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Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.
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sábado, 30 de marzo de 2013

Navegando

Aunque tome toda una Vida


Capitulo Cuatro: Navegando.


Cuando viajas en el mar, cuando estas a merced de una fuerza superior a la tuya y que, por un giro del destino inesperado, podría destruirte, la gente tiende a comportarse de maneras distintas o incluso a mirar la vida de forma diferente. Para dedos de oro esta sensación, este cambio en su vida, se manifestaba de una manera positiva. El filibustero amaba el mar, no en el sentido común de amar algo, no. Su pasión iba más allá de que simplemente le gustase o le hiciese sentir bien, eso era para los párvulos, al menos desde la visión de Flogging. Para él, ese amor por el mar incluía todo, desde amarlo por sus maravillas, hasta respetar su poderío e incluso, tratar de entenderlo y admirarle pese a sus atrocidades. Se podría decir que era el amor más puro y sincero que había profesado jamás.

Las cosas en el barco se fueron animando conforme todos se iban adaptando al nuevo cambio de vida, desde los horarios de sus actividades hasta el llevar a cabo las tareas más simples sin que el vaivén del mar interfiriera. Con el ir y venir del tiempo, se fueron haciendo de manera tan eficiente las labores que incluso se sumaron otras por el mero gusto. No nada más los juegos de cartas, en los cuales en algún momento participaban todos, o las noches de beber ron bajo la luz de la luna.

Flogging era el más ocupado, puesto que él se encargaba de las tareas alternas de sus allegados. Para empezar, daba lecciones lo mejor que podía a Donovan sobre el manejo de su nave. Al ser principiante, era algo muy complicado y ciertamente desesperante para el tahúr, pero, si se debe hablar con honestidad, se esmeraba muchísimo para aprender y no atorarse. Realmente quería aprender y que mejor oportunidad que bajo la tutela de un maestro justo y paciente como dedos.

Donovan, al tener a su cargo, al menos de palabra y en papel, a stregone, decidió poner de su parte. Eso y en vista de que el servicio que hacía por el su capitán ameritaba algún tipo de remuneración. De esa manera, el jugador opto por darle lecciones de combate al hechicero. Al ver esto, dedos opto por cooperar en la “clase” e incluso invito a otra persona.

—Lo mío no es saltar a pelear —dijo con su característico timbre carente de emoción alguna.
—Anima, yo pienso que te podría servir mucho tener las nociones básicas de la defensa con o sin una espada —le respondió el capitán de manera seria y con calma.
—Vamos anam, es bueno y podremos entretenernos en algo más ya que estamos aquí —señalo el barco con sus dos manos.
—Yo no me entretengo. Ocupo mi tiempo leyendo e instruyéndome en varios temas. No necesito… entretenerme —puntualizo.
—Piénsalo de esta manera zahorí, hasta donde he entendido, utilizas tu tiempo para aprender más cosas —se acariciaba su fina pelusa rubia que tenia por barba al hablar—, leyendo. ¿Por qué no aprovecharlo con unas clases prácticas? Así, podrás conjuntar teoría y práctica, logrando que tu aprendizaje sea mucho mejor porque lo nutrirás de las dos esferas y no nada más de una sola.
—No entra en mis intereses el arte del combate —dijo seca la mujer de ébano—. Como dije, yo no soy parte de las filas de pelea, no me interesa. Yo solo proveo soporte.
—Creo que sería importante que en un medio en el que la gente habla más con sus armas que con palabras, tú y stregone aprendan defenderse —le miro fijamente a los ojos—. Cuando vas a otro país, aprendes las bases para poder dialogar y entenderte, es lo natural para seguir adelante. Con esto, será algo parecido, digamos que son las bases para entablar “un dialogo”.
—Vamos alma mía —dijo emocionado el hechicero mientras la tomaba de las manos—. Así tendré una compañera con la cual podría poner a prueba mis nuevas destrezas adquiridas.
—Si es que tuviera algunas —se burlo el tahúr.
—Te escuche perro.
—Esa era la idea stolto.
—No veo necesario el aprender habilidades que probablemente no volveré a emplear después de este viaje.
—Veo que no podemos convencerte —dijo resignado el capitán—. Por lo menos, quiero pedirte una cosa, como capitán de esta nave. ¿Podrías asistir y ser observadora por lo menos? No te pido ya que lo aprendas en cuerpo, pero, sería bueno que tuvieras una noción de esto.

Para ser íntegramente honestos, se hizo un silencio. No fue de ninguna manera incomodo, pese a su rara manera de manejar sus sentimientos, con anima ese tipo de cosas jamás pasaban, era tan clara y seca que nada podía tomársele a mal o por otro sentido. Su mayor virtud y defecto a la vez, su falta de pasión. Shamrock cruzo sus brazos y miro a la mujer, stregone la miraba esperanzado y dedos seguía con sus ojos marrones clavados en ella.

—No encuentro problema alguno con ser observadora —respondió finalmente.
—Bueno eso es algo —dijo aliviado shamrock.
—Es mucho más de lo que yo he conseguido para otros menesteres.
—No nos importa su vida amoroso stolto, ten pudor —dijo divertido el tahúr.
—¡No me refería a eso idiota! —Dijo molesto el hechicero—. Ahora veras —tomo un palo y se lanzo a pelear— ¡En garde!
—Creo que se llevan muy bien —dijo anima dibujando una minúscula sonrisa en su rostro.
—Eso parece. Como sea, no te detengas si en su momento decides unirte a la práctica.
—Eso no pasara.
—Bueno —dedos se encogió de hombros, arqueo las cejas y miro a la mujer a la cara—, yo siempre dije que jamás usaría servicios de adivinación y ya ves —sonrió de manera sincera—, aquí estas.

El capitán del barco no dijo más. Simplemente se dio la vuelta y tomo un pedazo de madera, aparentemente un viejo palo de escoba o trapeador. A unos pasos de llegar con un abatido stregone y un pésimo ganador shamrock, lo detuvo uno de sus marineros.

—Capitán, yo y un par de hombres no pudimos hacer oídos sordos de lo que le dijo a la mujer —dijo con algo de pena.
—No era ningún secreto.
—Si… bueno, queríamos saber si podemos formar parte de estas clases de espada —el hombre se quito un gorro de lana y con su único ojo miro a su capitán—. Solo participaríamos en nuestros descansos capitán.
—No veo el problema —contesto Flogging sin pensarlo —. Pero a la primera prueba de que alguien se enoje o quiera volver en algo personal la práctica, se las arreglara conmigo y mi acero ¿Entendido? —fulmino con su mirada a los hombres.
—No hay problema —dijo con algo de temor al que habían escogido como portavoz.
—Andando entonces —al finalizar le dio el pedazo de madera al marino tuerto.
—¡Dedos de oro es bueno verte! —Le gritaba un triunfal Donovan parado sobre stregone—. Te perdiste el duelo más corto de la historia de la humanidad.
—Se un buen ganador shamrock —pidió Flogging—. No me gustaría darte una paliza por ser un pésimo vencedor.
—Sabes, me siento con suerte el día de hoy —se hizo a un lado dejando respirar a stregone y tomo del piso la que había fungido como espada del mago—. Veamos si la fortuna sigue sonriéndome.

Donovan le lanzo a su capitán la “espada” en una abierta invitación a un combate. El filibustero tomo al vuelo la madera, con una sola mano y de manera rápida. Del mismo modo, la tiro a un lado y camino hasta ponerse delante de Donovan.

—No peleare con un hombre desarmado —shamrock sonreía mientras hablaba—. Eso no es ético.
—Te estoy dando una ventaja de cortesía —le respondió dedos.
—Ya veo, crees que a ti es a quien le sonríe la dama de la fortuna —Donovan se puso su “espada” en el hombro.
—Yo no creo en la suerte —Flogging extendió sus palmas y le sonrió a Donovan—. No temas atacar a un hombre desarmado.

Con rápido movimiento el tahúr deslizo su espada de entrenamiento desde su hombro a su enemigo, un tajo vertical fulminante. El filibustero con simpleza desvió el movimiento con un golpe de antebrazo, con la otra mano le planto un golpe seco a su oponente en la garganta. En el acto el jugador soltó su arma y se llevo ambas manos a la garganta. El capitán de la nave, con ambas manos lo empujo del pecho tirándolo de un sentón.

—Creo que está claro que jamás debemos confiarnos —dijo con un tono sobrio, como si de verdad estuviera dando cátedra—. Vamos, de pie amici —sin burla en la voz, le extendió la mano a Donovan.
—Diablos es demasiado bueno —dijo el hechicero a su amada apenas conteniendo la emoción—. Carajo, es muy bueno.
—Donovan es muy transparente en sus acciones para pelear.
—No es tan fácil como tú crees —dijo claramente ofendido.
—Por otro lado, pensé que quienes dirigían la nave eran esos dos —dijo la mujer dejando claro que no se retractaba o discutiría sus ideas.
—Bueno, dedos dijo que estábamos navegando aguas tranquilas por ahora y que seguíamos un curso fijo, así que solo dejo a un marino vigilando el rumbo. Aunque, menciono que surcamos aguas tan calmadas que, una piedra atada al timón valdría lo mismo.
—Ya veo.
—Porque no lo intentas —retomo el tema—, no te costaría nada y creo que esos dos serian igual de gentiles y pacientes al enseñarte como yo lo haría. Por lo menos dedos de oro lo seria.
—Deje clara mi postura sobre esto de aprender a pelear, a mi me basta con observar.
—Como tú quieras, pero, recuerda que no todo se aprende en los libros o viendo nada más.

Sin decir más, el hechicero dejo a la dueña de su amor parada, observando, como, aparentemente se la pasaba haciendo toda su vida.

Las lecciones sobre combate siguieron en los días siguientes. Flogging no siempre estaba presente en ellas al igual que Donovan, incluso era raro que los dos coincidieran. Por un lado, Flogging tenía que supervisar más cosas de la nave y a los marinos a su cargo, esa tarea solo se facilitaba gracias a que el tahúr realmente se esmeraba en aprender rápido los secretos de la navegación, dándole más tiempo a su capitán para otras tareas. Por su parte, Donovan en medida de lo posible y con el consentimiento implícito de Flogging, procuraba ayudar en lo que podía también. Desde tareas como tener un conteo de las reservas hasta vigilar el comportamiento de los subordinados para que la vendetta navegara en paz.

Pasadas varias lunas desde el inicio de su travesía en mar. Flogging empezó a unirse a sus camaradas de nave en las noches de ron y cantos marinos. No siempre estaba codo a codo con su tripulación sobre la cubierta, varias de esas noches de hecho las pasaba en vela navegando. Sujetando con la diestra el timón y con la siniestra una botella de ron, o como él le llamaba por costumbre de otra época de su vida: rumbullion. Precisamente, en varias de esas noches que Flogging estaba en el castillo de popa, se le unieron Donovan y stregone. Era curioso como a veces, pese a sus diferencias, los hombres por instinto se buscaban y se reunían bajo la luna a hablar de sus vidas.

En una noche con luna llena y un cielo despejado y claro, se encontraban reunidos esos tres. El capitán parado delante del timón, representando como el que más su papel de dirigir la nave y salvaguardar su carga. El tahúr se encontraba recargado en el barandal, con la botella en la mano y tranquilo, pues era su descanso y además ya tenía estudiado lo que su mentor hacia en esos momentos. Finalmente, el mago estaba sentado, recargado en el barandal a un lado del jugador; el cielo se refleja en sus pupilas, llevando su mente a lugares distantes.

Era una noche preciosa sin duda.

