma física, no sólo tendrían telarañas sino quizás ese tono amarillento feo y el olor a humedad tan característico de lo que abandonamos en un rincón sin importarnos su estado a la larga.

Y entonces di con un texto llamado “El peso de entretener y hacerlo bien”. Lo leí y me entretuvo bastante, y no solamente eso, sino que además me movió y toco partes de mi ser que bien antes de leer, pensaba que o ya no estaban o nunca las había tenido. Fue una experiencia realmente curiosa. Desde el hecho de encontrarme ante una lectura que pese a su modo y expresiones tan informales, encontré ágil y envolvente (modestia aparte, obviamente), hasta ese curioso hecho de encontrarme genuinamente conmigo mismo.

Fue como viajar en el tiempo. De una manera muy simple y sin todas las luces brillantes y ahorrándome todo el problema de encontrar una mente brillante que me permitiera viajar cuatro o tres años en el pasado para tener una entrevista conmigo mismo y pedirme mi opinión sobre temas muy puntuales que únicamente podrían interesarme, a mi.
Fue esta lectura, la que me trajo de regreso al blog, a releer los viejos escritos, pero no todos, sólo los que están bajo la etiqueta de ser un ensayo de mi autoría o una mera reflexión sobre temas varios. No leí tanto, pues no hay muchas entradas de esas. Termine en unas horas, una noche, no sé , como gustes mesurar el tiempo, pero el caso es que tarde muy poco en leer.

Y entonces, fue genuinamente como leer un libro de historia, pero en un tonó desenfadado y biográfico. Es cuando menos curioso, leer lo que tu pensabas hace unos años, de lo que sea.
Uno de los “secretos más obvios” de: escribir, grabarte en audio o video, tomarte una fotografía y muchas otras manera que estaré olvidando (o peor, obviando), de hacer “algo” que trascienda el presente y que puedas echarle un ojo en tu futuro, es muy simple. Al fin y al cabo, si haces alguna de esas cosas y vuelves a ella pasado el tiempo, estarás ante un innegable pedazo de ti.

La memoria nos traiciona, y la memoria ajena aun más. Y lo que a veces creemos recordar con claridad total, puede ser un recuerdo que nos “hemos contado” ya tantas veces, que lo hemos transformado en lo que creemos que recordamos. Nada puede sustituir a los hechos, a la realidad, a la verdad. Y cualquier material que te haga mirar atrás de una forma fiel y confiable, bueno, es un viaje en el tiempo muy barato.

Pero no por ser barato deja de tener su encanto. Por el contrario, dependiendo de qué palabras te gusten más puede ser desde algo muy interesante a volverse incluso algo hermoso.

Pero no he venido a escribir sobre mis cavilaciones, ideas, opiniones o conocimientos de la mente humana, de la memoria o el cerebro. No es el momento, tal vez no sea el lugar y creo que preferiría a una persona más adecuada para hacerlo.

Leerme hace unos años fue de entrada, divertido. Recordé las palabras del poeta Benedetti que formaban parte de una de sus antologías de poemas: “con ojos más viejos” (y estoy parafraseando, porque algunos se ponen finos para señalar pero no para ayudar a la mejoría de las letras). Después de cuatro años, claro que estoy leyendo con unos ojos más viejos, con un cuerpo más cansado, inclusive con un equipo de computo muy viejo. Pero, también estaba leyendo con una mente mayor en su tamaño y conocimiento, con un criterio más amplio, con un espíritu más sereno y de forma global, con más experiencia. Fue sin duda un ejercicio muy divertido leer mis diatribas sobre un tema que al final terminaba expandiendo a tantos subtemas que el hilo que los juntaba amenazaba con romper si me apasionaba un poco más en el renglón siguiente.

También, después de la tercera o cuarta entrada, me puse a reflexionar mucho sobre cómo, esta fotografía de mis ideas, era ahora algo tan lejano. No hablo de los años simplemente, sino también de mi manejo de las palabras y el cómo las empleaba de una manera tan desafanada de las reglas, de los moldes y de la opinión ajena. Me acorde de esas frases trilladas del estilo de: “¿Dónde quedo ese fuego? ¿Cuándo se apago la llama en ti? ¿Recuerdas cuando tenías ese ímpetu y el espíritu combativo? ¿Realmente hubo un tiempo en que eras fuerte y peleabas como un gallo? Bueno, la última pregunta no, pero venga, se entiende a donde quiero llegar… eso espero.

