Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

domingo, 29 de diciembre de 2013

De vuelta...

Quien diga que existe un buen o un mejor momento para regresar a las andadas, creo que miente. Simplemente regresas y lo intentas o te das por vencido, no hay más. No se detiene el tiempo para aplaudir un retorno o esperarte, si regresas, retomas donde te quedaste o para cerrar el lugar e irte sin mirar atrás.

Ese es el ejercicio del día de hoy, estar de "regreso".

No hay fanfarrias, ni pirotecnia ni aplausos, reproches o abucheos. No hay nada más que un blog abandonado con una nueva plantilla de fondo y el mismo tipo que escribe en el mismo blog sobre las mismas cosas. Nada a cambiado.

Por eso no hay sorpresas supongo, porque esto sólo se vuelve a abrir de manera indefinida, con nuevas reglas tal vez, aunque sean bajo la misma administración de siempre.

En fin, estoy de vuelta.

Le hice el cambio al blog porque ya era justo, no porque sea fecha importante o porque sea un "reinicio". Además, ya tenía deseos de hacerlo ver diferente, parte de desenpolvar.

Como sea, pues a retomar lo que dejé atrás. Básicamente esto es como recoger del suelo las viejas ideas y poner las de nuevo en el escritorio. No hay nada nuevo, sólo lo mismo de antes pero quizá mejor ordenado.

Bueno pues, aquí estoy y estaré un rato todavía, y con suerte acabare todo lo que deje tirado.

viernes, 31 de mayo de 2013

Día treinta de treinta días: Tú reflejo en el espejo.

Inside.

Día veintinueve de treinta días: el momento más intenso que hayas vivido.

Esto va sorprender a más de uno, pero ahí va.

Me encontraba leyendo tranquilamente un día del mes de mayo. Estaba afuera del salón de ballet, donde mi hermana toma sus clases. Sentado en una silla de plástico azul pinchurrienta; a un lado había varias mamás y abuelitas de todo tipo y edades, algunos otros retoños, nietos o hermanas de las bailarinas, correteaban alegres bajo la sombra de un árbol de jacaranda. Era uno de esos nuevos días de Mayo, llenos de calor, por ahí de las 4:30 pm. y con todo el poder del sol arrasando con quien se descuidara.

De una manera que yo no me esperaba, al leer el libro de padre rico- padre pobre, el autor, hace más o menos llega a un punto, al explicar la importancia del dinero, de como hacerlo trabajar y demás, en que concluye un párrafo con esta idea: "Lo que más duele, es no poder ser dueño de tu propio tiempo."

En ese momento, cerré el libro. Previamente puse mi separador Gandhi-navideño. Mire alrededor, no como en las películas así onda desorientado o desconociendo el sitio, no. Hice consciencia real de todo lo que me rodeaba, de cada chillido infantil, de cada palabra de las señoras de al lado, de la música de ballert, de las ordenes de la maestra de ballet, del puto viento y del pinche pajarillo que jugueteaba en los arbustos.

Ser dueño de tu propio tiempo.

Eso, es lo más importante. Para eso uno hace trabajar su dinero, para que el dinero te de más tiempo libre para hacer lo que se te de la chingada gana, para que hagas lo que quieras con TÚ tiempo.

Para que seas el amo y jefe de tu tiempo, y no alguien más.

Me quede petrificado por dentro.

¿Soy dueño de mi tiempo? No lo sé realmente.

En ese momento no lo sabía. Hoy se que malgasto mi tiempo, que quizá es algo tan malo como no ser dueño del mismo.

Lo malgasto porque, hasta ese momento, comprendí que no hacía por mi todas las cosas que debería estar haciendo para ser un yo del que me sintiera orgulloso. En especial mi yo infantil y mi yo viejo al contarle a su estirpe su camino por el mundo.

¿Que tanto dedico a crecer como persona, profesionista, como ser humano y como intelectual?

Muy poco, soy una sombra de lo que quiero ser en muchos ámbitos.

No necesite de una emoción fuerte, de música estridente, de un impactante accidente o de una situación de locura para quedarme, aunque sólo fuese un segundo, sin aliento.

Basto un simple libro, unas oraciones bien redactas y a conciencia y una mente atenta para darme el vuelco de mi vida.

Día veintiocho de treinta días: lo que nunca te atreverías a decir o hacer.

El mayor defecto de los seres humanos es que no tenemos limites, aunque quieran obligarnos a tenerlos (desde terceros a nosotros mismos), no los tenemos, los rompemos, porque esta en nuestra naturaleza destruir toda es pantomima de reglas impuestas, por un sistema, una sociedad o nuestras propias ideas y creencias.

Hace un año apuesto a que diría que no me atrevería a dañar a alguien, cometer algún acto vil,cobarde y despreciable o incluso paralizarme ante una situación embarazosa.

He hecho eso, más y peor.

No ahondare en detalles de si fue con la intención, si no lo fue, si sabía o no lo que estaba haciendo. No tiene caso, lo que cuenta y marca a los demás al final del día son tus acciones y palabras, no la retroalimentación que te generes después, ni tu remordimiento ni nada.

"Lo hecho, hecho esta y nadie lo puede remediar."

No se trata de que no se solucione, de que no se pueda resanar el daño, no. Claro que puedes coser una herida, pero dejas una marca, a eso es a lo que se refiere esa frase y todo lo que hacemos y deshacemos.

Yo pienso que no me atrevería a hacer o decir muchisimas cosas, como todo el mundo. Trato de acatar normas, de amoldarme a lo establecido, de respetar mi palabra y ser firme de principios.

Y aun así: "Del dicho al hecho, hay mucho trecho."

El ser criaturas hermosas y divinas y lo más bajo de los avernos, es algo encabronantemente difícil, porque a eso es a lo que jugamos. A ser seres del bien y del mal a base de nuestras palabras, actos, conductas y demás comportamientos y maneras de compartir con el mundo.

Que lejano me siento de las ideas del justo medio de mi aventurado y soñador Aristoteles.

¿Qué cosa nunca me atrevería a decir o hacer? La respuesta correcta es: darle una respuesta a esa pregunta... pues, ¡soy capaz de todo!

Día veintisiete de treinta días: algo que haya cambiado tú vida.

Ser hermano mayor con una diferencia de 20 años, es lo más cercano a ser padre, al menos que yo lo haya estado.

Tengo dos hermanas, pero a la del medio (la cual no veo...) le llevo 11 años; a la chiquita le llevo 21 años.

Eso si que ha cambiado mi vida, y me agrada. Me ha hecho entender muchas cosas, respecto a cuidar a una persona, a tratar de enseñarle cosas, incluso a tratar de entender realmente a los demás.

60% del tiempo hago una excelente labor de hermano mayor. La cuido, la mimo, a veces hablamos de otras cosas, le explico otras tantas, la reconforto, voy por ella a la escuela, la llevo a sus clases, a veces vamos a fiestas de otros niñitos y así...
El otro 40% se parte a la mitad. Un 20% soy un ogro, por inexperiencia, falta de paciencia o porque me nace. El otro 20% es algo así como, no saber que chingados hacer, y termino haciendo lo que caiga o siendo nada más alguien que la vigila, pero no se entromete.

A cambiado mucho mi vida tener una hermana tan chiquita y siendo yo tan grande porque, ahora puedo apreciar, atesorar y recordar todos los momentos que ella a vivido, buenos y malos. Ahora puedo entender la diferencia que ella hace en mi vida y lo hermoso que es que alguien diga que eres su hermano mayor.

Como a cambiado mi vida ser un hermano mayor.

lunes, 27 de mayo de 2013

Día veintiséis de treinta días: Lo que el resto ve en ti.

Aquí, esta vez haciendo un análisis exhaustivo, he llegado netamente a muchas conclusiones, ahora, soltare las principales que más me han dicho en estos meses.

Que soy un desenfreno total. Prácticamente, que vivo la vida de una manera salvaje y llena de buena vida. Ojala fuera así, que yo fuera esa persona que fiestea duro, que parrandea cabrón, que se luce siempre, vaya, un héroe del desmadre... pero pues no lo soy.

Que soy una persona con un vida de hueva. Es verdad que no trabajo ni estudio, mi vida es pasiva, es tranquila y ya. No veo que eso sea de hueva ni me hace sentir tan mal como todos esperan. Lo pondré fácil, llegado un punto en el que todo este contra ti sólo puedes pelear o rendirte... yo hasta ese momento pelea, como la mayoría. No espero que pasé, pero de ser así doy la cara, de modo que no me preocupo.

Que esto es un juego. No. Un día dije esta frase y me apego a ella "Sí, soy un huevón, pero que la gente se ponga a pensar que a mi me gustaba rascarme mi par de huevos con las dos manos, no con una." No está fácil la situación, no es de riesgo, pero creo que respetar nada cuesta.

