Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Detras de... la importancia de las letras.

Detrás de… La importancia de las letras (en mi vida).


Bueno, muchas ideas en mi cabeza, muchas cosas que decir y tratando de buscar la manera adecuada de llevar al exterior estos pensamientos que cargo dentro de mi alma y mi ser. Qué bonito, soy el peor de los poetas. Pero aun así, al menos me doy la oportunidad de escribir y tengo la posibilidad de hacerlo.

¿Qué sería de mí sin las letras?

Algo íntegramente distinto sin duda.

No solo se trata del egoísta deseo de satisfacer mi necesidad de escribir y transmitir mis ideas. No se trata únicamente de esa aparente y narcisista necesidad de que alguien más lea lo que hago y pueda gustarle. No es únicamente la imperiosa necesidad de leer algo que nutra mi alma. Ni tampoco la evidente necesidad de que tengo que saber leer para ser una persona que pueda valerse más y mejor por sí misma.

Las letras en mi vida lo son todo y más.

No se trata ahora de que hablare de que gracias a ellas cambio mi mundo, o que salvaron mi vida o que me hicieron más feliz o que me hacen el amor de una manera maravillosa o que sin ellas la vida no sería nada. No se trata de eso, porque creo que se sobreentiende que así es como es… bueno con algunas excepciones.

De lo que se trata es de señalar que peso tuvieron las letras no solo en mi vida, sino en mi formación y encaminarlo todo a la persona que soy ahora y en como contribuyen a lo que hago o debería de hacer. Es algo así como un “pedo” holístico <- (tratando de usar palabras nuevas ¿eh?). Yo no naci siendo un gran lector (de hecho creo que a la fecha no lo soy) y mucho menos naci con la curiosidad de escribir. Para nada. Yo fui uno de esos mocosos normales, por los que no darías tres varos por que son bien genéricos, por lo menos en sus actividades… hasta que empecé a “hablar”. Hay muchas historias (ok, igual y solo cinco, pero cuentan y son más de dos) en las que las palabritas rebuscadas que manejaba a mi edad (digamos entre los 3 y 5 años) le divertían a mi familia. No siempre eran coherentes mis oraciones, pero usaba palabras que las personitas de mi edad no usaban. Eso fue creo que un primer indicador, de que algo era diferente. No es que fuese una señal de que sería un Einstein o algo así, sino que simplemente, mis gustos ya iban para otro lado. Posteriormente, cuando era un mocoso algo menos pañaludo, leía comics. Del hombre araña, de los x-men, alguna vez leí uno Mexicano llamado Murci (que si no mal recuerdo era de una especie de gato/zorro/felino), las tiras cómicas de Garfield el gato, los comics de los simpsons y más. Fue así como realmente me adentraba a la lectura. No con esas historias cliché en que un familiar mío tenía su biblioteca enorme de libros y me pasaba tardes de mi verano ahí, o que algún familiar mío fuese un escritor fantasma o que usara un seudónimo. No, lo mío fue tan casual y tan simple que seguro ya no lo volveré a mencionar de lo común y “sin chiste” que fue. Eso no me inspiro siquiera a escribir, pero, si incito a mi curiosidad y anhelos infantiles a buscar cosas fantásticas, a ver en lo cotidiano la magia de lo extraordinario. Fue de ahí que