—Bueno, es un gusto tenerlos aquí nuevamente —dijo dedos serio—. Es algo aburrido y solitario el hacer la guardia nocturna.
—Yo estoy aquí por el ron —dijo Donovan sonriente, igual que siempre—. Tenía mis dudas de que abandonaras tan rápido el whiskey, aunque no me extraña, es delicioso este néctar ámbar de los dioses.
—Bueno, yo realmente vine a mirar el cielo, es algo mágico para mí. La naturaleza y las palabras son dos de mis pasiones —tomo de la mano del tahúr la botella y le dio un trago—. Y no puedo negar que este licor tiene un saber que te atrapa.
—Como dije, es un placer contar con su compañía —ironizo dedos—. Por lo menos son honestos, al menos ahora.
—Yo siempre he sido honesto, al menos conmigo mismo —le arrebato la botella a stregone y le dio un gran trago—. Podría acostumbrarme a esta buena vida.
—Yo también soy honesto siempre, al menos con mi alma amada.
—Bueno, yo me refería a que seamos honestos entre nosotros, después de todo somos compañeros —se dio la vuelta recargándose en el timón—. Dame la botella y el tiempo.
—Toma —le lanzo la botella—. ¿Viste? No derrame ni una gota.
—No me gusta que se desperdicie mi bebida —dijo serio—, puedo tolerar muchas cosas, pero el licor deberías tratarlo con cuidado, es importante.
—El reloj de arena ya ha marcado treinta minutos —stregone se puso de pie y giro el artefacto de tiempo.
—Llámale ampolleta, ese es su nombre para los navegantes —le corrigió con educación dedos.
—Me sorprende que aun uses un artefacto tan viejo para navegar.
—Bueno, así aprendí a navegar y mientras me funcione, lo seguiré haciendo —le dio un gran trago a la botella, vaciándola por completo—. Me temo que contigo será lo mismo, a menos que aprendas a navegar con alguien más.
—Por ahora me basta contigo. Pensé que esa botella duraría más —dijo el mago rascándose su barbilla.
—Somos tres, es natural que una botella dure apenas una ampolleta, más tomando en cuenta que le dan sendos tragos que pareciera que mueren de sed.
—Bueno, toma en cuenta que el stolto debe ahogar sus penas, que ahora son más. Con la espada y su amada.
—Te derretiría esa cara de bufón que tienes…
—Pero somos compañeros —le corto Flogging.
—¿Por qué tanta insistencia en eso? —Cuestiono el jugador.
—Porque me gustaría sentirme seguro cuando tengamos que jugarnos el pellejo. Muchas riñas de este estilo vi en el pasado —la cara del capitán se torno sombría al evocar su pasado—. Muchas vidas se perdieron por tonterías y mal entendidos que bien pudieron arreglarse simplemente hablando o siendo más flexibles.
—Eso de ser flexible es muy importante para ti —dijo stregone—. Lo repites al hablar sobre pelear e incluso aquí.
—Adaptarse es vital para sobrevivir, eso lo aprendí desde que era niño.
—¡Oh no! Ahora vendrá una triste historia sobre tu pasado ¿Verdad? —El jugador saco de su gabardina otra botella—. Esta vez, beberemos whiskey —dijo con alegría.
—No quisiera aburrirlos esta noche con mi vida —Flogging se cruzo de brazos y sonrió—. Me gustaría más escuchar sus historias. Déjame dar el primer trago, te lo exijo como tu capitán —bromeo.
—Solo te daré el privilegio por ser generoso y no aburrirnos con tu pasado.
—Vaya, de manera que no quieres hablar de eso en verdad —tomo la botella, la destapo y le dio un trago—. Ni tú historia ni la mía, entonces, solo quedas tú —apunto al hechicero con la botella—. Dale un buen trago al aqua vitae para que te afloje las palabras.
—Saben, yo esperaba más de este viaje —dijo tomando la botella y sin dejar de observar la luna y el majestuoso cielo nocturno—, por alguna razón yo esperaba más de esto. No nada más entrenar, comer y emborracharme por las noches, me recuerda a mis días sirviendo en los barracones…
—¡Fuiste militar stolto! —exclamo sumamente sorprendido.
—Preste servicio, apenas un año y ni siquiera fui soldado. Me dedicaba a archivar y ese tipo de cosas.
—De manera que te hartaste y huiste ¿No?
—Muy intuitivo mi capitán —dijo sonriendo y mirando la botella con nostalgia—.Era otra época de mi vida definitivamente. Como sea, yo pensé que para estas alturas estaría viviendo grandes aventuras y conociendo diversos misterios del mundo… no nada más repitiendo un capitulo de mi vida —le dio un pequeño trago a la botella—. Creí que esta historia trataría de aventuras, de duelos, de joyas y de seres fantásticos —se estiro un poco y le dio la botella al tahúr—. Es demasiado tranquilo.
—Vamos stolto tú no estás hecho para las emociones fuertes —le dio un trago grande a la botella y se seco los labios con la otra mano, satisfecho totalmente—. ¡Ah! ¡Qué delicia!
—Estamos navegando aguas tranquilas y no hemos tocado tierra todavía —con felino movimiento le arrebato la botella al jugador y se empapo los labios de licor—. Ya vendrán las aventuras, las peleas por salvar el pellejo, la fantasía y el dinero…
—Eso es verdad, me preguntaba justamente hacia dónde vamos. Precisamente, la isla del sentimental Johnny no está a la vuelta de la esquina…
—Yo tengo una vaga idea de a dónde vamos.
—Tú no eres navegante, que podrás saber tu stolto.
—Anima a estado siguiendo la ruta que trazamos desde que partimos de puerto, según sus cálculos, debemos de estar a unos días de llegar a la isla de Malegria. —explico ignorando completamente al tahúr.
—Así es —dijo Floggin sonriendo complacido—. Estamos a una semana de ese lugar. De ahora en adelante, empezare a darle más crédito a esa mujer, al menos está demostrando que sus conocimientos van más allá de lo esperado.
—Modestia aparte, mi anam es una erudita y muy confiable.
—A mí lo que me gustaría saber, es la historia de cómo dos personas tan distintas están juntas —dijo el tahúr estirando la mano para que le dieran el whiskey—. Venga, dame la bebida —el filibustero le paso la botella, en vez de tomar en el acto su trago, la alzo al cielo mirando cuanto licor le quedaba—. Son sin duda una pareja peculiar.
—Me imagino que lo mismo piensan de nosotros todos los marinos que contrataste —dijo el capitán revisando el timón y su curso—, después de todo, ninguno de nosotros cuatro parecería que embonamos en personalidad…
—Y aun así —intervino el mago—, nos estamos acoplando y llevando bien —finalizo su oración sonriendo de oreja a oreja.
—Exactamente —concedió el navegante de la vendetta.
—Y sin querer todos estamos aprendiendo algo mientras estamos en tu nave e incluso nos llevamos bien, no es así. ¡Que me aspen! Tus habilidades de persuasión son más discretas pero de una efectividad contundente.
—Es el curso natural de las cosas. Simplemente, tenía que pasar, si vamos a trabajar juntos, debemos crear un lazo de confianza mutuo, para que nuestras futuras tareas sean más llevaderas.
—Lengua de oro deberíamos llamarte de verdad —dijo entre broma y verdad el tahúr—. A veces, pareces algo más que un simple filibustero de renombre.
—Quien lo diría —sonrió Flogging—, de manera que ahora estas mostrando interés en mi historia.
—No recuerdo haber dicho algo parecido.
—A veces, lo que no dices, es lo que habla por ti —sonrió nuevamente—. Pensé que alguien como tú, que salva su pellejo con la palabra la mayoría del tiempo, lo sabría.
—Como sea —el tahúr le dio la botella al mago—, todos tenemos una historia detrás, para que arruinar el misterio contando ahora todo —se desperezo y camino hacia las escaleras—. Despiértenme cuando me toque dirigir la nave —finalizo su participación de esa noche con una despedida de mano.
—¿Tú no te sientes cansado? —cuestiono el mago, mirando con algo de asco la botella en su mano.
—Realmente no, aunque parezca mentira, me siento más vivo que nunca.
—Debe ser que estás en tu elemento de nuevo —con cuidado puso la botella a su lado.
—Soy un animal terrestre —se mofo.
—Sabes a que me refiero, esto aparentemente es lo tuyo. Además, creo que te hacía falta salir de ese letargo impuesto, de hecho, probablemente eso seguro te mataría a la larga.
—No creo que sea para tanto —dijo permitiendo que su vista se perdiera en la inmensidad del mar.
—Bueno, no me refiero a una de esas muertes violentas o que se hacen leyendas —el mago se puso de pie con el alcohol en su diestra—, sino más bien a esos decesos por pena, por tristeza —se puso nuevamente junto a la ampolleta y le dio su merecido giro—, como si una fuerza misteriosa te robara la vida o un ser de penumbra te chupara el alma.
—Tal vez sea eso —concedió el filibustero mientras que en su rostro, como por arte de magia, el peso de sus aventuras y de los años se marcaba en sus facciones.
—Bueno, llevamos dos ampolletas…
—Está bien, faltan seis para que siga el turno a shamrock, puedes ir y descansar, no hay ningún problema stregone.
—Está bien —dejo la botella de whiskey junto a la ampolleta y camino a las escaleras.

Sin intercambiar más palabras, el hechicero dejo al solitario capitán de la vendetta navegar, no solo el océano de este bello y misterioso mundo, sino también surcando esos recovecos de su mente que le regresaban esos recuerdos, esos pesados e inolvidables recuerdos de lo que parecía, otra vida.

En los días subsecuentes las cosas se mantuvieron con cierta normalidad. Anima observándolo todo y leyendo, stregone tratando de mejorar o tal vez, obtener, habilidades para el combate físico, shamrock desempolvando sus técnicas de batalla y aprendiendo a navegar y finalmente dedos de oro, bueno, lo cierto es que se mantuvo de buen ánimo y siempre al tanto de todos los deberes de que tenía como capitán de su embarcación.

Como dato curioso, cinco días después de esa plática y de los cálculos de Flogging y anima, anclaron al fin en la isla de Malegria. Uno de tantos puertos que servían de sitios de paso para travesías más largas. Esta isla, a diferencia de la isla de la tortuga no era un sitio sin ley o que fuera punto de reunión de piratas y similares. Malegria era un sitio que se respetaba y que permanecía neutral ante todo tipo de trifulca de los sitios que le rodeaban, por lo cual era un lugar perfecto para escapar de una guerra y tener una buena vida. Por otro lado, sería ingenuo creer que esta isla estaba libre de problemas o de piratas. Sí, se tenía un control y leyes en el lugar, pero lo cierto es que el sitió era el lugar ideal para tener encuentros clandestinos con mercenarios o piratas, justamente por su neutralidad.

Desembarcaron al medio día, nada más al poner pie en su blanca arena se sintieron un poco raros todos, era natural, finalmente era tierra firme, extrañarían el vaivén del mar. Una vez que aseguraron perfectamente la nave, Flogging mando a sus marinos a tomar un descanso y les dio una parte de su paga para que se “divirtieran” como más les apeteciera. Se acordó que se reunirían en el muelle nuevamente en dos días.

