Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

lunes, 12 de noviembre de 2012

El gran trato.

Capitulo Dos: Stregone (El gran trato).


El par de aventureros estaban sorprendidos, no tanto por el ataque que se había perpetuado en el lugar, o el hecho de que la mujer que respondía al nombre de ánima no hubiese movido un solo musculo ante la inesperada interrupción.
Lo que más les sorprendía, es que el sujeto que jugaba con el fuego envestido en una capa de viaje raída y vieja, no señalaba a dedos de oro, sino a shamrock.

—¿Qué te he hecho yo para que quieras atacarme? —preguntaba aun sorprendido el jugador.
—No dejare que mi ánima se vaya de “viaje” con un bastardo jugador mujeriego como tú.
—¿Te preocupa más que vaya con un tipo como él a que vaya con uno como yo? —cuestiono bastante sorprendido Flogingg.
—Tú no tienes fama de mujeriego que me importe—dijo indiferente el recién llegado—. Tú no me importas.
—¡Pero no quiero tener nada que ver con esta mujer más allá de lo profesional!
—¡Te matare antes de que otra cosa se cruce por tu cabeza!

La mujer en ese instante se puso de pie y le dio un tremendo derechazo en el estomago al que usaba fuego.
El golpe había sido dado con tal fuerza que el sujeto solo se arqueo en el aire y se desplomo cual muñeco de trapo, había sido algo increíble.

—¿Cuántas veces te he dicho que no te entrometas en mi trabajo?
—Pero mi amor—el hombre desperdigado en el piso cual estropajo hacia un esfuerzo contranatural para hablar claro—, el es shamrock un peligroso sujeto…
—Que está dispuesto a pagar por mis servicios de rabdomancia. Solo seré un zahorí y nada más.
—Espera… él le dijo “amor” a la mujer ¿Verdad? — Donovan miraba asombrado a Flogingg esperando respuesta.
—Sí, al parecer son pareja— contesto carente de asombro—. Eso explica porque no teme que su prenda amada parta conmigo, pero si contigo.
—Yo jamás pondría un dedo encima a una mujer con la que estoy trabajando, que sea adivina y mucho menos que sea tan mayor—lo ultimo lo expreso el jugador con cierto aire de desprecio.
—No creo ser más grande que tú—dijo la mujer de piel de ébano seria, no por enojo o molestia, simplemente porque su carácter era hosco aparentemente—. Pero si eso hace que mantengas una sana distancia, es mejor. De ese modo hare mejor mi trabajo.
—¡Me rehusó a esto totalmente! —el practicante de magia se levanto y alzo su mano derecha—¡No lo permitiré!

Un “clic” metálico y que sonó secamente en la estancia hizo callar al hombre que se negaba a permitir que su amor viajara con aquellos hombres de tan mala fama.
Antes de que enfocara claramente a Donovan o de que abriera la palma de su mano, Flogging ya estaba parado a su lado y le había incrustado el cañón de la pistola en la cabeza.

—No tengo nada contra ti honestamente—el filibustero hablaba lentamente, enfatizando cada palabra más que la anterior—; pero, no es como si necesitara una razón para jalar del gatillo.
—El caería muerto antes de que pudieras finiquitar mi vida.
—No me dicen dedos de oro por tener bien cuidadas mis manos precisamente.
—Tomémoslo con calma—el tahúr intervino metiéndose entre los dos hombres lentamente—. Con un tipo como él, las palabras elegantes como finiquitar no sirven amigo, mejor simplemente hazle caso al hombre. O mejor aún, podrías hacer caso a la voluntad de tu mujer y esto se zanjaría de manera elegante y sin sangre—con movimientos acompasados de sus manos, al mismo tiempo bajo con delicadeza la pistola así como la mano con la palma abierta que antes apuntaba su pecho—¿Estamos bien entonces?
—No importa su opinión—la voz pausada y sin emoción de la mujer interrumpió la negociación—. Quien decide que trabajos tomar y para quien trabajar, al menos la adivinación y la rabdomancia, soy yo. Él es punto y aparte. Ninguno de los dos requirió tus servicios como mago, encantador o hechicero, ni siquiera se te pidió un sortilegio pequeño o una infusión de algún tipo.
—Partiremos a la brevedad—de mala gana dedos guardo en su espalda la pistola—. Sería ideal que partiéramos lo antes posible a nuestra nave.
—Pero no quiero que vayas tu sola, me preocupo mucho por tu bienestar y la aprensión que me causa tu ausencia de por si es terrible, pero si vas con estos barbajanes probablemente muera de la preocupación amada mía.
—Por como habla, no me extraña que no quiera dejarla irse, sin duda no encontraría a otra mujer en toda su vida—shamrock lo dijo a dedos fingiendo un tono confidencial, justo para que el hombre del que se burlaba lo escuchara.
—Siempre dices el mismo tipo de cosas y aun así siempre regreso sana y con dinero. No veo de que manera o con que argumento podrías continuar esto de manera coherente o sin caer en lo absurdo.
—Qué manera de hablar tiene esta mujer—dijo el tahúr a su camarada— ¿No lo crees?
—¿Por qué me sigues hablando como si me importara? —pregunto Flogging arqueando ambas cejas y con gesto de molestia—. Solo encárgate de que venga con nosotros.
—Pero ese tipo no la suelta…