entonces sí, despegue a los libros. Al principio leyendo cosas realmente infantiles, como por ejemplo relatos hechos para niños, fabulas y el principito. Como dije, literatura enfocada a mi edad. Eso termino rápido porque en ese entones no había en mis manos otros intereses (ni niñas, ni videojuegos, ni computadora, ni ningún arte o entrenamiento o disciplina), por lo tanto desarrolle un interés y una capacidad de leer, un poco por encima de lo que se esperaba a mi edad. Fue ahí donde realmente empecé a conocer la literatura. Fue en mi pubertad donde me adentre al mundo fantástico de la literatura. Leyendo a maestros como Verne, Poe, Benedetti, Paz, Sor Juana, Nervo y otros tantos. No leí mucho, pero leí cosas que debí leer más grande sin duda. Y simplemente, empecé a amar la lectura. Fue hasta mi adolescencia que el currículo de lecturas se nutrió más. Leyendo de todo (y como decimos acá, de tocho morocho): Saramago, Borges, Isabel Allende, Rice, Reverte, King. Incluso me adentre a otros mundos, como la mitología hindú (El ramayana), la mitología maya (el popol vuh) la mitología griega (acá no hay un libro especifico que haya leído). También empecé a formarme a temprana edad ideas sobre los movimientos sociales, la política y esas tonterías, instruyéndome desde los acontecimientos del 02 de octubre, pasando por las típicas publicaciones de moneros sobre la política y los sistemas e incluso instruyéndome en esas fantasías como el anarquismo y el comunismo. De ahí saltamos a lo que fue leer textos especializados. En mi caso la mayoría referente a mi carrera, la psicología. Pasando por pasajes interesantes como sus antecedentes, sus áreas más representativas y su historia y exponentes. Por ende me adentre a la filosofía y termine leyendo a varios pensadores de distintas épocas, desde Kant hasta Schopenhauer. También fue en este tiempo que por gusto me adentre a la historia de mi país, y que también retome con lo que empezó todo: los comics. Ahora en su formato “adulto” (para que, por lo que entiendo, no te de pena, pendejamente, decir que lees comics) que viene siendo la novela grafica. Ahora bien, fue en el momento en que empecé a leer más y variado (en mi pubertad) que empecé a escribir. Al principio lo hacía con la finalidad de satisfacer una fantasía, que es básicamente el crear algo que me gustara y como yo quisiera hacerlo. Esa fue la magia que me encandilo en un principio de las letras, entre muchas otras cosas. Al tiempo, cuando mis escritos los leyó más gente, pensé que podía escribir para otras personas, no solo para mi, y para eso, siempre he pensado, que necesitaba saber más y ser mejor. De ahí me llovieron consejos a los que hice caso y a otros a los que no. De ese modo empecé a leer de otro tipo de giros y a vérsame en diversos aspectos de la redacción. Y fue así que realmente hasta por ahí de mis años mozos de universitario, las letras se volvieron algo más serio (pero nada más poquito). Hasta aquí llegamos a un cruce interesante: las letras forman parte de mi vida porque son obligatorias para mi formación, porque encuentro un genuino placer en leer y por último, porque me sirven para expresarme y crear personajes y mundos a mi antojo.