—Bueno, ahora deberíamos ir a una buena taberna y beber hasta que perdamos la conciencia —propuso Donovan con una sonrisa en el rostro.
—No me gusta beber.
—Me estoy empezando a cuestionar si te gusta vivir de hecho —dijo molesto por el desaire a su propuesta.
—Cada persona disfruta de diferentes maneras —dijo la mujer de ébano sin inmutarse—. Yo disfruto leyendo, no bebiendo.
—Vaya, rimaste sin querer mi amada anam.
—Si me gustaría escuchar la historia de cómo estos dos terminaron juntos —se acerco a Flogging y le dio un codazo en las costillas— ¿No te gustaría saberlo a ti también?
—Atentos —Flogging caminaba con calma y parecía inmerso en su conversación, pero miraba con desconfianza a la mayoría de gente con que se topaban—. Algo va mal aquí —dijo en tono confidencial—, todo están muy atentos a lo que hacemos, eso no me gusta.
—Desde que desembarcamos nos han estado mirando, de hecho, creo que incluso nos están siguiendo —ánima lo dijo al tiempo que miraba hacia atrás a un trió de sujetos que iba a unos metros detrás de ellos.
—Creí que era solo mi imaginación…
—Tómalo con calma stolto, es natural, somos un grupo pintoresco y además toma en cuenta que dedos y yo no podemos pasar desapercibidos.
—Yo diría que quien no pasa desapercibido es shamrock —dijo ánima a sus compañeros—. Todos los que nos han visto, lo miran con especial interés a él.
—De manera que a esto hemos llegado —Flogging sonrió de una manera distinta a como le habían visto en los días anteriores, era una sonrisa que oscilaba entre lo salvaje y la locura—. Te dije que las peleas para salvar el pellejo ya vendrían stregone.
—No esperaba que fuera tan rápido, ahora me arrepiento de mis deseos.
—Es él —dijo un hombre a otro que iba saliendo de un prostíbulo—. Es el que esa mujer busca.
—¿Mujer? —Pregunto con algo de temor en su voz Donovan— ¿Qué mujer me busca granuja?
—Una mujer, que aparentemente tiene mucho interés en ti —él y el otro hombre les cerraron el paso. Entonces, desenfundo su acero—. Tanto interés como para haber puesto una buena suma por llevarle tu pellejo.
—Los otros que nos seguían ya nos están cerrando la huida también —señalo la mujer.
—No puedo creer que terminamos en una calle apretada en la que no podremos huir —dijo stregone claramente nervioso—. Esto no me está gustando.
—A mi tampoco, sobre todo la parte de la mujer —desenfundo su espada—. Me gustaría que dieras nombres.
—Ya podrás preguntárselo cuando te llevemos con ella.
—Espero que nos dé más dinero por llevar a tus amigos —dijo el segundo hombre desenfundando también.
—Llego la hora de ponernos a prueba —Flogging dio un paso al frente y con su izquierda detuvo a Donovan—. Tú y stregone encárguense del trio, yo me encargare de estos dos, tú mantente atenta y en el centro ánima.
—Eso será fácil —dijo la mujer sonriendo.
—¡Atento stolto! No puedes permitirte dudas en este momento.
—Está bien —hincho el pecho y respiro hondo para calmar sus miedos—. ¡Estoy listo!
—Bueno, de modo que no quieren cooperar —Flogging desenfundo su acero y lo giro dos veces, no dejo de sonreír ni un solo momento—. Tendremos que hacer esto a la fuerza entonces.
—Te costara trabajo hacernos hablar, no somos espadas a sueldo cualquiera —dijo el segundo sujeto.
—Cuanta gente hay en estos mares, que gusta de vender barata su piel.

Dijo dedos de oro sonriendo con malicia mientras se lanzaba al ataque.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Aunque tome toda una vida - Capitulo Tres.

Capitulo Tres: Confianza.



El filibustero salió a su encuentro con el apostador. Su camarada de futuras trastadas y viajes estaba tranquilo fumando un poco de tabaco que aparentemente él había liado con sus propias garras.
El tahúr expulso lenta y elegantemente el humo de su tabaco por las fosas nasales. Estaba tan calmado y parecía tan alegre como siempre. Era raro tomando en cuenta que hacia menos de dos minutos había puesto al límite la voluntad de un joven que, sin duda alguna, a la menor oportunidad trataría de calcinarle su lengua y el rostro.

—Todo bien ¿Verdad amici? —pregunto el hombre que confiaba en su suerte.
—Me preocupa el viaje que haremos. Temo que gracias a tu evidente habilidad para hacer enemigos, la travesía sea más larga y pesada de lo que esperamos.
—Bueno, no deberías preocuparte de lo que aun no ha sucedido— exhalo un par de bocanadas de humo en forma de círculos.
—Me temo que si no me preocupo yo, nadie más lo hará—puntualizo.
—Por favor, de haber sabido que ya viajaba con una mujer— Donovan señalo a Flogging con su cigarro sonriendo burlonamente— nos pudimos haber evitado todos los problemas y preguntas de hace unos minutos.
—No me agrada tu tono. No me ofende la comparación —la voz del filibustero sonaba como una sutil amenaza—, lo que me preocupa, es viajar con gente que no es lo suficientemente precavida. No he sobrevivido en esta “labor” solo por suerte.
—Yo tampoco aunque no lo creas— el jugador lo dijo con un tono fastidiado, como el que usa justamente la gente que está harta de ser subestimada—. No te contare mentiras sobre mis habilidades para pelear o para disparar una pistola, pero, si te soy sincero, soy más que una cara bonita que va por el mundo acostándose con mujercitas ingenuas, embaucando a viejos idiotas y aprovechándome de los imbéciles en general. Del mismo modo se que tu tampoco eres llamado dedos de oro por tu habilidad con la espada, para el robo o la pelea a puños limpios. Sé que tú tampoco eres un mercenario marino a sueldo más. Así que me gustaría que nos tratáramos con el “profesionalismo” que merecemos, no te mentiré, me gusta llevar las cosas de manera cordial, tener un trato agradable y divertirme. No te ganaría sin duda alguna en combate si me pusieras bajo esa prueba, pero tampoco creas que no me atrevería a responder. No confundas mi cortesía —Donovan miro a los ojos a Flogging y le regalo una sonrisa de piedra—, con debilidad de carácter ¿Quieres? — el discurso finalizo al mismo tiempo que le posaba una mano en el hombro a su colega.
—Hasta que no me demuestres lo contrario—lentamente hizo a un lado la mano de su compañero—, me temo que tendré que poner en duda tus habilidades. No te lo tomes personal, pero es la manera en que me gano la vida.

La mirada que había hecho Donovan, la sonrisa, el tono de voz y la pose eran un claro ejemplo de un tipo que sabía que su palabra valía mucho y se ejecutaba a la orden. Era la manera en que una persona de carácter noble o de alto rango se dirigía a los demás.
En el acto todo eso pareció un vil teatro al momento que los ojos color miel del filibustero se clavaron en los del apostador. Lo que en ellos se leía no era la dureza de una actuación bien ensayada y perfeccionada con la práctica, nada de eso. En esos ojos Donovan observo un temple inquebrantable, como una voluntad y firmeza que prevalecería aunque costara la vida llevar a cabo la tarea.

Ese tipo de mirada ya se la había encontrado antes, es más, sin duda el también la había tenido recubriendo sus ojos. Se le solía ver en tres tipos de personas, o al menos, era en ese tipo de gente en que el tahúr la identificaba: en las personas que se jugaban la vida tratando de sobrevivir a la muerte en una de sus múltiples facetas, a los que amaban de una manera tan intensa que estaban dispuestos a retar al destino y a los desgraciados que creían que ya no tenían nada que perder.

En ese instante, el se preguntaba mientras observaba esos ojos color miel, a cuál de las tres opciones pertenecía el sujeto con el que forjo su alianza.

—Te compro tu idea—suspiro—, solo porque leo en tu mirada… honestidad—dijo despacio, tratando de medir la reacción de dedos ante esa palabra y el claro tono de duda y falsedad con que la pronuncio.
—No quisiera cuidar mi espalda de ti también —sorprendentemente, Flogging se relajo al decir eso—. Ya tendremos bastante de que preocuparnos en el viaje y quisiera poder utilizar tus servicios en el futuro, del modo en que ahora usas los míos en el presente.
—Ya me parecía demasiado hermoso para ser verdad—Donovan sonrió aliviado también—. Por un momento creí que estábamos a punto de darnos la mano en señal de amistad— dijo irónico.
—Me gusta ser claro—respondió secamente mientras arqueaba su ceja derecha—. Es así de simple.
—Bueno como sea. Sin resentimientos mein freund— la sonrisa de Donovan esta vez parecía nacida del alma—. Y para que creas en mis palabras, te agradezco que me salvaras la vida, dos veces seguidas allá adentro.
—Bueno, como te dije, quiero contar a futuro con tus servicios.
—Vaya que eres un tipo seco eh— la cara del jugador se volvió una cruza entre mueca de incomodidad y burla—. Bueno, dejando a un lado esto llego la hora de partir.

Al instante que dijo eso, el hechicero salió sudando por la puerta de la vieja casa. Se notaba realmente agotado y desganado, pero aun así, trato de mantener su aplomo lo mejor que pudo.
—No puedo creer que hayas salido tu primero stolto antes que tu amada.
—Estoy aquí—la voz carente de emoción de la mujer sobresalto al tahúr y al filibustero—. Salí detrás de dedos de oro.
—¿Qué tipo de brujería es esta? ¡Jamás percibí tu presencia! —Donovan estaba genuinamente impresionado.
—Yo tampoco lo note—Flogging se escuchaba menos sorprendido que shamrock, pero claramente también le había tomado por sorpresa.
—No es ningún tipo de magia—intervino stregone—, es una especie de habilidad natural que ella posee, así como el ser fría o carecer de emociones.
—Bueno eso es lo de menos. Pongamos en marcha— el filibustero le resto importancia a esa revelación con sus palabras.
—Ser invisible—Donovan miro a stregone con el semblante irritado ligeramente—, va más allá de ser una simple habilidad tonto.
—Realmente no es una habilidad—intervino la mujer—. Es fácil de entender tomando en cuenta que sus sentidos estaban focalizados en intimidar y discutir más que en lo que los rodea. Que como, dijo dedos de oro, cometas el error de no ser lo suficientemente precavido, no podría ser llamado habilidad.
—Supuse que estábamos en un lugar apacible —esas palabras sonaron más a disculpa que a explicación.
—Como dije, no puede ser llamada habilidad esa falta de pericia— finalizo la mujer.

Shamrock se molesto bastante al escuchar a la mujer refiriéndose de ese modo a sus “artes” de supervivencia. No le molestaba tanto el que señalara probables defectos, porque desde luego, el no daba crédito a que se equivocara. Lo que irritaba al pirata se encontraba en ese tono de voz carente de emoción. No podía saber si se burlaba, si lo decía para joderle, si le criticaba de modo positivo, es más, no tenía idea si era un comentario y nada más. Querer descifrar a esa mujer era como tratar de romper una piedra a puñetazos.
Controlando sus deseos de abofetearla para entender a que se refería, el tahúr opto por simplemente dedicarle su sonrisa zalamera más elaborada, darse la media vuelta, y atragantar en su garganta todos los improperios que se le ocurrían.
La mujer se quedo de pie, como estatua de pedernal mirando cómo se alejaba en el camino. Dedos les llevaba bastante terreno recorrido, Shamrock ya había marcado su distancia lo suficiente también.
En ese momento, stregone se acerco a su amada y la tomo con suavidad del brazo.

—Entonces, mi amada anam ¿Piensas que esos tipos se mataran a la brevedad?
—Tienen problemas. Combaten a sus miedos interiores, eso es todo.
—Pero, me gustaría sacar provecho de esta situación tensa que se les presenta, mi querida anima.
—Solo tienen problemas, eso es todo —la mujer comenzó a andar y alejo a su amado con gentileza—. Ellos tienen problemas, como todas las personas— dijo con un tono que por primera vez mostraba un brillo de emoción. Una molestia latente se palpaba en sus palabras—, mi amado hechicero.

Stregone se quedo petrificado ante ese último comentario. Fue tal su impresión que la fuerza en sus dedos se extinguió y sus pertenencias terminaron desperdigadas en el piso.
Y a pesar del ruido que sus objetos habían hecho al chocar con el piso, fue tal la impresión del hechicero que tardo unos instantes, no en notar que el piso parecía un improvisado puesto ambulante de rarezas mágicas, sino en regresar a la realidad y percibir correctamente el tiempo de nuevo.
Para alguien versado en el poder de las palabras y los pensamientos, como él justamente, un par de palabritas con el tono correcto, bastaban para hacer que deseara morir.

Después de caminar en silencio bastante tiempo, llegaron a los muelles, en concreto al atracadero siete.

—Vaya, de esto se trata la suerte —dijo el tahúr sonriendo con el cigarrillo en los labios—. The lucky seven mis amigos, es así y nada más.
—Es solo una coincidencia. No espero que bajes tu guardia por creer que la suerte te sonríe.
—Mi estimado dedos, así es como las personas de poca fe llaman a la suerte, azar. Yo en cambio, que por fortuna soy un hombre que forja su suerte, la llamo compañera y amiga. No bajare mi guardia, solo me he puesto de mejor humor.
—Yo a la única compañera que conozco es a la soledad —dijo seco y serio Flogging—. A pesar de todo, te agradezco que tomes en cuenta mis palabras y avisos.
—Bueno mi querido bandito, tu fama te precede después de todo, además, no tengo duda alguna de que la muerte a tratado de ser más que una amiga para ti.