Después de leer todas las entradas con la versátil etiqueta de “ensayo-reflexión”, un sentimiento de introspección (lo que se suele llamar como “mirar pa dentro”, que es tan común) respecto no nada a lo que leía o a quien leía, sino, que tan distante estaba yo de esa persona del pasado, que en un increíble ejercicio de paradojas, era yo.
Las conclusiones a las que llegué, tal vez no hagan que nadie deje la mandíbula en el piso por la sorpresa, pero, debo decir que más que gustarme, me hicieron pensar realmente. Cuestionarme quien soy, hacía donde voy y porque quiero ir hacía ese lugar y ser quien soy. Cuanto menos, debes admitir amigo lector, que si no es una revelación, si es bastante interesante.

Descubrí que en esencia, realmente no he cambiado y eso fue muy grato. Trato de parecer informal, pero no me alejo tanto de eso que tengo que hacer anuncios de ocasión o aclaraciones puntuales de porque me expreso y manejo de esta forma.

Descubrí que comparto muchas de esas ideas con mi yo del pasado, pero, de una manera un tanto diferente. Sentí que leía a un joven que en su lenguaje relajado, pero agresivo y contestatario, buscaba convencer y vencer. Ahora, con ojos más experimentados, un mayor camino recorrido, un espíritu más calmo y una mente más flexible que en ese tiempo, no puedo evitar sino sonreír ante esa manera de expresar las ideas. Abrazarlas con dulce firmeza y presentarles a estas “evoluciones” que hoy conviven conmigo. No sólo leí mis ideas del pasado, lo que experimente fue el principio de algunas de mis reglas o leyes de vida de hoy día, incluso, por allí y como no queriendo, pude leer algo que quizás hoy en día es uno de mis mayores dogmas. Vaya, no solo fue una imagen en letras de mi “juventud”, sino también de la juventud de unas ideas que sin imaginarlo, me acompañarían por años hasta ser indispensables.

Así como abrace esa “violencia pasiva” en las ideas y las respuestas, también, de manera simbólica, abrace a ese muchacho algunos años más joven que el yo actual de 28 años (al menos, mientras escribo), y fue un ejercicio muy grato.

En gran medida, más que la experiencia o el camino recorrido, esa alma apacible que hoy se mece en mí, es la que me permitió hacer esto, al menos en una forma muy importante. No pensé ni un instante donde estaba el fuego, pues, entendí que sigue en mí. Citando la entrada sobre piromancia de un videojuego de renombre: “El fuego puede ser una demostración de fuerza, pero es también un símbolo de sabiduría y confort. El fuego es lo que su usuario desea que sea.” Es curioso como siempre al hablar del fuego se piensa en su naturaleza indomable, en su poder destructivo y se hace a un lado esa faceta suya gentil como es el dar calor, el proteger.

En esta búsqueda de hacía donde ir y quien ser, en este encuentro sutil conmigo mismo, en este balance de quien fui, quien soy y quien seré, aprendí mucho de mi persona.

Entendí que esa llama no nada más se usa para alardear de su fuerza, ahora también se puede usar para dar calma. La chispa allí está, tan fuerte como antes, pero se manifiesta de otra forma. Y eso está muy bien.

Para cerrar esto, agregare una cosa más. El releer mis letras es lo que me hizo volver aquí. Como explique en la entrada anterior hay mucho amor a las letras, a la palabra. Eso sin embargo, no tiene por que estar peleado con el hecho de que tener este blog, mantenerlo y escribir en el lo que se me ocurra, es también, una manera realmente fiel, de honrar mi paso por este lugar.

Además, se que estaré leyéndome en unos años de nueva cuenta, con ojos todavía más cansados, pero no por eso, menos animados.

Nos leemos en el futuro, querido amigo lector y mi estimado Kaifan del futuro.
Hasta siempre, con los mejores deseos, Kaifan del presente/pasado.

jueves, 27 de octubre de 2016

De regresar y tentar a la suerte...

Después de bastantes años, uno al final de cuentas termina haciendo cualquiera de las siguientes cosas: abandonar para dejar que ese deseo muera lentamente o regresar y tentar a la suerte.

Aquí estamos ante el segundo escenario.

De este se desprenden algunas variantes, que, cuanto menos tendríamos que considerar interesantes para lo que podrá venir de este día en adelante. Eso siendo optimistas. Si no queremos revestirnos de esa esperanza que varias veces ya ha traicionado la persona que hoy escribe, permíteme modificar un poco este punto.

Concede a la persona que se manifiesta a través de estas letras, el beneficio de la duda. No para probar mi inocencia o por tu gran corazón, incansable amigo lector, sólo hagámoslo por esos viejos tiempos en los que todos creímos que el mundo era pequeño y nos cabía fácilmente en un bolsillo.

Si has decidido dar el beneficio de la duda, o te da curiosidad ver que es lo que depara el futuro a este sitio, a estas letras y al que escribe, no importa. De cualquier forma, te agradezco que sigas aquí.