¿Qué sigue? ¿Cuál es su valor a partir de este punto? ¿Qué repercusiones tuvo, tiene y tendrá en mi vida? ¿Realmente es importante?

Muchas preguntas, la mayoría termina en las letras otra vez y con una sentencia pueden ser contestadas: Si, es ayer, hoy y siempre, parte fundamental de mi vida diaria, de mis sueños y mi alma.

¿Por qué?

Es muy simple, como muchas cosas en la vida. Las letras para mi no lo son todo, pero son un pilar angular en mi vida.

Por ellos he tenido momentos de diversión, de esparcimiento, de redención, de creación, de conocimiento, de amor, de revelaciones, de aprendizaje e incluso gracias a ellas he llegado a trascender, aunque sea un poco.

Como no van a ser importantes si desde niño son parte de mi vida. Si han sido fieles y honestas compañeras. Si han sido maestro, colega y amigo en mi vida. Si me han permitido encontrar parte de lo que es mi propia voz, mi identidad. Si gracias a ellas he podido tocar más de un alma, provocar una sonrisa o con suerte entretener y embelesar a algún lector.

Como no van a ser importantes las letras si llenan tanto mi vida, mi ser, mi alma y mi todo.

Aun así, las letras son importantes para toda la gente. Gracias a ellas el conocimiento puede ser preservado y su divulgación se facilita, además por ellas el conocimiento ancestral perduro hasta nuestros días. Las letras, bueno, las palabras, nos permiten comunicarnos y muchas veces expresarnos, de una mejor manera que solo gestos o patadas y gruñidos. También son un perfecto medio para comunicar algo más, algo que va más allá de todos los lenguajes y de toda la sabiduría humana, sé que no soy el único que se ha quedado mudo ante una gran noticia, sin poderle poner nombre a un mal atroz o falto de palabras para expresar sus sentimientos.

Hasta en su ausencia y límites, las palabras son sublimes.

Podría extenderme más, pero no es correcto abusar de las palabras. Como toda buena amiga y consejera, merece un trato más tierno, más amoroso.

Solo dejare un último párrafo (penúltimo si contamos mi despedida) sobre las letras y que tan valiosas son para mí. Todo desde una experiencia íntima y personal.

En mi terapia de corte psicoanalítico, le dije un día a mi analista que no podía tener cabida en mi como existía gente, que no consideraba a las letras y su presentación estándar y más familiar (los libros) como algo importante. Me horrorizaba (y esto no es una broma, es enserio) que existiera gente que pensara que leer era una pérdida de tiempo. Que no se dieran cuenta de lo magnifica que es la literatura, ya fuera para entretener, para reflexionar o para enseñar. Sentí una pena sincera por esa gente, y en mi mente (hasta la fecha) no sé cómo le pueden llamar vida a una vida sin la belleza de la lectura, sin la armonía de las palabras entrelazadas y sin la fantasía de una gran narrativa.

En fin, eso es todo, esta vez el discurso fue largo, lo lamento fiel y constante amigo lector, prometo ser más sensible a la falta de ganas de lectura y mantendré mesura. Para cerrar esta entrada, sería un buen detalle comentar si en tú vida, amable y paciente lector, la letras son importantes o que representan.

Eso es todo, como siempre, se despide su amistoso Kaifan de blogger.

martes, 25 de septiembre de 2012

A la búsqueda del mejor regalo.

A la búsqueda del mejor regalo (Confesión).

Como dije, tenía más cosas que aportar al blog. Esta vez para variar y desprestigiar más este espacio de letras, se tratara de algo personal. Y por personal me refiero a una situación de mi vida no ligada directamente a las letras, algo que se podría llamar “parte de mi vida privada”. Porque para ser honesto, siempre he pensado que las letras son algo muy personal del que escribe, básicamente es mostrar parte de tu mente, de tus ideas, al mundo.

En fin. En entradas anteriores (claro, esto es parte del show llamado vida) hablaba sobre un extraño suceso que me sucedió (¡Dah!) hace poco.

Antecedentes.

Cada vez que cumplo años desde hace un tiempo, recibo un regalo de esta amiguita. No es nada de esas cosas caras, lujosas o que por su precio se mide la cantidad del aprecio, no. Es algo material, pero lo que cuenta realmente es su esencia, el esmero y lo que representa.

Yo estudie psicología, una carrera orientada de cierto modo a basarse en tus ganas de servir a los demás. Por tanto se puede intuir que quiero ayudar a la gente, que busco dar algo. Eso es genial y bla bla bla. No estudie literatura ni letras formalmente en mi vida, salvo clases obligatorias de español y literatura, donde vi lo básico.

Señalo eso porque yo realmente no tengo la “habilidad” de hacer un presente con mis propias manos, al menos no de entrada.

El asunto aquí radica en que mi amiga lo que hace, es un dibujo sencillo deseándome feliz cumpleaños con alguna buena frase. Un dibujo de su servidor y bueno, nada “más”. Como dije, lo que cuenta es que no se mide su valor por el precio que tendría bajo la moneda de cambio de moda. Lo que cuenta es el esmero, el detalle y que es genuino.