Era verdad. Mientras la mujer escogía y guardaba con sumo cuidado libros, péndulos y demás artilugios en unas viejas alforjas; el aprendiz de mago se movía de un lado a otro con ella, rogando porque se mantuviera a su lado y que por la providencia no partiera con ese barbaján y su asesino compinche.
La mujer no le prestaba importancia, incluso si respondía de manera seca una o dos palabras, parecía que lo hacía más con la intención de hacer que se callara que de llegar a un genuino entendimiento.

—Vaya pareja rara.
—Pensé que no te importaba en absoluto.
—Lo que me importa es que si no nos vamos rápido, el viaje seguirá posponiéndose. Yo pensaba que navegaríamos esta noche.
—Veo tu punto—Donovan acariciaba un fino pelillo rubio en su barbilla que el pregonaba era su opulenta barba pirata— ¡A ver intento de enamorado! ¿Te callarías y dejarías a la mujer hacer su trabajo si vinieras en el viaje también?

Dedos abrió grandes los ojos ante la sorpresa. El si consideraba como una verdad las artes místicas, pero le resultaba algo irritable imaginarse a un perro faldero como el aprendiz que tenía enfrente viajando con ellos. De saber que esa era la solución que aportaría Donovan, dedos hubiese preferido jalar el gatillo de su pistola una y otra vez en lugar de haber sido racional.
La mujer se sorprendió también. No fue algo del otro mundo ni nada de escenas dramáticas. Simplemente al escuchar esa pregunta, su ceja derecha se arqueo con incredulidad y eso fue todo.

—C-claro. Mis servicios te costaran caros mujeriego, pero…
—No habrá peros mi amigo—shamrock sonrió triunfal, como si hubiese ganado una apuesta—.Déjame dejar las cosas en claro. Tu amor vendrá con nosotros, te guste o no—enfatizo—, pero, si tu quieres venir y protegerla de todos los males que pueda encontrarse en mar y tierra—el tono de burla con que lo decía resultaba incluso hiriente—; tendrás que aceptar nuestro trato y nuestro pago por tanto.
—No me convencerás con algo así, es una jugarreta sucia pero muy obvia.
—Que podía esperar su merced de alguien como yo—Donovan mostro sus blancos dientes en una sonrisa digna de un villano—. Además no es cuestión de hacer caso a mis palabras, sino a que tu dama amada, vendrá con nosotros, te unas a la aventura… o no, mi amigo.
—Eso no es verdad—si bien, la voz del practicante de magia era firme, su cuerpo delataba el temor y las dudas.
—Lo que se ve—shamrock señalo a la adivina—, no se juzga ¿Verdad?

Ella seguía empacando, sin importarle en absoluto el desenlace de ese “trato” tramposo. Realmente, parecía que nada le importaba fuera de haber sido empleada y que empezaba esa noche.
El joven dio un hondo suspiro y agacho la cabeza, la señal clásica de la derrota en una discusión.
Flogging sonrió también. La jugarreta había sido buena, pero lo que le alegraba era ver la cara real de Donovan y no esa mascara barata de hombre de mundo. Empezaba a entender con quien trataba.

—El nombre es stregone. Soy mago, tengo nociones de la magia blanca aunque mi fuerte son las artes del caos. Tengo solidas bases en la alquimia. También puedo fungir de apoyo para ánima por mis sortilegios. Por mi cuenta puedo hacer poderosas pociones o útiles encantamientos, tanto ofensivos como defensivos—el mago recito de manera cansina sus habilidades. Era claramente un discurso que tenia aprendido y estudiado de sobra.
—Estas a bordo maguito—el tono de shamrock era con toda intensión hiriente—. Ganaras una módica cantidad por cada servicio que hagas— la sonrisa burlona no demoro en aparecer en su rostro—. No te preocupes por el alimento, eso no te lo cobraremos, pero—la mirada del tahúr se torno seria y su voz firme—, con tus servicios, tienes que justificar que estés navegando con nosotros o no me tentare el corazón y te desecharemos en cualquier momento ¿Capisci?