Dedos dio la vuelta para verle a la cara. Se sostuvieron la mirada un par de segundos. El semblante del pirata no cambio ni un poco de esa cara alegre y animosa. No se notaba ni burla ni otra emoción en su cara. Flogging le sonrió de manera sincera y se dio la vuelta de nuevo.

—Tu nave es una urca —señalo la mujer de ébano.
—De todos me hubiese esperado que supieran, menos de ti mujer.
—Leo bastante de todo tipo de objetos, no te extrañe que conozca más cosas.
—Esa embarcación no es un objeto —la cara de Flogging mostraba cierto enojo por esa palabra—, es mi más preciada posesión. Su nombre era triunfo, así, a secas. El hombre que había destruido mi nave en ese entonces poseía esta belleza… fue de ese modo que mi vieja tripulación y yo lo combatimos a él y a sus hombres sin tregua y cuartel por tres noches. Fue una de las peleas más bestiales en las que he estado. Al final triunfamos. Le robe el triunfo y lo deje abandonado en una isla a él y varios de sus hombres, de acuerdo al maroon. Y este bello barco fue modificado un poco y se le rebautizo como el vendetta, en honor a la manera en que lo obtuve— finalizo orgulloso y cruzando los brazos en el pecho.
—¿Te enorgullece ese barco? —Donovan estaba genuinamente impresionado.
—Es un tesoro para mí. Cada tercer día venia a darle mantenimiento. A veces solo salía para eso. Lo cuido tanto como a mí mismo.
—Por lo que he oído de él, eso ya es mucho decir—dijo Stregone en voz baja a ánima.
—Tu fama sin duda alguna te precede amico.
—Eso es lo de menos. Este barco es muy valioso para mí. No solo ha sido una buena nave, me ha salvado la vida y me ha traído completo de muchos negocios, sino que además es una de las mejores embarcaciones que he capitaneado o incluso visto en el mar. De manera que, agradecería que no se refirieran a ella como un pedazo de madera cualquiera— su voz sonaba una orden más que una petición amable.
—¡Quién lo diría! Tú también tienes sentimientos después de todo— dijo sonriente Donovan.
—Nunca dije lo contrario— el rostro del filibustero se torno serio nuevamente—. Creo que solo he puntualizado que a los malos pasos debemos darle prisa, y que no creo todo lo que se dice en el mundo —finalizo mirando a la mujer de ébano.
—Al menos hasta no verlo, como las sirenas— dijo ánima mirándolo a los ojos.
—¡Touche voleur!
—Es un punto que no puedo debatir— dedos miro fijamente a la rabdomante.
—Sin importar todos los lugares que hayas visitado, las personas que te encontraras en el camino y las habladurías que pasaran por tus oídos, debes recordar que el mundo es muy grande y guarda grandes misterios todavía.
—¡Deja de aburrirnos stolto!
—Te doy la razón en parte—dijo Flogging ignorando al tahúr—. La mente es sin duda como el mar, siempre podemos expandir nuestra visión y encontrar nuevos horizontes.
—Aunado a ser un tontorrón emocional, ahora también eres un filosofo de mar ¡Cuantas sorpresas nos estas dando dedos de oro! O tal vez te vendría mejor lengua de oro, por tus elegantes palabras y pensamientos tan profundos…
—No recuerdo que te burlaras de ese modo cuando mi pistola salvo tu grasienta cara de niño de ser desfigurada por el fuego de ese tipo.

Para sorpresa de todos, el filibustero al terminar de decir su respuesta se rió con mucha alegría y chasqueo los dedos al dejar callado, ya fuese por la impresión o la respuesta, a Donovan.
Después de todo, el jugador ya no sabía a qué atenerse con ese sujeto. Hacía menos de una hora estaban discutiendo acaloradamente. Cinco minutos atrás miraba con ojos de amor a su embarcación y ahora se reía y seguía el juego de burlas como si fuese lo más natural. Era un tipo más raro de lo que se decía por los arrabales… o tal vez estaba muy loco.

Saliendo de su estupefacción, Donovan y stregone apresuraron el paso para subir al barco y ponerse al corriente de la situación.
Raudos como solo podían serlo ese desigual par, subieron a la cubierta a través de un tablón de madera y encontraron a todos los marineros contratados previamente haciendo un círculo alrededor de Flogging.

—Eso es lo referente a la paga— el tono de voz de Flogging sonaba autoritario—. Con respecto a las reglas—de uno de los bolsillos sustrajo un pedazo de papel—, que acataremos sobre la nave son las siguientes…
—¿Qué diablos esta haciendo? —cuestiono stregone en voz baja a shamrock.
—Les está leyendo el chate partie —miro al mago y suspiro—. Es algo así como un código a seguir sobre la nave, son las “reglas” de la nave.
—No tenía idea que fueran tan organizados los piratas.
—Dedos de oro es un filibustero. Ha navegado bastante tiempo y ha sido un reconocido capitán en diversos abordajes. Por supuesto que él es organizado. Lo que jamás había visto era que alguien leyera su tripulación el código…
—Bueno supongo que no todos sabrán leer…
—Exactamente stolto— dijo con fastidio y poniendo en blanco los ojos el tahúr—. La mayoría de navegantes abusa de que su tripulación es estúpida o carente de la instrucción básica. En cambio, ese sujeto les está haciendo conocedores de ellas… para que sepan a qué se atienen. No lo entiendo.
—Bueno, ese tipo de conducta habla muy bien de su persona—dijo stregone sonriendo instintivamente—. Eso demuestra que podemos confiar en él.
—¡Bah! Tal vez simplemente quiere hacerse el bueno para ganarse a la tripulación o evitar llevar en su conciencia el cargo de matar lentamente a alguien con el maroon.
—Sea la razón que sea. Esta es una manera sumamente honrada de actuar, lo mires por donde lo mires. Incluso si buscara obediencia… no se la está granjeando por la fuerza y el miedo.

El apostador abrió los ojos ante el hecho de que no pudo objetar nada más. Era verdad, pocos eran los navegantes del océano que se tomaban esas molestias. Usualmente la mayoría, igual que el mismo, pensaban en la tripulación como perros sacrificables por su beneficio. No los consideraban personas, sino viles monos que atendían una tarea determinada y que, como esos mismos animales, eran reemplazables.

Definitivamente, Donovan no sabía a qué atenerse o que esperar del filibustero.

—Ya ha terminado de leer—dijo el mago sacando de sus reflexiones al tahúr—. ¡Vaya, todos se dispersaron sin rechistar! Están de acuerdo entonces con lo que les dijo.
—¡Eh, shamrock ven acá! — le gritaba dedos de oro desde el alcázar.
—Te llama dedos de oro— le informo ánima.
—Ya le escuche, no soy ningún sordo— respondió molesto el pirata y se encamino a donde estaba el capitán.
—Dedos me pidió que clavara esto en el palo mayor— le extendió a su amado el papel amarillento—. Es lo que les leyó a los marineros.
—Que interesante. Déjame verlo que no tuve la oportunidad de escuchar de que trataba todo esto, al menos completamente.
—Yo si lo escuche, estaba a un lado de él cuando lo leyó.
—Quisiera leerlo por mi cuenta amada mía. Veamos… —con su diestra sujetaba el papel a la altura de su rostro mientras que con la siniestra se acariciaba el mentón—. Ron y comida para cada marinero. Se deja de beber a las 9 y se apagan las velas. Si alguien desea seguir bebiendo lo hará en la cubierta principal. No hay peleas en la nave, hasta llegar a tierra firme y se combate de forma honrada… vaya. Incurrir en una falta grave acarrea el castigo del abandono o maroon… ya lo he escuchado, pero no sé que es ese castigo… ¡Espera! — El hechicero agarro con ambas manos el papel y releyó lentamente, como si lo que había leído antes hubiese sido un juego de su mente—. Aquí, en la parte final donde habla de los pagos y los rangos de la tripulación…
—Estamos en calidad de altos puestos.
—Me doy cuenta…Dedos de oro Capitán, claro eso era más que obvio. Shamrock es considerado capitán, solo que por debajo del capitán de la nave. Stregone es el sub alterno de shamrock…que significa eso de subalterno—pregunto más al viento que a alguien en concreto.
—Tú respondes a shamrock y ustedes dos responden a dedos de oro. En concreto tú no tienes autoridad para mandar a nadie en sí, pero del mismo modo te hizo intocable ya que te dio un puesto de apoyo para otro capitán.
—Creo que siempre he amado tu manera tan analítica de ver las cosas—dijo con cara de tonto mirando a los ojos a la mujer.
—Si ya terminaste de leer, quisiera ir a clavarlo como me encomendó el capitán—dijo secamente y haciendo caso omiso del cumplido que le prodigo su amado.
—Aun no término —dijo confundido el pobre hechicero. Claramente no esperaba una respuesta tan fría por parte de ella—. Ánima, tú tienes un cargo especial, eres adivina.
—No es ningún cargo especial, a eso me dedico.
—No lo entiendes, y me sorprende. Después de todo habiendo leído tanto creí que entenderías más sobre lo relacionado a la tripulación. Tu cargo no corresponde con nada que tenga que ver con una tripulación pirata, es más, incluso yo puedo ser considerado alguien con un cargo, pero tú, eres un caso aparte… y respondes ante Flogging “dedos de oro” solamente. Vaya, nos ha dado esos puestos para que nadie se meta con nosotros, parece como si fuéramos importantes…
—Tengo que clavar ese papel en el palo mayor, dámelo por favor— su voz monótona adquirió un leve matiz de autoridad al pedir el papel amablemente.
—¿No lo ves anam? Dedos de oro de algún modo esta depositando su confianza en nosotros, o por lo menos nos está dando la libertad de ir por el barco como si nada, es maravilloso.
—Sí, me lo imagino. Ahora entrégame ese papel, no quiero incurrir en una falta con el capitán.

Stregone le dio el papel casi inconscientemente, de manera mecánica. La mujer de ébano, como aparentemente siempre solía hacer, no le prestó menor atención a su amante, simplemente tomo el papel y se retiro sin percatarse de nada. Lo cierto era que en ese momento, el hechicero quedo fascinado por la actitud del filibustero para con ellos tres, de tal manera que fue en ese instante, que la semilla de la confianza se planto en su ser.

Donovan estaba de brazos cruzados mirando a Flogging desplazarse por todo el castillo de popa. No sabía por qué lo había llamado, solo le dijo que observara, y eso es lo que hacía. No entendía por qué y tampoco le importaba.
El filibustero finalmente dejo de moverse de un lado a otro. Dio un hondo suspiro y sonrió mientras acariciaba el timón de rueda de su embarcación. Era como reencontrarse con una vieja amiga. Se sentía además muy contento porque a pesar de todo lo dicho y sentido, amaba el mar y volver a navegar le hacía sentirse vivo y completo.

Tal vez por eso tenía mejor humor y había dejado de ser tan taciturno y distante. O simplemente su alma consistía en muchas más facetas que solo la de viajero de mar, filibustero y mercenario. No podría decir realmente que es lo que hacía que su alma se sintiera tan plena, pero tampoco era tan necio como para tratar de definir una emoción así, el prefería disfrutarla que analizarla.

—Bueno espero que hayas prestado atención a todo lo que hice, porque la siguiente ocasión que zarpemos de un puerto, tú te encargaras de eso amicus— lo último fue imitando la voz del tahúr.
—A mi no me interesa navegar. Puedo ser muchas cosas menos un capitán o navegante.
—Pues te tengo noticias, de ahora en adelante tú y yo seremos los que dirigiremos esta nave, a donde sea que vayamos, llegaremos gracias a nuestras dotes de navegación.
—No tipejo, estas mal esta vez— shamrock se enfureció. Sujeto de la camisa a dedos y lo miro directo a los ojos—. Yo no soy uno de esos peones que están bajo tus ordenes, recuérdalo, somos socios y no acatare tu palabra como si solo tu voluntad importara. Si he dicho que no navegare esta nave, es lo que pasara ¿capisci?