Que soy una persona inteligente. Es halagador, me falta mucho camino, pero he logrado ganarme cierto respeto de los que me rodean por hacer o decir ciertas cosas, espero poder mejorar.

Hermano mayor. Una persona que cuida, procura y protege a los que son más jóvenes que el. Desde dando su apoyo o contando un buen chiste. Esto... me resulta difícil de creer, pero así es en apariencia.

Misterioso. Este me lo puse yo y los demás pueden sentir el peso de esta mascara. No lo hago adrede, tal parece que en mi naturaleza esta mantenerme hasta cierto punto al margen y de quien sea, desde en su momento el amor de mi vida a quien le contaba todo según yo, mis mejores amigos, mi mayor confidente... esta en mi naturaleza tal parece, alejar a la gente, sin importar que tanto la ame.

Que soy una buena persona. Esta es la visión de mi papá exclusivamente, la única persona que creo que prevé mis movimientos y sentimientos con más claridad que yo.

La última es algo así como "Me preocupa que no entiendas la gravedad de lo que haces. ¿Hacía donde va tu vida?" Esta es la visión de la mayoría de mi familia y bueno, no puedo echar en saco roto sus preocupaciones por mis actos o carencia de estos.

Eso es lo que, creo que en resumen y en su mayoría, ve el resto en mi. Ya dire en el último de estos días, como es que yo me veo a mi mismo...

Día veinticinco de treinta días: un deseo cumplido.

Debo admitir que este día me freno un poco, más que otros, porque sí, realmente llegados ciertos días me detenía a pensar realmente si tenía de que escribir, o peor, si valía la pena recordar o revivir esas sensaciones.

Retomando. Cuando llegue a este día no quise escribir al instante, me dio cosita. Vi el día y cerré todas las pestañas. Me negué tajante a pensar que tal vez no había cumplido ningún sueño este año, que quizá mi vida empezaba a ser una farsa o peor, el remedo de la vida de otras personas grises.

No es el caso.

Sólo para empezar, podría hablar de los viajes que he hecho. No por presunción, sino porque tenía años que no iba más allá del Toluca, que es un viaje de no mas de una hora y algo. Pero después de eso... fui a la cumbre Tajin en Veracruz, cortesía de mi amigo Leonel y su karnal del Aldo, donde asistí a una serie de buenas situaciones, disfrute de la playa, de grandes bandas y me sentí revivir a lo que era hace años. Después, en una especie de rito-diversión, fui a valle de bravo al fin; confrontando miedos de toda índole y saliendo, no se si victorioso, pero al menos bien librado.

No eran sueños que tuviera en mente, no como fragmento o piezas individuales, esto va más allá, en parte. Pues se trata de verlo como un todo, que es llevar una vida llena de momentos increíbles al lado de las personas que quiero. No todo son risas y alegrías, pero así como tendemos a ver los picos negativos, yo prefiero remembrar los positivos.

Además volví a viajar, deje detrás algunos temores y además me divertí y probé suerte. No es la guerra ganada, pero son bastantes triunfos.

Y todo esto, me acerca a otras metas, a otros sueños, quizá alguno se aleja más, pero en su mayoría se trata de cercanía.

Día veinticuatro de treinta días: La persona que te dio tu recuerdo favorito.

Recuerdo se puede usar para referirse a una memoria, o también aplica para un objeto que se te da como detalle o regalo. En este caso hablare de ambas.

A su vez, quiero aclarara que aunque no quisiera repetir personas de alguno de estos días (o de los anteriores), es inevitable, porque las personas que yo permito sean las más cercanas a mi, son las que más se repiten en mis días y en mi vida, obviamente.

Vamos a darle.

En esta era de lo digital que poco a poco nos va acabando o devorando, mejor dicho, uno de los mejores presentes que me han dado es un dibujo. Fue mi regalo de cumpleaños, me lo dio la persona del día catorce y es algo que atesoro mucho, al punto de tenerlo presente en todas partes de la red.

Pesé a que la tecnología con sus avances hace que el contacto y lo material sea sustituido, aun se reciben cosas así. Mi segundo "recuerdo" corresponde a un libro: padre rico-padre pobre. Me lo presto mi papá, pero el detalle no es que si me pertenece o no el libro, sino las lecciones que he podido sacar de el, eso es realmente el detalle principal.

Por último, varios días (en especial de este mes) que he compartido con mi hermana menor, forman una de las mejores memorias de toda mi vida, haciendo nuestro lazo más fuerte y dándome una perspectiva de mi vida muy distinta. Por plus, como diría una amiga, es una especie de entrenamiento muy especial.

Día veintitrés de treinta días: El beso más importante de tu vida.

No hay tal. Así acaba el día, ya hable de otros besos. Esta vez no hay tal. En este año, fuera de esas ocasiones, no hay nada que merezca recordar y mira que por labios no he parado, y no es fanfarronada, sino que simplemente he llegado a un punto, que este acto tan hermoso que es besar a una persona, ya sea por aprecio, por cariño o por deseo, no me llena, no me llega.

Porque hay besos de bienvenida o despedida, de extrañar o para olvidar, de amor o de traición sin duda. Y yo, no he recibido ni dado ninguno que merezca ser recordado.

No sé si es más triste por mi... o por las personas que voluntariamente y con total maldad, minimizo al hacer esto.

Día veintidós de treinta días: lo que más te hizo llorar.

El no llorar.

Me aguante tanto tiempo las lagrimas que ahora, lloro por todo. Los sentimientos ya no puedo contenerlos, me rebasan y se desbordan de las peores maneras en situaciones que yo no considero aceptables y que no debería de ser permisible hacer este tipo de escenas.

He perdido mucho por esto. En cierto modo he dejado de respetarme. Aunque no se diga siempre, se que a veces soy alguien indeseable para los demás en ciertas circunstancias. A veces provoco más dudas que alegrías y eso... eso como me emputa. He hecho cosas de las que no me enorgullezco, de las que ya sólo me río porque ya no se que más hacer...

Si hay algo, o alguien que más me a hecho llorar, soy yo mismo. Probablemente en mis peores momentos y fuera humanamente posible, disfrutaría de ver como me doy una madriza.

Por desgracia y fortuna a la vez, no es posible (puedo madrearme, no puedo desdoblarme y verlo como un tercero... ese es el detalle) y supongo que por algo siento o pienso estas cosas.

Finalmente, creo que tengo conmigo la mayor relación amor-odio que he visto.

Día veintiuno de treinta días: Esa persona o cosa que no querrías ser.

Esta es muy fácil. Ya no quiero ser una persona eh... no sé la manera de decirlo en una sola palabra, ni siquiera en una frase de un renglón. Es fácil, pero aparentemente no sencillo.

Tengo presente que quiero dejar de ser algunas cosas que ya soy ahora. Por ejemplo ya quiero moverme y hacer algo más de mi vida. Enfocarme a mis estudios y a lo laboral sería excelente. Dejar de ser un tipo triste sin duda sería fantástico y al final de todo, pero no menos importante, controlar la bebida y mi conducta.

Si en algún punto de mi vida, a corto plazo (6 meses) logró conseguir hacerme con tres de estas cuatro ideas (lo de la tristeza realmente lo descarto, mi vida no es mala y soy feliz, pero adentro de mi algo va mal, y no se muere y no se como matarlo)habré dado un gran paso al frente, hacía mi futuro real y no nada más a mis sueños.

Es así de fácil, eso es la persona que quiero dejar de ser, el yo de con esos fuertes errores.

jueves, 23 de mayo de 2013

Día veinte de treinta días: el día más extraño de tu vida.

Este día es infinito. Simplemente se renueva, en vez de ser el de toda mi vida, se podría volver anual.

Para ser una persona que sale poco de su casa entre semana, o que tiene una actividad muy marcada por la rutina y lo cotidiano (si, igual que todo el pinche mundo), se podría decir que no he tenido como tal días extraños. Creo que he llegado a un punto, en que mi día a día simplemente es algo así, tan común o tan en lo que para mi es común que ya no me sorprendo.

Temo, que a veces pueda perder la capacidad de sorprenderme...

O en un inesperado giro del destino, tal vez, todos mis días son tan extraordinarios y tan maravillosos, que de lo que carezco es de días comunes o carentes de esa magia que hace que valga la pena vivirlos.

¿Qué es mejor elegir la opción de una vida monótona? o ¿Elegir que todos los días son mágicos y dignos de ser vividos?

Aquí no apuesto a justos medios, le pese a cuantos filosofo muerto le pesé.

Mi elección, es obvia.

Día diecinueve de treinta días: lo que te causa más temor.

Esta esta sencilla. Me da miedo perder a las personas que quiero.

