El quinceavo de treinta días: Algo que te atormente.
El peso de la justicia.
Hace un tiempo hablaba de que nada me atormenta más que mi conciencia al saber que he cometido errores o herido a personas queridas por mi negligencia, ya fuese en actuar o al hablar.
En esta ocasión, hablare de algo, que me atormenta y que esta algo ligado, le llamo hacer lo correcto.
No se malentienda. Tengo valores y esas cosas, pero eso no implica que esté a favor de todo lo que es correcto y similar, el más claro ejemplo sea dejar de ser un lastre social. Sé que no es correcto, sé que es malo y similares, por eso dejare de hacerlo… casualmente es como una despedida a la vagancia este día. Como sea, hay cosas que sabemos que hay que hacer y eso pesa.
Eso me atormenta. Las decisiones que usualmente tomo son en pos de un bien mayor, ese es el pedo, en vez de pensar a corto plazo y mi felicidad, pienso en lo que sería mejor para todos.
Y no se confunda lector. No me creo un santo o alguien intachable, por el contrario, soy un tipo egoísta usualmente y de lo peor, pero, a pesar de todos mis errores y debilidades, se que por encima de todo debe estar la justicia, el hacer lo correcto y es así que procuro hacerlo.
Insisto no soy perfecto. Puedo ser tan genial o despreciable como todos los seres humanos.
Pero me siento bien a pesar de ello.
Ya lo dije antes, la duda y el dolor son eventuales, no son eternos. Si, puede que sufra por haber reconocido que de verdad yo hice tal fechoría o por haber tenido que ceder mis deseos en pro de una causa mejor, si es normal. Es desagradable no satisfacerme, muy molesto.
Después de la tormenta, lo que me reconforta, y hace que deje de atormentarme, es que mi conciencia se siente tranquila. Nada debo, así que nada temo. Costo 5 minutos de placer el día de ayer no haberme cogido a esa amiga borracha, pero hoy me hace sentir mejor conmigo mismo por haber hecho lo correcto. Por ejemplo, claro está.
Así funciono yo. Hasta ahora me ha servido y he ido depurando y aumentando o quitando limites y reglas, pero en esencia me mantengo en las mismas.
Todo se lo debo a mi educación, a las lecturas que he tenido y a la vida que he llevado, pero en gran medida a mi carácter, por llamarle de algún modo y a la toma de decisiones.
Esto tómenlo como una confesión, porque es lo más sincero que he sido en todo sentido. No porque revele un secreto o hable de mis más profundas emociones, sino porque hablo de un código moral por el que usualmente me rijo y actuó.
Finalmente, por ahí me decían que el tratar de ser justo es muy difícil. Si eres bueno, solo debes hacer lo que se espera de ti, y ya. Es como magia. El ser justo implica hacer a veces, algo que nadie espera o que nadie más se atreve a hacer.
Oh sí, eso es lo que más me atormenta, el peso de tratar (a base de aciertos y errores) de ser una persona justa.
Bueno, ya habia hablado antes de lo que me atormenta de mis actos, esto es como la otra cara de la moneda, creo.
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