Flogging sujeto con firmeza el brazo de su socio con ambas manos. Haciendo acopio de fuerzas le dio la vuelta por encima de su cabeza y de un solo tirón lo levanto y estrello contra el piso de la nave. Sin soltarle el brazo se puso delante de él.

—Escúchame Donovan. No te vayas por la ruta equivocada. Lo único que quiero es poder hacer esta parte del viaje tranquilo. Confió en que tu naturaleza no permitirá que te arriesgues a muerte innecesariamente. Por eso, porque sé que salvaguardaras tu vida como nadie, quiero que tú dirijas a la vendetta, así podre estar tranquilo y preocuparme de otros asuntos cuando no sea mi turno de capitanear la nave —con un nuevo tirón, dedos puso en pie a su compañero—. No me defraudes tan pronto, además, como puedes decirte pirata si no timoneas una nave de vez en cuando.
—¡Suéltame alimaña! —De un manotazo el pirata quito la mano del filibustero— ¡Soy shamrock y como tal hago lo que se me dé la gana!
—Quieres que pasemos de las palabras a los puños… ¿Eso quieres realmente?
—¿Qué tan difícil de entender es el que no quiero nada que ver con la navegación y curo de la nave?
—Para mí es bastante difícil— dijo seco el filibustero—. Honestamente creí que te agradaría la idea. Además, es mi manera de mostrarte un poco del oficio, es como dar algo a cambio por tus futuros servicios. También quiero saber que tan de fiar eres en una nave, en todo sentido y bueno, creí que te agradaría porque si tu y yo capitaneamos la vendetta podremos viajar más rápido a que si solo yo lo hago. Entiendes que no es solo un capricho sino parte de los negocios y del trabajo de “socios” ¿Verdad?

El jugador no se esperaba una respuesta tan sincera de parte de su camarada. De hecho, ya había buscado con la mirada una espada para combatir al filibustero, pero, dada la sinceridad del capitán, se sintió desarmado, al menos su ira se apaga y perdió el ardor de combatir.
Desarmado en todos los sentidos reales y figurados de la palabra, Donovan se relajo. Dio un suspiro lastimero, de esos que dan los que se rinden y se rasco la cabeza. Se acerco a Flogging y le dijo en un tono quedo.

—No se navegar. Jamás aprendí a timonear nave alguna, a duras penas puedo dirigir una balsa de remos. Por eso es que no quiero navegar tu barco, porque no sé hacerlo.

Bien había dicho Flogging. ¿Qué pirata que se preciara de tener cierta fama no sabía navegar? Era irreal, como hablar de un ave de alas hermosas que no supiera como emprender el vuelo.
Al tiempo Donovan confesaría que ese era uno de sus más terribles secretos. De esas cosas que no se le cuentan a nadie por temor a parecer tontos, a que los tomen con menos seriedad o a que se burlen de ellos.
Shamrock esperaba eso ultimo. Desvió la mirada cuando confeso esa oscura verdad de su vida. No quería ver la cara del Filibustero, no soportaría ver su sonrisa burlona y detestaría escuchar sus carcajadas. No podía ser el mejor en todo, pero era verdad, el si era llamado pirata y la gente en general, ya estuvieran en el gremio marino o no, esperaría que mínimo tuviera nociones de navegación.

Y obviamente carecía de la más mínima habilidad y empeño para este oficio.

A pesar de todo, la burla jamás llego. Donovan miro a los ojos a Flogging y el permanecía impasible. Cuando sus miradas se encontraron el filibustero sonrío y le dio unas palmadas en el hombro.

—Pudiste empezar por ahí Donovan. Anda, agarra un barril de galletas o recárgate para que puedas verme y te explique cómo se hace, nunca es tarde para aprender —le dijo tranquilamente y sin quitar la sonrisa del rostro.
—Creí que te burlarías de mi —confeso aun apenado el tahúr—. Si lo hubieras hecho te habría rebanado el cuello, pero no has dicho nada ¿Por qué?
—Me sorprendió un poco si te soy sincero, pero eso no implica que deba mofarme de ti. No me convendría hacerme de un enemigo en mi propia nave y que goza de tantos privilegios como yo.
—Ya veo, eres practico dedos—dijo el tahúr recobrando sus bríos.
—Tampoco me burle porque no sería correcto. No me hace más hombre reír de algo así, no le veo sentido.

Donovan se sorprendió por esa última respuesta. Con más razón que antes, no sabía a qué atenerse con dedos. Ahora parecía que su corazón también estaba bruñido en oro por ese pequeño gesto de nobleza.
No puedo evitar el sentirse bien y sonreír en ese momento. Haciendo caso de su capitán, fue por un barril de alimento.
Sin quererlo, le había dado una lección de confianza y educación, uno de los hombres de peor fama del viejo país y de la pista de baile del diablo.

lunes, 12 de noviembre de 2012

El gran trato.

Capitulo Dos: Stregone (El gran trato).


El par de aventureros estaban sorprendidos, no tanto por el ataque que se había perpetuado en el lugar, o el hecho de que la mujer que respondía al nombre de ánima no hubiese movido un solo musculo ante la inesperada interrupción.
Lo que más les sorprendía, es que el sujeto que jugaba con el fuego envestido en una capa de viaje raída y vieja, no señalaba a dedos de oro, sino a shamrock.

—¿Qué te he hecho yo para que quieras atacarme? —preguntaba aun sorprendido el jugador.
—No dejare que mi ánima se vaya de “viaje” con un bastardo jugador mujeriego como tú.
—¿Te preocupa más que vaya con un tipo como él a que vaya con uno como yo? —cuestiono bastante sorprendido Flogingg.
—Tú no tienes fama de mujeriego que me importe—dijo indiferente el recién llegado—. Tú no me importas.
—¡Pero no quiero tener nada que ver con esta mujer más allá de lo profesional!
—¡Te matare antes de que otra cosa se cruce por tu cabeza!

La mujer en ese instante se puso de pie y le dio un tremendo derechazo en el estomago al que usaba fuego.
El golpe había sido dado con tal fuerza que el sujeto solo se arqueo en el aire y se desplomo cual muñeco de trapo, había sido algo increíble.

—¿Cuántas veces te he dicho que no te entrometas en mi trabajo?
—Pero mi amor—el hombre desperdigado en el piso cual estropajo hacia un esfuerzo contranatural para hablar claro—, el es shamrock un peligroso sujeto…
—Que está dispuesto a pagar por mis servicios de rabdomancia. Solo seré un zahorí y nada más.
—Espera… él le dijo “amor” a la mujer ¿Verdad? — Donovan miraba asombrado a Flogingg esperando respuesta.
—Sí, al parecer son pareja— contesto carente de asombro—. Eso explica porque no teme que su prenda amada parta conmigo, pero si contigo.
—Yo jamás pondría un dedo encima a una mujer con la que estoy trabajando, que sea adivina y mucho menos que sea tan mayor—lo ultimo lo expreso el jugador con cierto aire de desprecio.
—No creo ser más grande que tú—dijo la mujer de piel de ébano seria, no por enojo o molestia, simplemente porque su carácter era hosco aparentemente—. Pero si eso hace que mantengas una sana distancia, es mejor. De ese modo hare mejor mi trabajo.
—¡Me rehusó a esto totalmente! —el practicante de magia se levanto y alzo su mano derecha—¡No lo permitiré!

Un “clic” metálico y que sonó secamente en la estancia hizo callar al hombre que se negaba a permitir que su amor viajara con aquellos hombres de tan mala fama.
Antes de que enfocara claramente a Donovan o de que abriera la palma de su mano, Flogging ya estaba parado a su lado y le había incrustado el cañón de la pistola en la cabeza.

—No tengo nada contra ti honestamente—el filibustero hablaba lentamente, enfatizando cada palabra más que la anterior—; pero, no es como si necesitara una razón para jalar del gatillo.
—El caería muerto antes de que pudieras finiquitar mi vida.
—No me dicen dedos de oro por tener bien cuidadas mis manos precisamente.
—Tomémoslo con calma—el tahúr intervino metiéndose entre los dos hombres lentamente—. Con un tipo como él, las palabras elegantes como finiquitar no sirven amigo, mejor simplemente hazle caso al hombre. O mejor aún, podrías hacer caso a la voluntad de tu mujer y esto se zanjaría de manera elegante y sin sangre—con movimientos acompasados de sus manos, al mismo tiempo bajo con delicadeza la pistola así como la mano con la palma abierta que antes apuntaba su pecho—¿Estamos bien entonces?
—No importa su opinión—la voz pausada y sin emoción de la mujer interrumpió la negociación—. Quien decide que trabajos tomar y para quien trabajar, al menos la adivinación y la rabdomancia, soy yo. Él es punto y aparte. Ninguno de los dos requirió tus servicios como mago, encantador o hechicero, ni siquiera se te pidió un sortilegio pequeño o una infusión de algún tipo.
—Partiremos a la brevedad—de mala gana dedos guardo en su espalda la pistola—. Sería ideal que partiéramos lo antes posible a nuestra nave.
—Pero no quiero que vayas tu sola, me preocupo mucho por tu bienestar y la aprensión que me causa tu ausencia de por si es terrible, pero si vas con estos barbajanes probablemente muera de la preocupación amada mía.
—Por como habla, no me extraña que no quiera dejarla irse, sin duda no encontraría a otra mujer en toda su vida—shamrock lo dijo a dedos fingiendo un tono confidencial, justo para que el hombre del que se burlaba lo escuchara.
—Siempre dices el mismo tipo de cosas y aun así siempre regreso sana y con dinero. No veo de que manera o con que argumento podrías continuar esto de manera coherente o sin caer en lo absurdo.
—Qué manera de hablar tiene esta mujer—dijo el tahúr a su camarada— ¿No lo crees?
—¿Por qué me sigues hablando como si me importara? —pregunto Flogging arqueando ambas cejas y con gesto de molestia—. Solo encárgate de que venga con nosotros.
—Pero ese tipo no la suelta…

Era verdad. Mientras la mujer escogía y guardaba con sumo cuidado libros, péndulos y demás artilugios en unas viejas alforjas; el aprendiz de mago se movía de un lado a otro con ella, rogando porque se mantuviera a su lado y que por la providencia no partiera con ese barbaján y su asesino compinche.
La mujer no le prestaba importancia, incluso si respondía de manera seca una o dos palabras, parecía que lo hacía más con la intención de hacer que se callara que de llegar a un genuino entendimiento.

—Vaya pareja rara.
—Pensé que no te importaba en absoluto.
—Lo que me importa es que si no nos vamos rápido, el viaje seguirá posponiéndose. Yo pensaba que navegaríamos esta noche.
—Veo tu punto—Donovan acariciaba un fino pelillo rubio en su barbilla que el pregonaba era su opulenta barba pirata— ¡A ver intento de enamorado! ¿Te callarías y dejarías a la mujer hacer su trabajo si vinieras en el viaje también?

Dedos abrió grandes los ojos ante la sorpresa. El si consideraba como una verdad las artes místicas, pero le resultaba algo irritable imaginarse a un perro faldero como el aprendiz que tenía enfrente viajando con ellos. De saber que esa era la solución que aportaría Donovan, dedos hubiese preferido jalar el gatillo de su pistola una y otra vez en lugar de haber sido racional.
La mujer se sorprendió también. No fue algo del otro mundo ni nada de escenas dramáticas. Simplemente al escuchar esa pregunta, su ceja derecha se arqueo con incredulidad y eso fue todo.

—C-claro. Mis servicios te costaran caros mujeriego, pero…
—No habrá peros mi amigo—shamrock sonrió triunfal, como si hubiese ganado una apuesta—.Déjame dejar las cosas en claro. Tu amor vendrá con nosotros, te guste o no—enfatizo—, pero, si tu quieres venir y protegerla de todos los males que pueda encontrarse en mar y tierra—el tono de burla con que lo decía resultaba incluso hiriente—; tendrás que aceptar nuestro trato y nuestro pago por tanto.
—No me convencerás con algo así, es una jugarreta sucia pero muy obvia.
—Que podía esperar su merced de alguien como yo—Donovan mostro sus blancos dientes en una sonrisa digna de un villano—. Además no es cuestión de hacer caso a mis palabras, sino a que tu dama amada, vendrá con nosotros, te unas a la aventura… o no, mi amigo.
—Eso no es verdad—si bien, la voz del practicante de magia era firme, su cuerpo delataba el temor y las dudas.
—Lo que se ve—shamrock señalo a la adivina—, no se juzga ¿Verdad?