No sólo hablo de que se mueran, sino de que se alejen. En concreto en este caso hablo de las mujeres. No todas las damas me importan igual, pero hay unas que si quiero en especial, unas que realmente quiero, me importan y deseo que estén bien hasta el final de sus días.

Mi apego a las mujeres, a ciertas mujeres, se explica por el hecho de que al divorciarse mis padres, termine viviendo con mi papá. De este modo, de manera real y simbólica fui abandonado por mi madre y resentí la ausencia de la figura materna y femenina más importante en mi vida.

Por eso, me causa más temor que muchas otras cosas, perder el contacto con las mujeres que quiero y que pongo en un sitio importante en mi vida.

Es probable que tenga problemas, pero bueno, en algo tenemos que flaquear todos y lo mio son las damas en más de una maldita manera.

Bendición y maldición amar tanto a la mujer, tal vez para algunos, en mi caso, pese al miedo y a la incertidumbre, siguen siendo lo mejor para mi.

Día dieciocho de treinta días: la persona que te gustaría ser.

Creo que aquí no cambia nada. Quiero ser alguien digno. De confianza, de ser amado, estar con el, de todo. Quiero que la gente, la gente que me importa, sepa que cuenta conmigo y ya.

A veces, aunque es cómodo no ser llamado en la madrugada por alguien en llanto, al final sabe mal.

Cuando era un mocoso, leí que si tú eras de esas personas a las que la gente siempre les pide algo (su tiempo, un consejo, un abrazo, una palabra de aliento, ayuda, etc), no debías molestarte. ¡Como alguien que es capaz de dar se podía quejar! Teniendo un don tan grande.

Tú eres capaz de dar. Cosa que muchos quisieran hacer, no sólo saber recibir, sino dar, aportar.

Eso quiero ser, una persona que pueda dar.

Día diecisiete de treinta días: alguien de tu niñez.

Mi niñez realmente es un recuerdo borroso. No diré que perdí la memoria o alguna cosa así, pero,no la recuerdo muy bien. En especial lo que es prácticamente mi niñez temprano, en si, tengo ideas muy borrosas entre los antes de los 8 años. Ya después de eso, según recuerdo todo (como se supone todos lo hacemos, aunque no seamos el memorioso Funes o un hallazgo del señor Luria), así que es fácil esto.

¿No?

De hecho. Creo que lo más importante de esos días, es que siempre estuve rodeado de mi familia. De mis tíos y tías, de mis abuelos, de mi papá, de mis primos. De estos días, de mi niñez, de estas personas, surgio algo de lo que siempre me he dado cuenta, bueno, dos cosas.

La primera es que mi vida no fue bella,y eso, pues se notaba, creo que mi niñez fue, por el divorcio de mis padres, algo duro. No siempre me sentí contento (como hoy día), pero bueno, era niño y eso resbala de algún modo.

La otra es que me quisieron y cuidaron muchisimo. Nunca he sentido la falta de cariño de nadie de mi familia, de hecho, me atrevería a llenarme la boca diciendo que probablemente soy el sobrino más querido. Que porque convivimos más tiempo juntos.

Esta es una lección como con muchas visiones. Primero, mi familia es muy importante para mi. Siempre me he sentido apoyado por ellos, en los peores momentos. Hasta la fecha me he sentido respaldado y eso me ha dado fuerza y pese a todo lo malo que pudo haber pasado, siempre hay algo bueno que ver o que nace de estas cosas.

Alguien de mi niñez, toda mi familia. Y espero que sea algo de toda mi vida.

Día dieciséis de treinta días: lo que te da más orgullo.

Creo que en este momento lo que me da más orgullo es que me esmero por ser un buen hermano mayor. Si has leído los días anteriores, podrás ver la más grande contradicción en esta sucesión de días, al menos hasta llegar al último, que ese si va ser un desmadre.

Volviendo al tema, creo que eso es lo que, en estos días, en este momento, es lo que más me enorgullece, de mi. Siento que este es el parte aguas para formarme en ser, no el mejor padre, pero si al menos uno que sepa comportarse y apreciar la genuina bendición que es tener la oportunidad de cuidar a una personita más chiquita.

La mayor recompensa es que te digan que te quieren, sin embargo, el genuino gran logro (desde mi punto de vista) es darle al mundo una persona de bien. No porque sea "mi obra maestra", sino porque eso es lo que merece el mundo y porque bueno, finalmente creo que eso es lo correcto.

En fin, no hay más que tratar en esta incongruencia.

Día quince de treinta días: Algo que te atormente.

Sin duda, nada pesa más en mi alma que todas las tonterías que he hecho. No me arrepiento pos los hubiera, no les he dado oportunidad, me arrepiento de los porque hice esto o aquello. Y no de todo, he cometido errores que han sido grandes lecciones y no me duele realmente reconocerlo, porque he aprendido y he tenido la prudencia de no reincidir en ese tipo de situaciones.

No soy de piedra, unos hubieras que me pesan mucho es en cuanto a las mujeres, aunque son efímeros... ¡son intensos!

Muchas veces he pensado cosas del estilo de: "Debí decirle tal cosa" "tendría que haberla besado" "debí haber sido más audaz e ir a parar a la alcoba" (y este último, esta escrito de una manera muy fina a comparación de lo que realmente pensé); cosas del estilo. Pero después de darle muchas vueltas, de castigarme mentalmente y de perdonarme también, entiendo que esa es la fortaleza de un hombre, en mi caso esa es quizá la mayor de mis fortalezas.

Tener palabra. Para conmigo en especial.

Como sea, muchas cosas que he hecho me atormentan, son pequeños piquetes de mosquitos constantes, que están ahí para recordarme que no la cague, que ya no cometa esos errores.

Pero sin duda, lo que más me atormenta es no cumplir lo que digo, y de manera sería. Yo también soy hocicon como todo mundo y a veces digo cosas imposibles, pero, cuando hablo de manera sincera de algo y no lo cumplo, eso es lo que más me pesa.

Equivocarse creo que esta permitido. Cagarla monumentalmente no cabe duda que lo haremos todos en la vida e igual es aceptable. Repetir incluso el mismo error, dos o tres veces, es cuestionable pero aun así perdonable. Lo que ya no tiene madre, es fallarse a si mismo...

miércoles, 15 de mayo de 2013

Día catorce de treinta días.

Día catorce de treinta días: Alguien "desconocido" para ti, y que, probablemente, nunca vayas a conocer.


Son varias promesas

Bailar cuando nos veamos. Beber cuando nos encontremos. Yo no mal copear y evitar ponerme agresivo (no contra ti, contra la vida). Probablemente e implícitamente reír a carcajadas o callar incómodamente en el intento. Pese a todo o con todo, ser feliz. Y claro lo más importante... vernos.

Se que tú sabes quien eres, no necesito dar explicaciones ni descripciones, porque contrariando al texto, pienso que tú me conoces.

Y tampoco son tantas promesas ni las grandes promesas, pero no cuenta la cantidad ni la calidad de las palabras o la interpretación en este caso. Lo que contará es lo que vendrá. Es así de fácil.

Lo tengo bien presente, es algo que sí o si he de hacer.

Día trece de treinta días: Alguien que quieras que te perdone.

Puedo decir que este año aparentemente no le he hecho daño a nadie. Incluso, creo que me he portado como un mejor amigo y una mejor persona. No es por dárselas a desear, pero creo que esta vez soy un mejor tipo... y más egocéntrico.

Siendo tal vez más objetivo, no quiero que nadie me perdone, pero tampoco que me odien.

El perdón da la facilidad de pensar que podemos cagarla de nuevo y seremos perdonados con simple y llanamente pedir se nos disculpe la ofensa/agravio. Borrón y cuenta nueva, para llenar la tarjeta de chingaderas una vez más.

No me des tu perdón si te he ofendido, dame la oportunidad, eso sí, sin rebajarme ni insultarme, de ganarme tú perdón. De subsanar la agresión. De limar la aspereza, de limpiar la herida.

Amigo/a no me des tu perdón, te pido por favor, que me des la oportunidad se que con mis actos, salde esa cuenta pendiente.

Así, podre ser mejor persona, con suerte me ganare tu confianza de nuevo y tu afecto y al final, todos habremos ganado algo nuevo y andado un poco más nuestro camino.

Mucho mejor ¿No?

Día doce de treinta días: la persona que más odias o la que más dolor te causó.

Sin miramientos, sin elegancia y directo a la cara.

Quien más dolor me ha causado es uno de mis mejores amigos. Un colega que seguramente mis retoños algún día terminaran por llamarlo tío.

Es un proceso largo el que he pasado desde mi accidente. Desde hace cuatro casi cinco años, tratar de limpiar mi ser de resentimientos y cosas que trato de hacer lógicas para que no me reviente el trasero de lo ilógico que a veces es mi pensar.

No se trata de una platica zen, de ascender a la iluminación budista o de amar a nuestros enemigos a la mejor y más radical manera cristiana.