He decidido hacer, probablemente uno de los ejercicios más peligrosos en este hobby/oficio (quiero aclarar, que esta última señalización sobre la escritura, es de forma respetuosa y no menospreciativa para todos los que la ejercen de forma activa. Mis saludos para esos hermanos de palabras). A partir de este día, al menos aquí, intentare en mayor medida liberarme de muchas cadenas y fantasmas, que, a humilde opinión de tu renovado compañero de aventuras (que así es como me gustaría pensar que nos vemos, y no sólo como gente sentada leyendo/escribiendo en un monitor de punta), atormentan este bello canal de comunicación que es la palabra escrita.

Lo primero es el lenguaje rebuscado. Principalmente porque mi vida en general ha sido una constante de estar en contra de lo que sea que se atreva a volver algo simple, en algo complicado. En este lugar, déjame ponerte al tanto que han cambiado algunas cosas. Tal vez en forma o apariencia, pero, algunas siguen intactas, esas que se han aferrado y que ahora son parte de la esencia de este que hoy escribe. Por eso, en medida de lo posible, tratare de mantener un lenguaje sencillo pero claro para este espacio. Si queremos leer cosas enrevesadas o que nos hagan correr a buscar en la gran red su significado, sitios y gente sobran. Mantengámoslo bonito, sencillo y honesto entre nosotros.

Lo segundo tiene que ver con una de esas variantes de escenario que te mencione en la quinta línea de esta entrada.

Regresar a lo que se ama no siempre es una historia de hijo prodigo y no siempre tendrá un final feliz o se hará tan fácil como coser y cantar. Está no será la historia de un protagonista seguro de su destino y que jamás flaquera en su empeño por perseguir lo que anhela. Para nada. Déjame adelantarte que esta variante, de esos tan engrandecidos “retornos”, será de esas historias en las que tu estimado protagonista pasara por varias cosas. Noches de tener los ojos abiertos por las inquietantes ideas, por las dudas terribles y la indecisión que destruye. La inconstancia provocada por el pensamiento invariable de quizá, aun es tiempo para saltar fuera de esta aventura y elegir una más cómoda por ser conocida o por resultar más gratificante o simplemente por el puro y despreciable abandono que pide tan poco. Sí, será un camino lleno de baches, pero venga ninguna buena historia se conforma sólo de cosas felices… así como no puede estar formada únicamente por momentos de congoja. Así es, este camino también te puedo apostar tendrá momentos de gozo, palabras que probablemente se incrusten cuando menos unos días en el alma y esa inequívoca sensación de que se está presenciando un momento épico, aunque sólo sea leer una declaración de intenciones o como a pesar de los años la actitud cambia, pero no las ideas.

Está variante será la de la tormenta, llena del misterio de saber si estamos entrando o saliendo de ella. Va ser una gran travesía. Un viaje digno de hacerse. Una aventura que tal vez no estábamos esperando, y que ni siquiera subimos cuando empezamos.

Por que podremos decir muchas cosas sobre regresar o intentar de nueva cuenta hacer algo que se ha abandonado. Podemos ver la dificultad de retomar el mismo camino, pero obviando el hecho de que tal vez hay más caminos por recorrer y conocer. Podemos ver lo predecible de la repetición y la necedad de intentar lo mismo y aun así esperar resultados diferentes, pero probablemente sin tener en cuenta que la grandeza algunas veces nace de la locura. Finalmente, podemos temer que ya hay un antecedente, un amargo recuerdo de abandono, pero, y este es el pero que más vale en todo este escrito, querido lector, uno no regresa jamás por algo que no ame. Uno jamás lucha por algo que no crea que merezca la pena. Uno no se atreve a ponerse contra las cuerdas por cualquier cosa. No.

Y puedo decir con orgullo, que no importa en que “asalto” de este combate me encuentre, pues he decidido que hay una cosa que me hacía falta todavía, y que le amo lo suficiente como para estar lo bastante loco, no nada más para verle a la distancia y con una sonrisa melancólica, sino como para tener el atrevimiento de retomar el camino y de ser preciso mantenerme firme en el o forjar otro.

No creo que el amor todo lo pueda, pero caray, ayuda muchísimo aunque no lo crea.

Se siente bien regresar a las andadas. Se siente bien dejar de echar en falta lo que se ama.

Un saludo para toda aquella persona que pase a leer esto. Uno muy especial para mi yo del futuro, que se, con conocimiento de causa, que cuando leas esto, no podrás evitar sonreír con alegría.

Sin más por el momento, se despide su estimado compañero de aventuras, Kaifan. Aquel que parece que en el camino, se negó a entender lo que significa… rendirse.