Ella seguía empacando, sin importarle en absoluto el desenlace de ese “trato” tramposo. Realmente, parecía que nada le importaba fuera de haber sido empleada y que empezaba esa noche.
El joven dio un hondo suspiro y agacho la cabeza, la señal clásica de la derrota en una discusión.
Flogging sonrió también. La jugarreta había sido buena, pero lo que le alegraba era ver la cara real de Donovan y no esa mascara barata de hombre de mundo. Empezaba a entender con quien trataba.

—El nombre es stregone. Soy mago, tengo nociones de la magia blanca aunque mi fuerte son las artes del caos. Tengo solidas bases en la alquimia. También puedo fungir de apoyo para ánima por mis sortilegios. Por mi cuenta puedo hacer poderosas pociones o útiles encantamientos, tanto ofensivos como defensivos—el mago recito de manera cansina sus habilidades. Era claramente un discurso que tenia aprendido y estudiado de sobra.
—Estas a bordo maguito—el tono de shamrock era con toda intensión hiriente—. Ganaras una módica cantidad por cada servicio que hagas— la sonrisa burlona no demoro en aparecer en su rostro—. No te preocupes por el alimento, eso no te lo cobraremos, pero—la mirada del tahúr se torno seria y su voz firme—, con tus servicios, tienes que justificar que estés navegando con nosotros o no me tentare el corazón y te desecharemos en cualquier momento ¿Capisci?

El gesto triunfal con el que el pirata corto sus palabras fue el de agarrar al mago con la mano diestra del mentón y mirarlo fijamente a los ojos. Eso no se trataba para nada de un contrato de trabajo o algo así, era simple y llanamente una imposición que ultrajaba al joven.

Y este joven y enamorado mago, con el desprecio brillando en sus ojos pardos, asintió lentamente con la cabeza sin quitar la vista de los ojos del pirata ni aflojar la presión en sus dientes o en los puños.

El trato se había cerrado.

—Bueno, a mi me gustaría que partiéramos ya. —Dijo Flogging algo irritado a todos los que estaban en ese cuarto.
—Estoy lista.
—Bueno pues, vámonos de una buena vez. —La voz de Donovan era clara y alegre.
—Yo necesito empacar un par de cosas.

Flogging suspiro contrariado por la nueva demora que representaba stregone. Por su parte, ánima estaba quieta mirando a los dos navegantes. Aunque dedos estaba quieto mirando con fastidio al último miembro de su tripulación, Donovan no se había tomado siquiera la molestia de darse la vuelta y mirarle. Se detuvo en seco, se encogió de hombros y carraspeo.
—Está bien stolto, tienes cinco minutos para tomar todo lo que necesites y vernos en la entrada de este sitio, si te demoras me temo que te dejare atrás. —El tono del tahúr fue severo al hablar— Podrás ir detrás de nosotros, nadie te lo impedirá, pero recuerda: cinco minutos y nos iremos. Y entérate desde este momento que no eres el único que habla y entiende otras lenguas, pseudohechicero.

De nueva cuenta stregone se trago su furia conteniéndola en su cuerpo mientras temblaba victima de su ira. Esta vez a Flogging le pareció algo desagradable este suceso, no por que sintiera pena por el mago, sino por el hecho de que hacerte de este modo tan barato de enemigos le parecía una idiotez. Por lo menos, seguía entendiendo a su compinche y ahora entendía incluso la naturaleza del nuevo miembro de esta pintoresca tripulación.

Sin esperar una respuesta Donovan se fue por el pasillo oscuro de antes hasta la puerta. Flogging pasó junto a la mujer de ébano que miraba en silencio y con cierto aire perdido al hombre que “amaba”, según se decía, conteniendo su furia.
No tuvo más remedio que quedarse un instante observando a la extraña pareja y sentir un poco de confusión. No tenia cabeza para pensar como alguien podía sobajarse de la manera en que stregone lo hacía, y peor, que en vez de recibir el apoyo o por lo menos la comprensión de ánima solo obtenía por recompensa de la dama de su devoción una mirada perdida y un silencio que opacaba seguramente al de la muerte.

—No es mi problema —se dijo a sí mismo en voz baja—, será mejor que vaya allá afuera antes de que me reviente la cabeza por pensar de más, sobre todo de un asunto que no me incumbe.

El filibustero siguió su camino, y aunque dejaba atrás sus palabras y a la extraña pareja, no podía quitarse ese amargo sabor de boca de que se estaba mintiendo de una manera tonta. La gente decía que omitir, no era igual que mentir, pero él consideraba esa “diferencia” una justificación de débiles o cobardes. El mal sabor de boca se debía a eso mismo, a que sentía que al decirse que era un asunto que no le incumbía, había omitido en esa frase, tres letras, pequeñitas pero cargadas de significado: “un asunto que aun no me incumbe”.

Tembló solo de pensarlo y prefirió desviar su atención a menesteres mas prácticos como los requerimientos para zarpar, preparativos que hacer al llegar a la nave, las posibles sorpresas a las que se enfrentaría e incluso pensar que debería de hacer o como castigaría a algún miembro de la tripulación que se sublevara o no cumpliera su labor.

Antes de salir al encuentro con shamrock y la luna, Flogging pensó por última vez que en verdad, la omisión no había sido casualidad. Eso y el hecho de no querer pensar en ello, confirmaban su teoría de que solo los débiles o cobardes ponían en práctica esa treta.

jueves, 16 de agosto de 2012

Dos Caras

Tiene mucho que no actualizaba esta historia en ningún otro sitio que no fuese la Ventana Convergente y un poquito de ventaja de dA. De alguna manera, me gusta creer que esta es mi exclusiva para la venta, aunque realmente no lo sea. En fin.

Aunque tome toda una vida


Al día siguiente del encuentro con Donovan, dedos de oro se levanto con la habitual resaca por culpa de beber tanto licor. El problema no era si bebías mucho whiskey o si te acababas las reservas de ron o si acaso probabas algún tipo exótico de aguardiente. El problema no era ese, sino cuantos tipos de licores podías mezclar en una noche de bebida; desde luego, el filibustero había terminado tomando cinco tipos distintos de bebida, por eso al despertar sintió que el mundo daba vueltas al poner el primer pie en el piso, sintió que era como anclarse a tierra firme, o inmóvil cuando menos.

Flogging desde que había llegado a la última noche del mundo solía pasar al menos 20 de las 24 horas del día en el lugar. Había rentado una hamaca en la planta superior. Usualmente sus alimentos se le proveían en la barra del lugar, después de alimentarse solía regresar a la hamaca, sino a dormir, si a quedarse tirado en ella meciéndose al vaivén del viento del mar. Posteriormente salía a sentarse unas horas en la playa y contemplaba el horizonte. Regresaba y comía, nuevamente se subía a su hamaca a esperar la noche y bueno, por las noches bebía hasta entrada la madrugada, que era cuando subía a dormir. De vez en cuando por las tardes rara vez caminaba por la playa o en las noches había alguna pelea para sonsacarle sus grandes secretos de bandido (¿Qué secretos? Se preguntaba siempre mientras se batía en duelo) o simplemente porque algún borracho quería mostrar su acero.

Esa era su vida, su apasionante rutina desde que había vuelto de esa isla.

Por su parte Donovan despertó quejándose al lado de su nuevo compañero de mar. El odiaba las hamacas, por lo cual se había dormido en un intento de cama, le costó dos monedas de oro, era un lujo, pero en parte había valido la pena con tal de evitar el mugrero de cuerdas. El tahúr acostumbrado a un estilo de vida mucho más refinado no puso objeción alguna, finalmente, ayer por la noche había logrado comprarse a un aliado tan confiable como dedos de oro y eso hacía que valieran la pena tantas incomodidades. A diferencia de su nuevo camarada de mar, shamrock tenía una vida bastante ajetreada. Nunca dormía en la misma posada o hostal, incluso era rara la vez que dormía en la misma provincia o estado; incluso a lo sumo repetía 5 noches en un mismo país. Su estilo de vida de embaucador, de apostador compulsivo y de mujeriego no le permitía tomar tantos lujos, al menos de esa índole cotidiana que ya nadie considera lujos. Después de despertar siempre tenía listas sus pertenencias para partir, no importaba si despertaba solo o acompañado, al vestirse salía del lugar como alma que se tratara de llevar el diablo. Comía donde podía y cuando podía. Por lo regulara se le podía hallar en los lugares de apuestas más conocidos, ya fuesen giros clandestinos o sumamente reconocidos y aceptados. Por lo menos mentía y endulzaba orejas diez veces al día para salvar el cuello, el orgullo viril o conseguir un patrocinador o prestamista en sus apuestas. Dos peleas al día eran la cuota reglamentaria, a pesar de todo, el jamás llevaba arma alguna, no tenía un acero propio y lo que era aun más interesante, para ser pirata el contador de muertos no rebasaba la veintena a lo largo de su vida. Al anochecer y habiéndose librado de cobradores y perdedores furiosos, buscaba algún medio de transporte marino o terrestre y se largaba del lugar, justo a tiempo para embelesar a alguna mujer hermosa y convencerla de ir a un hostal de mediana calidad a divertirse por la noche.

Sin duda la rutina del jugador era más variopinta que la del filibustero que había atrancado en la última noche del mundo, pero a pesar de eso, no dejaba de ser una vida de rutina.

Se miraron a los ojos al momento que despertaron. El filibustero recordó el trato del día anterior, la cortesía del tahúr de pagar una botella de ese ron caribeño tan dulce y de haber apaleado a tres borrachos cada uno. Vaya noche. Todo se hubiese imaginado menos emparejarse con alguien con la fama de Donovan y es que eran sumamente distintos, desde el giro de su profesión hasta el cómo se veían.

Ambos eran piratas, filibusteros, ladrones del mar y demás sinónimos, pero a pesar de ello, no se dedicaban a lo mismo. El jugador era conocido por meterse en tremendos problemas, desde una correría de faldas hasta ir a los confines del fin del mundo para ganar una apuesta y el tesoro de paso.
Él en cambio, solía meterse en problemas que implicaban asaltar puertos, perseguir, secuestrar o robar navíos en medio de la marea de la pista de baile del diablo, incluso algunas veces hacían él y su vieja tripulación de mercenarios en tierra firme.

A Donovan solía motivarlo la aventura, el reto, los desafíos, el dinero y las mujeres.
A Flogging solía moverle el dinero que pagaran por sus servicios y una que otra vez, algún interés personal.

En toda la extensión de la palabra, el tahúr era ese sueño romántico que tienen las muchachitas cuando piensan en un pirata. El protagonista ideal de una historia de aventuras y peligros de los escritores de la época. El vivía el sueño de ser un hombre de mar libre.
Por su parte, el filibustero era básicamente ese cuento de horror que dicen los padres para que la núbil hija no se arriesgue a salir de noche. A lo que le temen todos los hombres de bien que trabajan su tierra o sus naves honradamente. Si su nombre aparecía en algún papel, estaba relacionado a la recompensa por su cabeza más que a una obra en prosa de sus hazañas. El era la pesadilla del mar a la que tanto temían los hombres. El era la otra cara de esa resplandeciente moneda de oro que representaba el ser pirata.