Se trata de un proceso de años en el que un tipo de 20 años, tuvo que afrontar (con ayuda de sus amigos y de gente a la que amo y ahora no esta ya a su lado) a sus demonios. Que se forzó a un aprendizaje para ya no escucharlos... y que finalmente se dio la oportunidad de crecer como persona para poder estar en paz, consigo mismo, antes que con los demás.

Es la historia de un hombre, mi historia y de como sin querer y por accidente, uno de mis mejores amigos y de las personas a las que antaño más respetaba, me causo el dolor físico y emocional más grande, al menos recientemente.

Porque claro... aun queda camino por recorrer, y no sé que aventuras y desaventuras tendré que ver.

Pero venga, esto es parte del camino y lo acepto con gusto, no en vano, ya no soy el mismo tipejo de hace unos años.

Uno no mira al frente porque no tenga de otra, uno lo hace porque si no ¿Quién más verá por mi? Además, se cuenta que antaño, los grandes héroes de leyenda eso es lo que hacían.

Reír ante la adversidad, recoger tus pedazos y seguir adelante hacía tu destino.

Día once de treinta días: Tu amor o enamoramiento.

Enamorado de...

Es interesante que siempre que evoco estas ideas, estas concepciones tal vez demasiado estereotipadas o manoseadas por el mundo, no pueda evitar sonreír, no nada más con los labios, sino de algún modo especial y que va más allá del poder y entendimiento de mis palabras, como si mi alma inmortal sonriera con mi ser terreno y caduceo.

Es realmente difícil de explicar, pero eso no le quita ni un ápice de divinidad.

En este año, hablaba de como me apasiona la idea de amar a alguien. De como me imagino algún día genuinamente entregando amor sin esperar recibir nada a cambio. De como seré algún día uno de esos hombres de leyenda que por amor lo pueden hacer todo. Que el amor es tan mágico que te hace ser mejor persona, por el gusto, no por las ganas o la obligación. De como sin amor, probablemente la vida sería más que aventura, tormento. De que el amor es tan maravilloso...

Y me detengo. Me detienen más bien.

Hablaba con una amiga sobre esto y la conclusión fue sencilla "Tú estas enamorado del amor."

Y es verdad. Amo al amor desde que entendí que era una fuerza en la que mucha gente dice no creer, pero aun así añora en sus vidas.

Y pese a lo amargo que sea el día, a lo duro que sea el momento, a lo gris que sea ahora el mundo, gracias a que creo en el amor, a que amo al amor o tal vez a que estoy tan enamorado del amor... aun puedo ver e imaginar luz donde otros sólo ven penumbra.

Como no soñar con el amor, si me ha dado tanto sin que yo le de nada a cambio...

Día diez de treinta días: Alguien con quien te gustaría hablar más.

Este día lo tenía dividido en dos mujeres este año, pero para no romper las tradiciones, porque todo tiene su espacio, y porque al final de cuentas la vida es lo más hermoso que tenemos, sólo será de una persona este día.

¿Qué te gusta más...?

Cuando caminos de regreso a nuestra casa, muchas veces te hago esta pregunta ¿Qué te gusta más...?

Las opciones a veces se repiten, pero siempre te doy a elegir entre dos cosas, para saber, que es lo que te gusta más.

Es una manera tonta y algo infantil para alguien que ya pasa de sus veintes, para conocer más a otra persona. Pero aun así poco me importa y hago diario y a rajatabla el mismo ritual de preguntas. Me gusta, me gusta mucho.

Me gusta que no te aburre. Me gusta que no te cansa. Me gusta que me contestas a todo. Me gusta que a veces respondas que te gustan las dos cosas. Me gusta que a veces inventas respuestas. Me gusta realmente saber esas pequeñas cosas... porque me gusta compartir mis días, mi tiempo y mi vida (que los tres son cosas invaluables) contigo.

Pues me gusta saber de ti, aunque esas por tu boca y por medio de preguntas tontas. Lo demás, nuestra convivencia y lo que me cuentas ya me mostraran las demás facetas de tu ser.

Eso sí, no sólo se trata de hablar más y ya. Se trata de llegar a un punto, en que no solamente yo te atosigue con preguntas, ideas y discursos, no. Se trata de que un día cualquiera, te me acerques y me hables y me digas cosas y me dejes ser parte de tu vida, aunque no lo sepas.

Se trata de que, un día, tú me preguntaste "¿Qué te gusta más...?" y aunque repetías mis preguntas, no pude evitar responder con una sonrisa radiante y mi corazón lleno de alegría.

¿Qué me gusta más: mi vida antes de mi hermanita o con ella?

Creo que la respuesta, es demasiado obvia.

Día nueve de treinta días: Algo que te es indiferente.

Es curioso, llegado a este punto no sé por cual de todas las cosas que no me interesan hablar.

No tengo ganas de hacer una lista, porque no me interesa eso y me da pereza. El problema es que tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de quejarme, de manera muy "sutil", de todas esas cosas que, ay caray "No me interesan".

Curioso... que a veces podamos ser tan contradictorias las personas.

Finalmente, cuando algo te es indiferente, no le dedicas la atención suficiente como para pensar que tan indiferente te es... simplemente, no es parte de tu vida o figura entre tus intereses.

Pero allá vamos, a hablar de lo que no nos importa, de lo que no creemos, de lo que no queremos o toleraremos.

¡Ah! ¡Tan poco nos importa que mira como le dedicamos más de dos minutos!

miércoles, 8 de mayo de 2013

Día ocho de treinta días: Un intercambio de miradas.

Lo he pensado mucho y creo que jamás conoceré al amor de mi vida saliendo a la calle, intercambiando miradas y jugando a coquetear con lo que se ponga enfrente.

Ok, tal vez "jamás" es una palabra que le queda demasiado grande a lo que planteo, pero la neta, lo veo muy, pero muy poco probable.

Deje usted que sea feo o agraciado, que vista a la moda o como payaso, que me peine o el viento me despeine, todo eso es lo de menos. Sé que el amor no entra por los ojos, al menos no sólo por ellos.

El amor nace cuando escuchas las cosas que dice el otro y te interesan o divierten. Cuando sientes el roce de su piel contra la tuya, aunque sea al tomarte de la mano o pasarte una pluma. Cuando al acercarte a saludarle hueles su loción o el shampoo de su cabello. Finalmente, cuando le miras caminar hacía ti o hacer una mueca de esas que tanto te gustan.

Creo que un intercambio de miradas entre desconocidos no dice nada que vaya más allá de "¡Hey! ¡Que bien luces chic@!" o dependiendo de la circunstancia "No puedo creer lo que esta persona esta diciendo" o "¡Que buena esta esta rola!". Y aunque sean casos "importantes", no te dirá más su mirada que eso...

Viéndolo por otro lado, cuando conoces a alguien y tienes una buena comunicación, a veces un cruce de miradas, un intercambio de palabras, el más sutil sonido o la seña más sencilla, bastan para entender que ocurre con la otra persona.

Llegado a ese punto, a veces un intercambio de miradas es lo que basta para saber que la otra persona sufre o esta contenta.

Incluso para saber que tanto te ama, sin necesidad de palabras.

Día siete de treinta días: el peor dolor de tu cuerpo.

Esta es fácil. Ya hable de eso el año pasado. El detalle que lo hace trascendente es que no se trata de una cosa eventual (y no hablemos de relatividades y mediciones, por favor), sino de algo que aparentemente llego y con todas las ganas de quedarse.

De todas las lesiones que tuve a raíz del accidente de hace 4 años, nada me parte la madre como lo de los nervios que han dejado "colgado" mi brazo derecho (humor negro para sazonar estas letras). No se trata sólo de funcionalidad, también va de la mano (llevamos dos) del hecho de que la secuela de ese arrancamiento de nervios, me da la sensación de un miembro fantasma. Ya exprese anteriormente como es la "sensación", así que esta de más darle vueltas a lo ya dicho.

Lo que sí he de mencionar, es que es algo que como jode y hace pesado el día a día. A veces, cuando la gente cree que estoy en silencio, en mi mundo de fantasías o en la pendeja, no es así. Ojala me la pasara en la pendeja, ojala fuera así... pero no.

Si me quedo quieto de repente, como si pensara profundamente algo o me extraviara en un mundo de ficción, no lo dudes, estoy aguantando el pinche dolor. Focalizo toda mi mente y voluntad en no retorcerme o hacer una escena, pese a que me dan ganas de morderme la mano hasta partirla en dos...

Y no digo esto por simpatías o ganarme algo, yo se que allá afuera hay gente que lo pasa peor. Sí lo expreso, es porque quiero que exista un entendimiento y nada más, no para recibir aplausos ni lagrimas... hace tiempo que le agarre desprecio a esas actitudes "lastimeras", y NO por los aplauden, sino por los que usan su circunstancia o sufrimiento como una treta para ganar algo de los demás.

martes, 7 de mayo de 2013

Día seis de treinta días: Un desconocido en la calle.