Las letras me han hecho muy feliz realmente. El escribir y el leer son cosas de mi vida que la llenan mucho, como pocas veces me había hecho a la idea. Simplemente, me han hecho y me hacen ser una persona más feliz. Las literatura y la escritura son para mí de lo mejor que tenemos en el mundo, por todos sus usos y por como nutren y embellecen nuestras vidas.

El dilema comienza cuando, en teoría uno de los pocos dones que tengo (escribir) no me sirve (siento que, más bien) para retribuir una muestra de afecto como es el regalo de un dibujo inspirado en su servidor.

Me gustaría tener la labia y habilidad de un poeta para poder escribir los versos más hermosos el 18 de agosto para que al día siguiente aparezcan ante los ojos de su destinataria. En un mundo ideal, yo sería un poeta que podría embelesar con 4 oraciones entrelazadas a cualquiera.

Desde luego, este jamás será un mundo ideal, al menos, no en el que yo sea un poeta de la talla del maestro Benedetti, pero con la sutileza y versatilidad del gran Sabines y la portentosa labia del señor Paz. Pero bueno, soñar no cuesta nada.

Solo para no desviarme del tema, es así que pensé que tal vez, debí haber aceptado mis orígenes de las letras y tal vez habría llegado “más” lejos en este mundillo. Como dato curioso, yo empecé a escribir de una manera no tan formal (no digo que ahora lo sea, pero en ese tiempo lo era menos) en la secundaria, por ahí de mis trece años cuando le hacía “poemas en verso” a uno que otro amigo para que se los dieran a sus noviecitas. No es nada de película, lo hice a lo mucho en cinco ocasiones y después yo le hacía poesías a mis novias. Eran pésimas, no respetaban regla alguna de la poesía, mis versos eran peores que tortillas duras y con hongos (y no me refiero a huitlacoche), su merito consistía en ser producto del corazón. A la larga, creo que solo por eso los recibieron siempre con buenos ojos.

Y como siempre me desvié del tema, ya que esta entrada se relacionaba a una crisis moral de amistad y no a como he llegado hasta donde estoy (aunque hayan sido cinco pasos los que he andado). Como sea, lamento que muchas veces, querido lector, te tragues este tipo de datos extras intrascendentes.

Como sea, las letras llenan muchos aspectos de mi vida, pero a veces, muchas veces, maldigo que mi empeño no de cómo para dedicarle un bonito y bien logrado verso a mi amiga. No solo a ella, en general a la gente que se lo merece, que vale el esfuerzo de que haga algo más que simple y vulgar prosa.

Carajo, tal vez debí leer más a Benedetti y menos a Verne. Y la poesía le da una belleza tal al lenguaje y transforma de tal manera las letras más humildes… carajo, de verdad que me da hasta como corajito.

Como sea, mi meta no será escribir los poemas más tristes de la noche, o decir que el cielo tiene color de cielo… tratare de hacer algo serio con las letras, no para escribir mejor, sino para dignificar como es debido (a las letras, a este arte, a mis ideas y demases) a lo que hago y para quien lo hago.

Finalmente, no se trata de lavar culpas ni de quejarse. Si me siento mal por parecer ingrato y la verdad es que se que suena a queja, pero lo veo más como una confesión. De cualquier manera, estas coas tan emocionales y depresivas, tratare de evitarlas, por salud del lector (en especial de ti, mi buen lector ocasional, no quiero asustar a los que por error llegan aquí) y quizá, por la mía.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Un par de consejos...

Es curioso, en estos días he tenido muchas ideas rondando mi cabeza sobre que escribir para el blog, de verdad. Es sorprendente cuantas cosas pienso (y no porque sean geniales, sino porque son un chingo en verdad) y no las “llevo a cabo” o al “papel”… o a “el Word”… en fin, creo que el cómico en mi acaba de morir poquito por esas comparaciones.