—Bueno—interrumpió Donovan estirándose perezosamente—. ¿Ya estás listo? Necesito hacer un par de cosas más. Afianzar unos detallitos para que zarpemos lo antes posible. Después de todo, parece que el día será gentil con los que navegan.
—Que otra cosa puede hacer falta para esta empresa de muerte y locos.
—Bueno, sería hacernos con provisiones, un poco de carne de cañón o tripulación; como tu gustes decirles—una sonrisa de complicidad asomo en su rostro—. Finalmente, pero no por eso menos importante, quiero pasar a visitar a un afamado zahorí que vive en los límites del pueblo.
—¿Un rabdomante? —por primera vez dedos parecía genuinamente sorprendido con lo que su interlocutor decía—.Pensé que te bastaba conmigo.
—No te mongas celoso mon amour—la risa había pasado de ser cómplice a burlona—. Solo lo necesito para afianzar algunos detalles, nada serio francamente, pero no quiero dejar ningún cabo suelto.
—Está bien, no tengo "pero" alguno—el filibustero se ladeo y cayo de pie junto al tahúr—. Solo me parece demasiado extraño todo el tipo de molestias que te estás tomando.
—Bueno, quiero regresar vivo y además en excelente forma. Tú entenderás a que me refiero.
—Si te entiendo—dijo serio arqueando una ceja—. Pues toma tus cosas y tu casaca azul para irnos de aquí.
—Bueno este es un giro interesante, no esperaba que estuvieras tan de buen humor como para querer ir tan rápido a esta hazaña, y más por ser tu segunda ronda.
—Tengo mis razones para todo esto.
—Hablando de razones, todavía no has mencionado en que quieres mi apoyo.
—Ya lo descubrirás en su momento, pero no te apures, tu palabra la tengo en mente, y lo más importante, utilizare tu ayuda sin falta alguna— el inexpresivo rostro de dedos apenas se vio perturbado por una curva en sus labios.
—Creo que me causa más terror el verte serio al decirlo, que si te hubieses reído de manera macabra y retorcida.
—Bueno, en marcha.

Flogging resto importancia a la plática y sin miramientos paso junto a Donovan y se retiro del cuartucho de pensión que en otros tiempos hacia de armario para trastos viejos. El jugador observo con los ojos bien abiertos por el asombro cómo se retiraba su nuevo compañero de trastadas y desafíos.

—Qué fácil es para este tipo acabar una platica mañanera tan amena—dijo con desprecio y frunciendo el seño—. Vaya, por eso mismo jamás hablo con nadie por la mañana—su rostro se ilumino con una sonrisa mientras tomaba en sus manos un chaleco azul de vestir y su casaca azul larga con botones de oro—, ni siquiera con las mujeres que comparto el lecho.

El día realmente había amanecido radiante como había dicho el apostador. La luz del sol calentaba y acariciaba a todo el que caminara bajo ella, la brisa del mar permitía que a pesar de caminar bajo la luz de ese astro la gente estuviera fresca y el ir y venir de las olas hacia que se respirara calma. Era un día radiante, incluso para un lugar maldito como ese.

Donovan y Flogging anduvieron por todo el pueblo haciendo las tareas que el tahúr requería para poder tener un viaje más seguro desde su punto de vista.
Primero que nada pasaron a comprar los servicios de algunos piratas y marineros de cuarta que encontraron en diversas cantinas y tabernas de todo el lugar. Precisamente la mayoría de ellos eran lo que el jugador denominaba como carne de cañón, para usar y tirar a la basura.
Posteriormente, llevando a algunos de esos nuevos marinos con ellos, se dirigieron a la zona del mercado. Allí compraron todo tipo de provisiones. Barriles con agua y licor, cajas de carne y frutos secos, algunos utensilios para cocinar, y un par de barriles de galletas. Lo necesario para un viaje de tiempo indefinido, aparentemente.
Una vez que se hicieron esas compras, Donovan mando a los nuevos lacayos a dejar y dar acomodo a todo eso en la embarcación de Flogging. De ese modo quedaron solo ellos dos, prestos para llevar a cabo la última tarea, la que consistía en encontrar y contratar los servicios del rabdomante. Para llegar hasta ese momento, habían tardado gran parte de su día, de hecho, llegaron al lugar con la luz del atardecer.

La vivienda del rabdomante se encontraba en pésimas condiciones. La madera del pórtico se veía sumamente podrida y corroída por el tiempo. El techo tenia lugares donde faltaban tejas. La pintura que en algún momento de la existencia de la vivienda era café ahora tenía un tono grisáceo enfermo. La puerta estaba derruida y el único impedimento para entrar aparte de ese intento de freno era una tela que servía para mantener a raya a los mosquitos únicamente.

—Este es el lugar mein freund.
—Bastante acogedor y elegante— ironizo dedos.
—Venga pues, quiero tener listo todo para que por lo menos podamos zarpar esta noche, dado que gastamos todo el día en preparar lo demás.
—Bueno, yo no fui el que tuvo la idea de hacer todos estos arreglos— al decir eso dedos jugueteaba con su negra barba.
—Solo quiero asegurarme de que tengamos las mayores probabilidades de volver con bien de esa isla infernal dedos, no puedes culparme por ser precavido.
—Yo no te culpo ni nada por el estilo. Solo digo que pudimos hacer las cosas con mayor velocidad—la brisa del viento movió su cabello negro y lacio a un lado dejando ver íntegramente su par de ojos color miel—. Como sea, ya estamos aquí así que lo mejor sería entrar en este lugar y acabar con este asunto.
—Tienes razón— el jugador se ajusto el cuello de la casaca al tiempo que se echaba a un costado la coleta de caballo color rubio—. Venga pues. Después de ti pana.
—Siempre que escucho que mandan a alguien por delante, me da la sensación de que recibirá una estocada en el vientre o el plomo en el pecho.
—No lo averiguaremos, si no entras—dijo sonriendo divertido Donovan.
—Está bien, alguien tiene que comportarse como un verdadero hombre— al decir eso le dirigió una mirada burlona al rubio y poso la diestra con cuidado sobre el pomo de su acero.
—Dirás misa si quieres, pero, si de verdad alguien recibirá un golpe mortal, no seré yo. Ahora metete, yo cubro tu espalda.

Dedos miro con la ceja derecha arrugada al tahúr, era evidente que a pesar de bromear, hablaba enserio. Se encogió de hombros y expulso lentamente el aire por su boca, era su manera de relajarse. Midió mejor sus opciones y opto por soltar la espada, llevando su diestra a la cintura. De este modo sustrajo lentamente la pistola flintlock al tiempo que con la otra mano apartaba el remedo de puerta.
Sus pisadas crujían en el desvencijado piso con tal sonoridad que daba la impresión que en algún momento todo el edificio se vendría abajo. Sin importar nada, dedos continúo su andar por el estrecho pasillo al que habían entrado. Al final el mismo se veía la vacilante luz de vela alumbrando y una sombra amorfa, aparentemente la de una persona.

—Me imagino que el rabdomante debe ser ese que se ve en la pared.
—No te detengas amicus.

El filibustero sintió el temor en las palabras del jugador y lo entendía. Entrar a ese sitio se sentía como una emboscada o caminar a la boca del lobo, era una sensación aterradora. Aun así, el filibustero de oro sabía perfectamente que era en esas situaciones cuando se necesita más valor… eso y tener los ojos bien abiertos.

A pesar de los temores y resabios siguieron su estruendoso andar producido por la pútrida madera. Al llegar a la sala alumbrada, se llevaron una sorpresa.

El lugar era simplemente un cuarto convencional con una ventana sin vidrio, un estante lleno de libros notoriamente antiguos escritos en diversas lenguas, una cantidad asombrosa de péndulos y piedras repartidos y colgados por toda la estancia, una mesa con tres sillas en pésimo estado pero aparentemente estables y sentada en una de ellas se encontraba una mujer de piel morena.

—Tomen asiento, los estaba esperando. —dijo la mujer con tono cortes, aunque sonaba un poco forzado.
—Supongo que es una opción—dedos se sentó en la silla que daba enfrente a la mujer a la vez que postraba su mano y la pistola sobre la mesa apuntándole a su interlocutora—. No me lo tomes a mal mujer, solo estoy siendo precavido.
—¡Ay! ¡Amicus! Controla un poco tus ímpetus —Donovan tomo asiento de manera relajada e incluso cruzo la pierna derecha—. Disculpe madame, estamos buscando al rabdomante ¿Podría decirle que los piratas shamrock y dedos de oro han venido a buscarle?
—Yo soy "el" rabdomante—lo dijo lenta y enfáticamente la mujer.
—¡Que! Pero me dijeron que el amo y señor de esta casa era el magistre animus,
—No estás del todo errado rubio, exceptuando que sería ánima y no animus.
—El hombre de la pistola tiene razón. Yo soy ánima, y mis habilidades tratan sobre la radiestesia, rabdomancia y adivinación.
—No me esperaba que fuese mujer, esto podría poner en peligro el viaje entero.
—¿No estarás hablando de atraer la mala suerte por traer abordo a una mujer verdad? —cuestiono dedos.
—¿A qué otra cosa podría referirme mein freund?
—Esas son supersticiones tontas—dedos desvió su mirada un instante para ver a la mujer de ébano y miro nuevamente al jugador—. Todo lo que se está tratando aquí lo es.
—Mira quien lo dice—shamrock miro molesto por primera vez a su camarada de mar—. Tú dices que viste sirenas, las cuales se ha dicho por décadas que no existen y aun así, tú afirmas lo contrario.

Por un breve instante, tan fugaz como una explosión y tan efímero como la felicidad de los hombres, la cara de Flogging se desfiguro en un gesto de dolor profundo. Ese dolor que no es provocado por el sable del enemigo o la bala del arcabuz del rival, sino el tipo de dolor que produce el no tener, o perder, algo muy amado.
Tan rápido como apareció ese gesto, raudamente se reemplazo con una cara seca y seria que indicaba el desacuerdo con el comentario de su colega. El filibustero simplemente arqueo sus negras cejas, quito la pistola de la mesa y cruzo los brazos sobre su pecho.

—Bueno, eso yo ya lo viví. Y tuve la oportunidad de tener en mis naves varias veces a diversas mujeres y jamás se hizo peor o mejor el viaje. Por eso digo que es una vil mentira y mito idiota. Yo no tengo inconvenientes en tener a una mujer a bordo —dedos guardo la flintlock y se encogió de hombros—. Es decisión tuya, pero yo no tengo problemas con esto… Aunque no crea en ello—Finalizo mirando a la mujer.
—Tu argumento me parece suficiente—la expresión en su rostro se suavizo nuevamente—. Además, mi gran consuelo será que si todo falla, morirás—lo dijo con un tono entre sádico y burlón—. Es un hecho, queremos contratar tus servicios para ayudarnos en una pesquisa. El único problema es que involucra viajar a la isla del sentimental Johnny y todos los giros, vuelcos y problemas que pueda implicar esto.
—En pocas palabras y menos ostentosas—intervino el filibustero—, es una misión suicida y se te pagara al final, si es que sobrevives.
—Está bien—respondió secamente la mujer.
—Entonces tenemos un trato madame— cerro el trato Donovan a la vez que besaba la mano de la mujer de ébano.

De repente se escucho el golpe estruendoso de una puerta siendo pateada. Al instante la sombra de un encapuchado apareció en la estancia momentos antes de que la luz de la vela se apagara.
Rápido como un rayo, Flogging empujo a su compañero justo a tiempo para evitar una pequeña esfera de fuego. No era un ataque mortal, pero si lo suficientemente poderoso como para infligir quemaduras de un daño considerable en la piel.

El intruso tenía su palma siniestra levantada la altura de su pecho. Al ver que había fallado y los reflejos del filibustero se quito la capucha y su mano diestra intercambio lugar con la zurda para señalar acusatoriamente.

—¡Jamás permitiré que mi ánima vaya contigo a ningún lado! —Una nueva esfera de fuego se forjaba en su palma siniestra— ¡A menos que pases sobre mi cadáver!

jueves, 24 de noviembre de 2011

Bueno, las aclaraciones primero.
Respecto a datos o palabras en la historia: Shamrock es trebol en ingles, vendetta venganza rn italiano, Flogging es tomado prestado de la banda Flogging Molly al igual que la pista de baile del diablo y el sntimental jhony, dos de sus canciones; finalmente aqua vitae es agua de vida en latin y es una referencia al whisky.

Por otro lado esta historia nace de un reto de crear una historia de tamaño medio, que trate de un pirata enamorado de una sirena y de como el debe hacer que la reina de los mares le de piernas a su sirena. Interesante. Y mas porque los piratas no son lo mio (ni todo el mundo que los rodea) asi que es mi primera vez, y como toda primera vez me encanto.