Todo sea por las generaciones futuras.

Siempre pienso eso, para levantarme el animo, cuando veo a personitas más pequeñas que yo. El futuro esta ahora en mis manos, y algo bueno debo hacer con él por el bien de los que vienen detrás de mi. Desde mis hermanas, hasta sus amiguitos, e incluso los hijos de mis amigos o los del vecino.

Tenemos que hacer algo, para mantener esas sonrisas, esa alegría y esas ganas de vivir en esos cuerpecitos.

Día cinco de treinta días: tus sueños.

Hablare esta vez de metas a corto plazo.

Quiero acabar mi servicio, titularme y tener un trabajo. Quiero hacer lo que hacen todos, trabajar, quejarme del trabajo, fingir que amo ser un esclavo y disfrutar al limite las horas libres que llegue a tener.

En un futuro no lejano, quiero tener mi propio departamento. Un lugar agradable para tal vez dos personas. Conocer a muchas damas, superando así mi marca personal y a su vez mi timidez al abordar mujeres.

Finalmente, conocer a la mujer que pueda amar tanto como yo sepa y pueda (porque día a día mejorare eso), tener hijos y ser más feliz.

De vez en cuando (una vez al mes) reunirme con los amigos en un bar, beber cerveza, reír ponernos al día, darme la vida de empleado remunerado que no tengo.

Eso es lo mundano. En la otra cara de la moneda tenemos.

Que quiero publicar algún día. He decidido tomar algunos cursos de redacción, de hablar en publico y quizá de ventas. Quiero dar consulta privada y quizás trabajar en alguna dependencia. Finalmente, quiero tener una hermosa familia, y desde luego, quiero seguir unido a la que tengo y allegarme más a quienes faltan.

Como dije... soy un tipo de gustos y metas muy claras. Eso no las hace fáciles, simplemente son sencillas de entender.

Día cuatro de treinta días: La persona a la que más extrañas.

Aquí huelgan las palabras. Extraño a mi hermana del medio, y no he hecho nada para volver a verla. No hace falta decir más, a veces, en un párrafo, se entienden todas las cobardías, las culpas y los sufrimientos. Finalmente, soy honesto, esta vez ni siquiera tengo deseos de engalanar toda la vileza de mi falta de acción. Ni siquiera con palabras hermosas.

Día tres de treinta días: Un familiar.

Curioso que llegados a este punto no tenga nada que decir. Ya hable de mi papá y he hablado de mi familia paterna y nuestro característico sentido del humor. Ante este momento, y en aras de no ser repetitivo, hablare de mi mamá.

Ella es una mujer independiente, con sus problemas. No sólo es personal, nuestra relación fue muy dura y hasta la fecha es algo más complicada que otras relaciones. Probablemente (y dicen) que se deba al abandono de su parte, que me duela y a su carácter. Puede ser eso y más, en el juego de dos, siempre son dos en mayor o menor medida, los culpables.

Aun así, es mi mamá, la quiero y aunque a veces no sé a donde carajos hacerme cuando discutimos, trato de llevar las cosas bien con ella.

Mi motor es simplemente no preocupar de más a nadie, por supuesto primero están mis padres, luego mis amigos y al final yo. Es curioso, mucha gente pensara que debo "pagarme" a mi primero para rendir a los demás, pero, nadie se pone a pensar que la mayoría del tiempo, mi paga es que los demás estén en paz.

Soy un tipo de costumbres simples, de ideas brillantes, placeres mundanos y ambiciones por encima de lo normal. En sí, nada que no hayas conocido antes.

Mi mamá es la otra cara de la moneda que me representa. De ella herede sin duda el carácter cabrón, que no es ni de cerca fuerte, la personalidad valeverguista se duplica con ella y sin duda mi terquedad (que tampoco es tenacidad), salio de allí.

Como sea, eso no quita que gracias a eso, ahora conozco y reconozco más estas ambivalentes cualidades de mi persona. También sumamos a la ecuación que es una persona muy estudiosa, que me ha mostrado a pesar de todo el rostro del afecto de una madre, y que se diga lo que se diga, hasta donde recuerdo a estado conmigo.

Si la vida no es perfecta, menos lo serán las relaciones humanas y mucho menos las personas. Esta es una de esas historias... que no aspiran a la perfección, sino a simple y llanamente, vivirse mejor.

jueves, 2 de mayo de 2013

Día dos de treinta días: Alguien ya fallecido con quien desearías hablar.

Hermanos hasta el final
Ese es el enlace al segundo día, ya sabemos de que va esto.

Acá abajo, la lista de los 30 días y que temas abarcan.

Día 1: Tu mejor amig@.
Día 2: Alguien ya fallecido con quien desearías hablar.
Día 3: Un familiar.
Día 4: La persona a la que más extrañas.
Día 5: Tus sueños.
Día 6: Un desconocido en la calle.
Día 7: El peor dolor en tu cuerpo.
Día 8: Un intercambio de miradas.
Día 9: Algo que te es indiferente.
Día 10: Alguien con quien te gustaría hablar más.
Día 11: Tu amor o enamoramiento.
Día 12: La persona que más odias o la que más dolor te causó.
Día 13: Alguien que quieras que te perdone.
Día 14: Alguien desconocido para ti y que, probablemente, nunca vayas a conocer.
Día 15: Algo que te atormente.
Día 16: Lo que te da más orgullo.
Día 17: Alguien de tu niñez.
Día 18: La persona que te gustaría ser.
Día 19: Lo que te causa más temor.
Día 20: El día más extraño de tu vida.
Día 21: Esa persona o cosa que no querrías ser.
Día 22: Lo que más te hizo llorar.
Día 23: El beso más importante de tu vida.
Día 24: La persona que te dio tu recuerdo favorito.
Día 25: Un deseo cumplido.
Día 26: Lo que el resto ve en ti.
Día 27: Algo que haya cambiado tu vida.
Día 28: Lo que nunca te atreviste a decir y/o hacer.
Día 29: El momento más intenso que hayas vivido.
Día 30: Tu reflejo en el espejo.


Estos días, al llegar acá y escribir, pareciera que lo hago de malas o así. No es el caso, estoy más seco, no por viejo o amargado, sino que me pongo serio de repente. Es como si el hechizo del bufón se disipara y en su lugar se renovara el contrato del héroe de leyenda. No sé, nunca fui un gran poeta.

Hasta mañana.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Día uno de treinta días: Mi mejor amigo.

Dejaré atrás cortesías, ya que a nadie le sirven. Obviare y me importara poco hacer ya mención al pasado o lo escrito antes. Aunque mi historia es lineal y tiene cierta continuidad, en este caso, en pedazos de mi vida, no tiene caso hilar todo para entender a donde vamos.

Esta vez me gustaría hablar de mis amigos de la carrera, y aun me quedan amigos para dos años más, antes de que desmenuce y hable uno por uno (que no me agradaría). Son 4, uno esta muerto y quedan tres. Y sí, es del que siempre hablo en el 2do día.

Es una cosa simple, realmente, somos muy distintos. Congeniamos en el gusto por la psicología clinica y no llegamos más allá de eso. Y que somos hombres, porque a uno no le gustan las mujeres, así que ni en eso.

La diversidad se cree que es lo que mantiene a nuestro grupo de amigos tan unido, haciendo a un lado el hecho de que la tragedia es la que se encargo también de afianzar esos lazos y quizás de dividir un poco o hacer las grietas más evidentes. Aun así, la amistad la elegimos nosotros y pesé a sus bajos y sus altos, decidimos mantenerla lo mejor que se pueda.

Como sea, pienso que no hace falta mencionar sus virtudes y defectos, ni sus nombres o el peso que tienen en mi vida, para que se entienda que clase de personas son, o al menos para mi.

Una amiga atino a hacer una metáfora muy cierta sobre la vida (No sé si fue ella o yo, así que por default se la doy por buena a ella) y simplista. Esto es una gran obra, algunos somos personajes principales o el romance de otros y en algunos momentos somos actores secundarios y de relleno. Todo depende de nuestro lugar con X o Y persona.

Así pues, tu compañero de la prepa es un secundario en tu vida (de la cual tú eres protagonista) porque jamás volverás a verlo o no impacto. Es uno de esos rellenos y segundones que sólo son incidentales en esta puesta en escena. En cambio, tú novia de la universidad, tu esposa y algún día madre de tus hijos, bueno esa es una co-protagonista de tu aventura. Incluso ese mejor amigo de la infancia que hasta la fecha te habla para contarte bromas tontas o sus preocupaciones.

Ahora, ya sabemos ara donde va esto.