El gesto triunfal con el que el pirata corto sus palabras fue el de agarrar al mago con la mano diestra del mentón y mirarlo fijamente a los ojos. Eso no se trataba para nada de un contrato de trabajo o algo así, era simple y llanamente una imposición que ultrajaba al joven.

Y este joven y enamorado mago, con el desprecio brillando en sus ojos pardos, asintió lentamente con la cabeza sin quitar la vista de los ojos del pirata ni aflojar la presión en sus dientes o en los puños.

El trato se había cerrado.

—Bueno, a mi me gustaría que partiéramos ya. —Dijo Flogging algo irritado a todos los que estaban en ese cuarto.
—Estoy lista.
—Bueno pues, vámonos de una buena vez. —La voz de Donovan era clara y alegre.
—Yo necesito empacar un par de cosas.

Flogging suspiro contrariado por la nueva demora que representaba stregone. Por su parte, ánima estaba quieta mirando a los dos navegantes. Aunque dedos estaba quieto mirando con fastidio al último miembro de su tripulación, Donovan no se había tomado siquiera la molestia de darse la vuelta y mirarle. Se detuvo en seco, se encogió de hombros y carraspeo.
—Está bien stolto, tienes cinco minutos para tomar todo lo que necesites y vernos en la entrada de este sitio, si te demoras me temo que te dejare atrás. —El tono del tahúr fue severo al hablar— Podrás ir detrás de nosotros, nadie te lo impedirá, pero recuerda: cinco minutos y nos iremos. Y entérate desde este momento que no eres el único que habla y entiende otras lenguas, pseudohechicero.

De nueva cuenta stregone se trago su furia conteniéndola en su cuerpo mientras temblaba victima de su ira. Esta vez a Flogging le pareció algo desagradable este suceso, no por que sintiera pena por el mago, sino por el hecho de que hacerte de este modo tan barato de enemigos le parecía una idiotez. Por lo menos, seguía entendiendo a su compinche y ahora entendía incluso la naturaleza del nuevo miembro de esta pintoresca tripulación.

Sin esperar una respuesta Donovan se fue por el pasillo oscuro de antes hasta la puerta. Flogging pasó junto a la mujer de ébano que miraba en silencio y con cierto aire perdido al hombre que “amaba”, según se decía, conteniendo su furia.
No tuvo más remedio que quedarse un instante observando a la extraña pareja y sentir un poco de confusión. No tenia cabeza para pensar como alguien podía sobajarse de la manera en que stregone lo hacía, y peor, que en vez de recibir el apoyo o por lo menos la comprensión de ánima solo obtenía por recompensa de la dama de su devoción una mirada perdida y un silencio que opacaba seguramente al de la muerte.

—No es mi problema —se dijo a sí mismo en voz baja—, será mejor que vaya allá afuera antes de que me reviente la cabeza por pensar de más, sobre todo de un asunto que no me incumbe.

El filibustero siguió su camino, y aunque dejaba atrás sus palabras y a la extraña pareja, no podía quitarse ese amargo sabor de boca de que se estaba mintiendo de una manera tonta. La gente decía que omitir, no era igual que mentir, pero él consideraba esa “diferencia” una justificación de débiles o cobardes. El mal sabor de boca se debía a eso mismo, a que sentía que al decirse que era un asunto que no le incumbía, había omitido en esa frase, tres letras, pequeñitas pero cargadas de significado: “un asunto que aun no me incumbe”.

Tembló solo de pensarlo y prefirió desviar su atención a menesteres mas prácticos como los requerimientos para zarpar, preparativos que hacer al llegar a la nave, las posibles sorpresas a las que se enfrentaría e incluso pensar que debería de hacer o como castigaría a algún miembro de la tripulación que se sublevara o no cumpliera su labor.

Antes de salir al encuentro con shamrock y la luna, Flogging pensó por última vez que en verdad, la omisión no había sido casualidad. Eso y el hecho de no querer pensar en ello, confirmaban su teoría de que solo los débiles o cobardes ponían en práctica esa treta.