Como sea, tenía en mente hablar un poco sobre las letras. Digo, sé que es obvio pero quería abordar otros temas. Por ejemplo hace poco fue el cumpleaños de una muy buena amiga y bueno, me quede con el deseo atorado en la garganta de hacerle un regalo… pero me desvió del tema. De todo lo que pensé, tome la decisión de retomar algo de los apuntes de escritor novel (chale, de verdad que a veces soy una persona sofisticadamente mamona).

En fin, la cosa es que esta vez hablare un poco sobre unos consejos que me han dado en lo relacionado a las letras. Solo por ser repetitivo y monótono, quisiera recordar que mis palabras no son verdad absoluta ni están escritas en piedra, digo, por aquello de que a veces la gente puede pensar que me la doy de muy chipocludo cuando… bueno, pienso que solo soy un clown más de Blogger.

Aclarado eso, los invito a ir al mágico mundo de los totoles.

El consejo que creo que más puede servirle a cualquier persona que quiera escribir (y el segundo más fundamental y vital para su desarrollo) es este: Leer, leer mucho y de todo, pero en especial de lo que te interesa.

Es muy básico la verdad y por eso justamente es tan buen consejo. Entre más leamos, de los temas que sean, nuestros conocimientos aumentan y pueden enriquecer todo lo que hagamos. Cuando la gente busca documentarse y así “empaparse” de un tema, investiga algo así como “todo lo referente” a “X” tema de su interés, pero lo que rodea a ese tema también nutrirá la percepción y el entendimiento del mismo. Por eso, es importante leer y siempre leer y de todo es mejor. Es como una especie de dieta sana para la mente y nuestra cultura.

A su vez, por consecuencia de leer mucho y de todo, nuestro léxico se verá enriquecido, con suerte de una manera amplia. Eso ayudara a que nuestra narrativa sea más basta y que nuestro mensaje no solo sea vistoso y quizá hasta elegante, sino que también pueda llegar a ser más claro e interesante.

Gracias a leer de todo (y mucho, no olvidemos eso) conoceremos más temas. No se tratara de “abarcar mucho y apretar poco”, sino de tener nociones más claras, más generales por lo menos, de ciertos temas y así darle más peso y veracidad a lo que escribamos. Lo cual una vez más, se verá reflejado en la calidad de nuestras letras, de nuestro mensaje y esas cosas tan jocosas.

El otro consejo que me dieron es un poco más largo porque abarca otros pequeños consejos y tips para ser mejor en lo que se trata de hacer. Este sería básicamente el consejo number one: tener oficio.

Como decía antes esto abarca muchas cosas. Para empezar el tener disciplina, el escribir de manera diaria Y cantidad de hojas, el documentarte sobre el tema que estas tratando, tener horarios para hacer cada cosa y un largo etcétera. Muchos sub-consejos para ser el mejor, en lo que hagas, porque no aplica nada más a las letras sino a casi cualquier cosa que nos propongamos.

Como escribía anteriormente, demasiado largo como para desglosarlo y verlo punto a punto en una entrada que trata de ser ligera, pequeña y agradable para ti, fiel y constante lector.

Y es curioso porque estos consejos no los recibí de otro compañero de letras, ni se los leí a algún autor de renombre en alguna biografía o autobiografía, es más ni siquiera me los dio un estudiante o profesor de literatura. No, estos dos consejos me los dio hace unos 10 años un abogado que no escribe nada fuera de su gremio. Una manera más de tener siempre en cuenta, que podemos aprender de cualquier lugar.

Y eso en esencia seria todo lo que por hoy quiero decir. Los dos consejos no son de mi mano, son consejos que recibí de otra persona. Ya hare otra entrada para hablar sobre los que yo creo sean buenos “trucos” para esto.

Como siempre, seria genial un poco de retroalimentación. Si tu apreciado y fiel lector te animaras a compartir. Un comentario diciendo algún consejo que hayas recibido de alguien más para este galano arte de las letras, con eso bastaría y seria genial simplemente.

Se retira como siempre su clown de cabecera de blogger Kaifa