Con mis amigos del a carrera he dicho muchas veces esto (y desde hace unos años, con varios amigos míos) "Esta historia se la voy a contar a mis hijos, de como su tí@ "tal" hizo "cual" cosa". Eso pasa, porque imagino mi vida al lado de mis amigos. No en físico, sino, llanamente compartiendo experiencias y la vida misma.

Finalmente, pienso que cuando seamos vejestorios, aun nos reuniremos en las noches de sabado, en esas noches calurosas del verano a degustar una cerveza, a escuchar nuestras sandeces de viejos amigos y a jugar un poco de domino o los dardos. Sí, pienso que estarán conmigo hasta el día de mi muerte...

Finalmente, en esta gran puesta en escena que se llama "La historia de un hombre..." ellos son pieza fundamental, son compañeros y amigos de vida. Sin ellos, este show sería más monólogo que aventura. Sencillamente son parte de el...

Reparto principal

martes, 30 de abril de 2013

¡Vuelve el desafío de 30 días!

Bueno, el desafío de 30 días regresa. Debo decir que por azares del destino y por mi tontera, se postergo tanto (prácticamente dos meses) a este paso lo estaré haciendo en diciembre o me saltare un año... Caray, y mira que quiero ser constante.

Bueno ya esta dicho, el desafío de 30 días empieza mañana, creo, que sera interesante, más que nada para mi, pero quien sabe, igual y alguien se identifica o se entretiene y así ganamos todos...

Si algo tiene esto, es justamente que remueve cosas. Por ahora todos los días se sienten frescos en cierto modo, pero, si de verdad llego a hacer esto anualmente, creo que tendré que ir sacando días o bueno, cambiarlos por otra cosa. Lo curioso es que hay muchos desafíos, el más común es sobre música... pero, de letras casi no he visto, así que tal vez termine pidiendo sugerencias en vista de que es difícil encontrar más "material" al respecto.

En fin anuncio corto. Abril sin duda es un mes que hizo salir al blog muy mal parado, con este mes varios propositos de año se fueron al carajo... pero bueno, ya estaremos contabilizando detalles a finales del año.

Hasta mañana.

sábado, 30 de marzo de 2013

Navegando

Aunque tome toda una Vida


Capitulo Cuatro: Navegando.


Cuando viajas en el mar, cuando estas a merced de una fuerza superior a la tuya y que, por un giro del destino inesperado, podría destruirte, la gente tiende a comportarse de maneras distintas o incluso a mirar la vida de forma diferente. Para dedos de oro esta sensación, este cambio en su vida, se manifestaba de una manera positiva. El filibustero amaba el mar, no en el sentido común de amar algo, no. Su pasión iba más allá de que simplemente le gustase o le hiciese sentir bien, eso era para los párvulos, al menos desde la visión de Flogging. Para él, ese amor por el mar incluía todo, desde amarlo por sus maravillas, hasta respetar su poderío e incluso, tratar de entenderlo y admirarle pese a sus atrocidades. Se podría decir que era el amor más puro y sincero que había profesado jamás.

Las cosas en el barco se fueron animando conforme todos se iban adaptando al nuevo cambio de vida, desde los horarios de sus actividades hasta el llevar a cabo las tareas más simples sin que el vaivén del mar interfiriera. Con el ir y venir del tiempo, se fueron haciendo de manera tan eficiente las labores que incluso se sumaron otras por el mero gusto. No nada más los juegos de cartas, en los cuales en algún momento participaban todos, o las noches de beber ron bajo la luz de la luna.

Flogging era el más ocupado, puesto que él se encargaba de las tareas alternas de sus allegados. Para empezar, daba lecciones lo mejor que podía a Donovan sobre el manejo de su nave. Al ser principiante, era algo muy complicado y ciertamente desesperante para el tahúr, pero, si se debe hablar con honestidad, se esmeraba muchísimo para aprender y no atorarse. Realmente quería aprender y que mejor oportunidad que bajo la tutela de un maestro justo y paciente como dedos.

Donovan, al tener a su cargo, al menos de palabra y en papel, a stregone, decidió poner de su parte. Eso y en vista de que el servicio que hacía por el su capitán ameritaba algún tipo de remuneración. De esa manera, el jugador opto por darle lecciones de combate al hechicero. Al ver esto, dedos opto por cooperar en la “clase” e incluso invito a otra persona.

—Lo mío no es saltar a pelear —dijo con su característico timbre carente de emoción alguna.
—Anima, yo pienso que te podría servir mucho tener las nociones básicas de la defensa con o sin una espada —le respondió el capitán de manera seria y con calma.
—Vamos anam, es bueno y podremos entretenernos en algo más ya que estamos aquí —señalo el barco con sus dos manos.
—Yo no me entretengo. Ocupo mi tiempo leyendo e instruyéndome en varios temas. No necesito… entretenerme —puntualizo.
—Piénsalo de esta manera zahorí, hasta donde he entendido, utilizas tu tiempo para aprender más cosas —se acariciaba su fina pelusa rubia que tenia por barba al hablar—, leyendo. ¿Por qué no aprovecharlo con unas clases prácticas? Así, podrás conjuntar teoría y práctica, logrando que tu aprendizaje sea mucho mejor porque lo nutrirás de las dos esferas y no nada más de una sola.
—No entra en mis intereses el arte del combate —dijo seca la mujer de ébano—. Como dije, yo no soy parte de las filas de pelea, no me interesa. Yo solo proveo soporte.
—Creo que sería importante que en un medio en el que la gente habla más con sus armas que con palabras, tú y stregone aprendan defenderse —le miro fijamente a los ojos—. Cuando vas a otro país, aprendes las bases para poder dialogar y entenderte, es lo natural para seguir adelante. Con esto, será algo parecido, digamos que son las bases para entablar “un dialogo”.
—Vamos alma mía —dijo emocionado el hechicero mientras la tomaba de las manos—. Así tendré una compañera con la cual podría poner a prueba mis nuevas destrezas adquiridas.
—Si es que tuviera algunas —se burlo el tahúr.
—Te escuche perro.
—Esa era la idea stolto.
—No veo necesario el aprender habilidades que probablemente no volveré a emplear después de este viaje.
—Veo que no podemos convencerte —dijo resignado el capitán—. Por lo menos, quiero pedirte una cosa, como capitán de esta nave. ¿Podrías asistir y ser observadora por lo menos? No te pido ya que lo aprendas en cuerpo, pero, sería bueno que tuvieras una noción de esto.

Para ser íntegramente honestos, se hizo un silencio. No fue de ninguna manera incomodo, pese a su rara manera de manejar sus sentimientos, con anima ese tipo de cosas jamás pasaban, era tan clara y seca que nada podía tomársele a mal o por otro sentido. Su mayor virtud y defecto a la vez, su falta de pasión. Shamrock cruzo sus brazos y miro a la mujer, stregone la miraba esperanzado y dedos seguía con sus ojos marrones clavados en ella.

—No encuentro problema alguno con ser observadora —respondió finalmente.
—Bueno eso es algo —dijo aliviado shamrock.
—Es mucho más de lo que yo he conseguido para otros menesteres.
—No nos importa su vida amoroso stolto, ten pudor —dijo divertido el tahúr.
—¡No me refería a eso idiota! —Dijo molesto el hechicero—. Ahora veras —tomo un palo y se lanzo a pelear— ¡En garde!
—Creo que se llevan muy bien —dijo anima dibujando una minúscula sonrisa en su rostro.
—Eso parece. Como sea, no te detengas si en su momento decides unirte a la práctica.
—Eso no pasara.
—Bueno —dedos se encogió de hombros, arqueo las cejas y miro a la mujer a la cara—, yo siempre dije que jamás usaría servicios de adivinación y ya ves —sonrió de manera sincera—, aquí estas.

El capitán del barco no dijo más. Simplemente se dio la vuelta y tomo un pedazo de madera, aparentemente un viejo palo de escoba o trapeador. A unos pasos de llegar con un abatido stregone y un pésimo ganador shamrock, lo detuvo uno de sus marineros.

—Capitán, yo y un par de hombres no pudimos hacer oídos sordos de lo que le dijo a la mujer —dijo con algo de pena.
—No era ningún secreto.
—Si… bueno, queríamos saber si podemos formar parte de estas clases de espada —el hombre se quito un gorro de lana y con su único ojo miro a su capitán—. Solo participaríamos en nuestros descansos capitán.
—No veo el problema —contesto Flogging sin pensarlo —. Pero a la primera prueba de que alguien se enoje o quiera volver en algo personal la práctica, se las arreglara conmigo y mi acero ¿Entendido? —fulmino con su mirada a los hombres.
—No hay problema —dijo con algo de temor al que habían escogido como portavoz.
—Andando entonces —al finalizar le dio el pedazo de madera al marino tuerto.
—¡Dedos de oro es bueno verte! —Le gritaba un triunfal Donovan parado sobre stregone—. Te perdiste el duelo más corto de la historia de la humanidad.
—Se un buen ganador shamrock —pidió Flogging—. No me gustaría darte una paliza por ser un pésimo vencedor.
—Sabes, me siento con suerte el día de hoy —se hizo a un lado dejando respirar a stregone y tomo del piso la que había fungido como espada del mago—. Veamos si la fortuna sigue sonriéndome.