Esta en proceso esta historia, pero la ire publicando aca para usos practicos. Para finalizar, me enorgulesco mucho de como esta narrada la historia, creo que es un trabajo distinto a lo que solia hacer y he cuidado mucho los detalles y la ortografia, asi que este es un buen trabajo, en todo el sentido de la frase.

Sin más, el prologo de esta historia, que espero suene querido lector, narrada como una aventura que vivio un abuelo o un padre, ya que asi trate de escribirla.


Aunque tome toda una vida.



Prologo: Hace mucho tiempo, en el viejo país…



Eran los primeros años del siglo en el viejo país, la revolución amenazaba con asomar su altivo rostro y gritar contra los opresores en turno, el aqua vitae era lo ideal para reunirse en el pub con los colegas y nunca podía faltar un buen guisado. Eran tiempos inciertos en el viejo país y para todos sus habitantes.

Por esa razón, la gente se comportaba cada día de maneras más extrañas. Jugándose la vida por nada, vendiendo barata la piel e incluso cometiendo actos que se les viera desde el ángulo que se les viera, no tenían razón de ser.

Por esta desorganización de la gente y la predominante confusión sobre el estado de su país, los piratas y los mal llamados corsarios aprovechaban cada oportunidad que tenían para saquear en nombre de algún bastardo o incluso por su propio nombre.
Es de este modo que el viejo país se convirtió de repente en guarida de truhanes. Los pubs se volvieron los tugurios de estos “navegantes” y las costas del bello y amado viejo país se convirtieron en el campo de juego de estos desgraciados.

Es por eso que a un gran territorio marítimo y de la costa del viejo país se le llamo por muchos años “la pista de baile del diablo”. En honor a tan distinguidos comensales que solían reunirse en sus cercanías, a sus maneras tan caballerosas, su elegante y viril porte, el cortes lenguaje aprendido en sus recorridos y sus educados modos.

En esos días la situación aparénteme orillaba a los que vivían rodeados de esos perros de mar a malvivir de la mejor manera posible. Fue de esta manera que muchos terminaron caminando por la borda, atravesados por algún acero enemigo, siendo alimento para los tiburones en mar abierto o simplemente muriendo en una trifulca entre “colegas” del gremio en algún pub de tierra firme.

De este modo, entra en escena un personaje medianamente conocido en esa época: El filibustero Flogging “Dedos de oro”.

Dedos de oro era un personaje medianamente conocido, tanto en la vieja tierra como en los salvajes mares que la circundaban e incluso más allá de la imaginaria frontera del mar, tenía fama, no a la altura de los terribles bellacos de corso o de los desgraciados piratas, pero el también contaba con reconocimiento.

Se contaban varias hazañas y pillajes sobre Dedos de oro. Por ejemplo se hablaba de su viaje a las islas del interior y como regreso con la tripulación completa y además forrado en oro, también se mencionaba mucho la ocasión en que le robo en mar abierto a una banda de piratas un ancestral tesoro del continente más distante. Solo por citar algunas de sus hazañas.

Su mayor virtud consistía en haberse levantado de la nada, que un día no existía y una mañana, o tal vez una tarde, se empezaba a hablar de un tal Flogging y de la destreza inigualable de sus manos, ya fuese para dar un tiro de gracia pestilente a pólvora o la habilidad de batirse a duelo con acero en mano.

Precisamente, la última hazaña que había llevado a cabo fue hacer un viaje por las costas de “la isla del sentimental Johnny”, esta era famosa porque cualquier navegante del mar que se acercara, caía en una profunda nostalgia, alguna clase de embrujo o maldición tenía el lugar. Nadie podía ponerse de acuerdo, había gente que decía que se practicaban magias oscuras, otros que había una secta poderosa de brujos que trataba de llamar al diablo marino para que reclamase su pista de baile. Que todos los tesoros del mundo se encontraban allí custodiados por horribles fieras e incluso, había quien decía que era por el canto de las sirenas.
Como fuese y a lo que se debiera, la constante era que, como Johnny (que de ahí debía su nombre), uno de los piratas más despiadados y sanguinarios, quien tocase o se acercase demasiado al lugar, entraría en tal locura y desesperación por regresar que terminaría perdiendo la vida en el mar o incluso quitándose la vida en tierra firme por la desolación.

Bueno, Dedos de oro había regresado con vida de su viaje a la isla del sentimental Johnny, pero era bien sabido que había sido víctima del poder contranatural que existía en ese lugar.

De tener el carácter hosco, de beber galones de Whiskey como si no existiese un mañana y de vagar de puerto en puerto buscando la gloria del oro y despellejar a algún competidor en potencia, paso a sumirse en un banco del viejo pub de “la última noche del mundo” justamente uno de los sitios de reunión de navegantes más famoso del viejo país y que se encontraba en el corazón de las costas de la pista de baile del diablo, y mientras estaba muerto en vida, solía beber la cerveza más barata a la vez que con la mirada perdida en un rincón de esa pocilga, mientras suspiraba con desdén y melancolía.

Usualmente cualquiera pensaría que ponerse triste y sentimental en un lugar donde matar era el trabajo del día y morir de una manera brutal era la muerte natural sería el peor lugar. Pues es verdad, salvo que la fama de Dedos de oro no había sido ganada en vano y a pesar del profundo estupor en el que se encontraba el Filibustero, lo cierto era que ninguna sabandija o perro de agua dulce era capaz de ponerle un dedo encima.

Su descanso soporífero solo duro un par de meses hasta que se corrió la voz de que Dedos de oro se encontraba en la última noche del mundo buscando tripulación, vendiendo cara la piel al mejor postor o incluso, simplemente midiéndose con quien tuviera las agallas de plantarle cara. Los rumores desde que la humanidad pudo comunicarse, eran el verdadero mensaje que se transmitía en la tierra y sus confines.

Fue así como oyendo los rumores, tanto de la búsqueda de sangre, como de que había traspasado las fronteras de la isla del sentimental Johnny, un Tahúr y pirata independiente, medianamente conocido del mismo modo que Flogging, opto por probar su suerte y encarar al afamado Dedos de oro, capitán del Vendetta.

El nombre del amante de la suerte y las apuestas era Donovan, conocido en el bajo mundo simplemente como Shamrock, en honor a su suerte y sus pasiones.
Mientras que Dedos de Oro era un maestro con la espada, Shamrock era simplemente un pillo con mucha suerte para la espada y la vida en general, su única habilidad nata era su lengua que podía endulzar cualquier oído con cinco palabras o desencadenar el fin del mundo. La fama de su lengua, precedía incluso a su de por si legendaria buena suerte.

Aun así, era un hombre de pocos temores y de ideas aventuradas e incluso arriesgadas hasta la muerte, a tal punto, que aun a sabiendas de que Dedos de Oro estaba asediado por toda la chusma y peor ralea de los confines del viejo país, no se dejo amedrentar y con firmeza fue a verle a la cara.

Ese día llovía con tal ímpetu que por lo menos debía terminar en un diluvio catastrófico. La última noche del mundo estaba posicionada a unos metros de la playa y su pálida luz era un pequeño faro en la negrura del horizonte.
Las botas negras de cuero de Shamrock dejaban huellas profundas que se desdibujaban de la arena gracias a la lluvia y a la sangre fresca de la clientela del pub.

Decidido y sin arrepentimientos, dudas o temores, la bota derecha del tahúr planto tremenda patada en las puertas del local que del impulso tiro a dos borrachos que se batían a muerte por el último tarro de aqua vitae.

Y así es como empieza esta historia…

—Sabia que aquí te encontraría— dijo con una sonrisa el que gustaba de tentar a la suerte—. Flogging “dedos de oro”, ni más ni menos.
—Donovan— dijo el interpelado sin apartar su mano de su vaso de whiskey ni su mirada de la mesa.
—Vaya, supongo que fue ingenuo de mi parte esperar un recibimiento más emotivo de alguien que se presume ya está muerto en vida.
—No tengo nada que decir—respondió Flogging dando la espalda y recargándose de lado en la pared.
—Venga, vine a hablar de negocios contigo te guste o no— Donovan tomo un banco de otra mesa y se sentó a un lado del desinteresado filibustero—. Quiero llegar a un trato que pueda hacernos felices a los dos. Corren fuertes rumores de que estas locamente enamorado de una sirena que se robo tu felicidad y el placer que sentías al hurtar y matar.
—Yo nunca sentí placer por tales cosas.
—Bueno. Lo importante es que no negaste la idea de la sirena, bien, ya sé por dónde vamos entonces—una sonrisa malévola ilumino su rostro—; pagara tu ayuda con mi ayuda, en cualquier empresa que requiera de mis habilidades de estafador o de asaltante marino.
—Me tiene sin cuidado si me regalaras tu alma Donovan. Yo no tengo nada que pueda hacerme mover de aquí ya.
—Mientes de una manera demasiado evidente. Hablas con “shamrock” compañero de bravuconerías, aquel que ha sido capaz de apostar contra la muerte, el destino y las peores escorias del mar y ha salido airoso en cada envite—dijo a la vez que agarraba orgulloso con sus manos su casaca azul marino—. Así que dejemos de lado este juego absurdo y vayamos al grano—planto firmemente la diestra en la mesa y la siniestra la poso en el hombro de dedos de oro—. Me doy a entender, espero.
—Quiero creer que si te escucho te largaras—dijo Flogging aun sin voltear—. ¿Verdad?
—No te puedo prometer nada mí apreciado colega— la sonrisa se ensancho más todavía.
—Si tuviera mejor humor— Flogging se dio vuelta al tiempo que de un manazo quitaba la mano del tahúr de su hombro—, te mataría de una manera brutal.
—Doy gracias porque estas al borde del suicidio amigo.
—¿Qué quieres de mi Donovan? Ya no tengo tripulación alguna, después de visitar los alrededores de la isla de Johnny les premie con su libertad, maldita libertad. Solo me queda mi nave y mis manos, y no sé qué beneficio podrías sacar solo de eso.
—Con eso me doy abasto. Siempre podemos contratar por unas monedas de plata un par de manos baratas para el trabajo pesado. Lo que me interesa es que tú tienes un barco y que eres un digno compañero de aventuras, al menos se que eres un hueso duro de roer. Tú pones la nave y tus habilidades de oro y por mi parte yo pondría mi suerte de cuatro hojas y mi dinero. Ambos ganamos.
—¿Qué buscas? ¿Qué tesoro es el que anhela tu codiciosa carne?
—No es nada que no pueda beneficiarnos a ambos. Quiero ir a un lugar al que ya fuiste, quiero desentrañar las maravillas que oculta esa isla terrible y de mito de la que tú regresaste sin alma. Quiero los tesoros de la isla del sentimental Johnny.
—Y a cambio de llevarte a ese lugar…
—De llevarme allí, ayudarme a conseguir mis tesoros y a sacarme con vida—enfatizo—yo, mi despechado y maltrecho dedos de oro te ayudare en lo que sea que tengas en mente—Su mirada era seria y calculadora, como si hubiese puesto sobre la mesa por apuesta su alma—. No aceptare un no por respuesta, si es necesario, lo haremos por las malas.
—A pesar de ser un viajero del mar de asquerosa reputación, me fio de que este trato será respetado bajo el código pirata—dedos arqueo su ceja derecha y miro inquisidor a su compañero de mesa.
—Es evidente. Sé que no me consideras un caballero y no finjo serlo, pero aun así, te doy mi palabra de honor y bajo juramento te aseguro que cumpliré a rajatabla lo dicho, de otro modo, que me hagan caminar por la borda y sirva de festín a los tiburones y todas esas pestes marinas. —Finalizo haciendo un desdeñoso ademan con su mano derecha a la vez que sonreía confiado.
—Ya veo— Flogging se levanto lentamente, miro a la cara a Donovan y sonrió mostrando dos dientes de oro y los colmillos anormalmente afilados—. Es un trato camarada —Le dio su mano diestra en señal de cerrar el trato. Cuando estrecharon manos susurro para sí mismo—. No sabes lo baratas que has vendido el alma y la piel.