Donovan le lanzo a su capitán la “espada” en una abierta invitación a un combate. El filibustero tomo al vuelo la madera, con una sola mano y de manera rápida. Del mismo modo, la tiro a un lado y camino hasta ponerse delante de Donovan.

—No peleare con un hombre desarmado —shamrock sonreía mientras hablaba—. Eso no es ético.
—Te estoy dando una ventaja de cortesía —le respondió dedos.
—Ya veo, crees que a ti es a quien le sonríe la dama de la fortuna —Donovan se puso su “espada” en el hombro.
—Yo no creo en la suerte —Flogging extendió sus palmas y le sonrió a Donovan—. No temas atacar a un hombre desarmado.

Con rápido movimiento el tahúr deslizo su espada de entrenamiento desde su hombro a su enemigo, un tajo vertical fulminante. El filibustero con simpleza desvió el movimiento con un golpe de antebrazo, con la otra mano le planto un golpe seco a su oponente en la garganta. En el acto el jugador soltó su arma y se llevo ambas manos a la garganta. El capitán de la nave, con ambas manos lo empujo del pecho tirándolo de un sentón.

—Creo que está claro que jamás debemos confiarnos —dijo con un tono sobrio, como si de verdad estuviera dando cátedra—. Vamos, de pie amici —sin burla en la voz, le extendió la mano a Donovan.
—Diablos es demasiado bueno —dijo el hechicero a su amada apenas conteniendo la emoción—. Carajo, es muy bueno.
—Donovan es muy transparente en sus acciones para pelear.
—No es tan fácil como tú crees —dijo claramente ofendido.
—Por otro lado, pensé que quienes dirigían la nave eran esos dos —dijo la mujer dejando claro que no se retractaba o discutiría sus ideas.
—Bueno, dedos dijo que estábamos navegando aguas tranquilas por ahora y que seguíamos un curso fijo, así que solo dejo a un marino vigilando el rumbo. Aunque, menciono que surcamos aguas tan calmadas que, una piedra atada al timón valdría lo mismo.
—Ya veo.
—Porque no lo intentas —retomo el tema—, no te costaría nada y creo que esos dos serian igual de gentiles y pacientes al enseñarte como yo lo haría. Por lo menos dedos de oro lo seria.
—Deje clara mi postura sobre esto de aprender a pelear, a mi me basta con observar.
—Como tú quieras, pero, recuerda que no todo se aprende en los libros o viendo nada más.

Sin decir más, el hechicero dejo a la dueña de su amor parada, observando, como, aparentemente se la pasaba haciendo toda su vida.

Las lecciones sobre combate siguieron en los días siguientes. Flogging no siempre estaba presente en ellas al igual que Donovan, incluso era raro que los dos coincidieran. Por un lado, Flogging tenía que supervisar más cosas de la nave y a los marinos a su cargo, esa tarea solo se facilitaba gracias a que el tahúr realmente se esmeraba en aprender rápido los secretos de la navegación, dándole más tiempo a su capitán para otras tareas. Por su parte, Donovan en medida de lo posible y con el consentimiento implícito de Flogging, procuraba ayudar en lo que podía también. Desde tareas como tener un conteo de las reservas hasta vigilar el comportamiento de los subordinados para que la vendetta navegara en paz.

Pasadas varias lunas desde el inicio de su travesía en mar. Flogging empezó a unirse a sus camaradas de nave en las noches de ron y cantos marinos. No siempre estaba codo a codo con su tripulación sobre la cubierta, varias de esas noches de hecho las pasaba en vela navegando. Sujetando con la diestra el timón y con la siniestra una botella de ron, o como él le llamaba por costumbre de otra época de su vida: rumbullion. Precisamente, en varias de esas noches que Flogging estaba en el castillo de popa, se le unieron Donovan y stregone. Era curioso como a veces, pese a sus diferencias, los hombres por instinto se buscaban y se reunían bajo la luna a hablar de sus vidas.

En una noche con luna llena y un cielo despejado y claro, se encontraban reunidos esos tres. El capitán parado delante del timón, representando como el que más su papel de dirigir la nave y salvaguardar su carga. El tahúr se encontraba recargado en el barandal, con la botella en la mano y tranquilo, pues era su descanso y además ya tenía estudiado lo que su mentor hacia en esos momentos. Finalmente, el mago estaba sentado, recargado en el barandal a un lado del jugador; el cielo se refleja en sus pupilas, llevando su mente a lugares distantes.

Era una noche preciosa sin duda.

—Bueno, es un gusto tenerlos aquí nuevamente —dijo dedos serio—. Es algo aburrido y solitario el hacer la guardia nocturna.
—Yo estoy aquí por el ron —dijo Donovan sonriente, igual que siempre—. Tenía mis dudas de que abandonaras tan rápido el whiskey, aunque no me extraña, es delicioso este néctar ámbar de los dioses.
—Bueno, yo realmente vine a mirar el cielo, es algo mágico para mí. La naturaleza y las palabras son dos de mis pasiones —tomo de la mano del tahúr la botella y le dio un trago—. Y no puedo negar que este licor tiene un saber que te atrapa.
—Como dije, es un placer contar con su compañía —ironizo dedos—. Por lo menos son honestos, al menos ahora.
—Yo siempre he sido honesto, al menos conmigo mismo —le arrebato la botella a stregone y le dio un gran trago—. Podría acostumbrarme a esta buena vida.
—Yo también soy honesto siempre, al menos con mi alma amada.
—Bueno, yo me refería a que seamos honestos entre nosotros, después de todo somos compañeros —se dio la vuelta recargándose en el timón—. Dame la botella y el tiempo.
—Toma —le lanzo la botella—. ¿Viste? No derrame ni una gota.
—No me gusta que se desperdicie mi bebida —dijo serio—, puedo tolerar muchas cosas, pero el licor deberías tratarlo con cuidado, es importante.
—El reloj de arena ya ha marcado treinta minutos —stregone se puso de pie y giro el artefacto de tiempo.
—Llámale ampolleta, ese es su nombre para los navegantes —le corrigió con educación dedos.
—Me sorprende que aun uses un artefacto tan viejo para navegar.
—Bueno, así aprendí a navegar y mientras me funcione, lo seguiré haciendo —le dio un gran trago a la botella, vaciándola por completo—. Me temo que contigo será lo mismo, a menos que aprendas a navegar con alguien más.
—Por ahora me basta contigo. Pensé que esa botella duraría más —dijo el mago rascándose su barbilla.
—Somos tres, es natural que una botella dure apenas una ampolleta, más tomando en cuenta que le dan sendos tragos que pareciera que mueren de sed.
—Bueno, toma en cuenta que el stolto debe ahogar sus penas, que ahora son más. Con la espada y su amada.
—Te derretiría esa cara de bufón que tienes…
—Pero somos compañeros —le corto Flogging.
—¿Por qué tanta insistencia en eso? —Cuestiono el jugador.
—Porque me gustaría sentirme seguro cuando tengamos que jugarnos el pellejo. Muchas riñas de este estilo vi en el pasado —la cara del capitán se torno sombría al evocar su pasado—. Muchas vidas se perdieron por tonterías y mal entendidos que bien pudieron arreglarse simplemente hablando o siendo más flexibles.
—Eso de ser flexible es muy importante para ti —dijo stregone—. Lo repites al hablar sobre pelear e incluso aquí.
—Adaptarse es vital para sobrevivir, eso lo aprendí desde que era niño.
—¡Oh no! Ahora vendrá una triste historia sobre tu pasado ¿Verdad? —El jugador saco de su gabardina otra botella—. Esta vez, beberemos whiskey —dijo con alegría.
—No quisiera aburrirlos esta noche con mi vida —Flogging se cruzo de brazos y sonrió—. Me gustaría más escuchar sus historias. Déjame dar el primer trago, te lo exijo como tu capitán —bromeo.
—Solo te daré el privilegio por ser generoso y no aburrirnos con tu pasado.
—Vaya, de manera que no quieres hablar de eso en verdad —tomo la botella, la destapo y le dio un trago—. Ni tú historia ni la mía, entonces, solo quedas tú —apunto al hechicero con la botella—. Dale un buen trago al aqua vitae para que te afloje las palabras.
—Saben, yo esperaba más de este viaje —dijo tomando la botella y sin dejar de observar la luna y el majestuoso cielo nocturno—, por alguna razón yo esperaba más de esto. No nada más entrenar, comer y emborracharme por las noches, me recuerda a mis días sirviendo en los barracones…
—¡Fuiste militar stolto! —exclamo sumamente sorprendido.
—Preste servicio, apenas un año y ni siquiera fui soldado. Me dedicaba a archivar y ese tipo de cosas.
—De manera que te hartaste y huiste ¿No?
—Muy intuitivo mi capitán —dijo sonriendo y mirando la botella con nostalgia—.Era otra época de mi vida definitivamente. Como sea, yo pensé que para estas alturas estaría viviendo grandes aventuras y conociendo diversos misterios del mundo… no nada más repitiendo un capitulo de mi vida —le dio un pequeño trago a la botella—. Creí que esta historia trataría de aventuras, de duelos, de joyas y de seres fantásticos —se estiro un poco y le dio la botella al tahúr—. Es demasiado tranquilo.
—Vamos stolto tú no estás hecho para las emociones fuertes —le dio un trago grande a la botella y se seco los labios con la otra mano, satisfecho totalmente—. ¡Ah! ¡Qué delicia!
—Estamos navegando aguas tranquilas y no hemos tocado tierra todavía —con felino movimiento le arrebato la botella al jugador y se empapo los labios de licor—. Ya vendrán las aventuras, las peleas por salvar el pellejo, la fantasía y el dinero…
—Eso es verdad, me preguntaba justamente hacia dónde vamos. Precisamente, la isla del sentimental Johnny no está a la vuelta de la esquina…
—Yo tengo una vaga idea de a dónde vamos.
—Tú no eres navegante, que podrás saber tu stolto.
—Anima a estado siguiendo la ruta que trazamos desde que partimos de puerto, según sus cálculos, debemos de estar a unos días de llegar a la isla de Malegria. —explico ignorando completamente al tahúr.
—Así es —dijo Floggin sonriendo complacido—. Estamos a una semana de ese lugar. De ahora en adelante, empezare a darle más crédito a esa mujer, al menos está demostrando que sus conocimientos van más allá de lo esperado.
—Modestia aparte, mi anam es una erudita y muy confiable.
—A mí lo que me gustaría saber, es la historia de cómo dos personas tan distintas están juntas —dijo el tahúr estirando la mano para que le dieran el whiskey—. Venga, dame la bebida —el filibustero le paso la botella, en vez de tomar en el acto su trago, la alzo al cielo mirando cuanto licor le quedaba—. Son sin duda una pareja peculiar.
—Me imagino que lo mismo piensan de nosotros todos los marinos que contrataste —dijo el capitán revisando el timón y su curso—, después de todo, ninguno de nosotros cuatro parecería que embonamos en personalidad…
—Y aun así —intervino el mago—, nos estamos acoplando y llevando bien —finalizo su oración sonriendo de oreja a oreja.
—Exactamente —concedió el navegante de la vendetta.
—Y sin querer todos estamos aprendiendo algo mientras estamos en tu nave e incluso nos llevamos bien, no es así. ¡Que me aspen! Tus habilidades de persuasión son más discretas pero de una efectividad contundente.
—Es el curso natural de las cosas. Simplemente, tenía que pasar, si vamos a trabajar juntos, debemos crear un lazo de confianza mutuo, para que nuestras futuras tareas sean más llevaderas.
—Lengua de oro deberíamos llamarte de verdad —dijo entre broma y verdad el tahúr—. A veces, pareces algo más que un simple filibustero de renombre.
—Quien lo diría —sonrió Flogging—, de manera que ahora estas mostrando interés en mi historia.
—No recuerdo haber dicho algo parecido.
—A veces, lo que no dices, es lo que habla por ti —sonrió nuevamente—. Pensé que alguien como tú, que salva su pellejo con la palabra la mayoría del tiempo, lo sabría.
—Como sea —el tahúr le dio la botella al mago—, todos tenemos una historia detrás, para que arruinar el misterio contando ahora todo —se desperezo y camino hacia las escaleras—. Despiértenme cuando me toque dirigir la nave —finalizo su participación de esa noche con una despedida de mano.
—¿Tú no te sientes cansado? —cuestiono el mago, mirando con algo de asco la botella en su mano.
—Realmente no, aunque parezca mentira, me siento más vivo que nunca.
—Debe ser que estás en tu elemento de nuevo —con cuidado puso la botella a su lado.
—Soy un animal terrestre —se mofo.
—Sabes a que me refiero, esto aparentemente es lo tuyo. Además, creo que te hacía falta salir de ese letargo impuesto, de hecho, probablemente eso seguro te mataría a la larga.
—No creo que sea para tanto —dijo permitiendo que su vista se perdiera en la inmensidad del mar.
—Bueno, no me refiero a una de esas muertes violentas o que se hacen leyendas —el mago se puso de pie con el alcohol en su diestra—, sino más bien a esos decesos por pena, por tristeza —se puso nuevamente junto a la ampolleta y le dio su merecido giro—, como si una fuerza misteriosa te robara la vida o un ser de penumbra te chupara el alma.
—Tal vez sea eso —concedió el filibustero mientras que en su rostro, como por arte de magia, el peso de sus aventuras y de los años se marcaba en sus facciones.
—Bueno, llevamos dos ampolletas…
—Está bien, faltan seis para que siga el turno a shamrock, puedes ir y descansar, no hay ningún problema stregone.
—Está bien —dejo la botella de whiskey junto a la ampolleta y camino a las escaleras.

Sin intercambiar más palabras, el hechicero dejo al solitario capitán de la vendetta navegar, no solo el océano de este bello y misterioso mundo, sino también surcando esos recovecos de su mente que le regresaban esos recuerdos, esos pesados e inolvidables recuerdos de lo que parecía, otra vida.

En los días subsecuentes las cosas se mantuvieron con cierta normalidad. Anima observándolo todo y leyendo, stregone tratando de mejorar o tal vez, obtener, habilidades para el combate físico, shamrock desempolvando sus técnicas de batalla y aprendiendo a navegar y finalmente dedos de oro, bueno, lo cierto es que se mantuvo de buen ánimo y siempre al tanto de todos los deberes de que tenía como capitán de su embarcación.

Como dato curioso, cinco días después de esa plática y de los cálculos de Flogging y anima, anclaron al fin en la isla de Malegria. Uno de tantos puertos que servían de sitios de paso para travesías más largas. Esta isla, a diferencia de la isla de la tortuga no era un sitio sin ley o que fuera punto de reunión de piratas y similares. Malegria era un sitio que se respetaba y que permanecía neutral ante todo tipo de trifulca de los sitios que le rodeaban, por lo cual era un lugar perfecto para escapar de una guerra y tener una buena vida. Por otro lado, sería ingenuo creer que esta isla estaba libre de problemas o de piratas. Sí, se tenía un control y leyes en el lugar, pero lo cierto es que el sitió era el lugar ideal para tener encuentros clandestinos con mercenarios o piratas, justamente por su neutralidad.

Desembarcaron al medio día, nada más al poner pie en su blanca arena se sintieron un poco raros todos, era natural, finalmente era tierra firme, extrañarían el vaivén del mar. Una vez que aseguraron perfectamente la nave, Flogging mando a sus marinos a tomar un descanso y les dio una parte de su paga para que se “divirtieran” como más les apeteciera. Se acordó que se reunirían en el muelle nuevamente en dos días.

—Bueno, ahora deberíamos ir a una buena taberna y beber hasta que perdamos la conciencia —propuso Donovan con una sonrisa en el rostro.
—No me gusta beber.
—Me estoy empezando a cuestionar si te gusta vivir de hecho —dijo molesto por el desaire a su propuesta.
—Cada persona disfruta de diferentes maneras —dijo la mujer de ébano sin inmutarse—. Yo disfruto leyendo, no bebiendo.
—Vaya, rimaste sin querer mi amada anam.
—Si me gustaría escuchar la historia de cómo estos dos terminaron juntos —se acerco a Flogging y le dio un codazo en las costillas— ¿No te gustaría saberlo a ti también?
—Atentos —Flogging caminaba con calma y parecía inmerso en su conversación, pero miraba con desconfianza a la mayoría de gente con que se topaban—. Algo va mal aquí —dijo en tono confidencial—, todo están muy atentos a lo que hacemos, eso no me gusta.
—Desde que desembarcamos nos han estado mirando, de hecho, creo que incluso nos están siguiendo —ánima lo dijo al tiempo que miraba hacia atrás a un trió de sujetos que iba a unos metros detrás de ellos.
—Creí que era solo mi imaginación…
—Tómalo con calma stolto, es natural, somos un grupo pintoresco y además toma en cuenta que dedos y yo no podemos pasar desapercibidos.
—Yo diría que quien no pasa desapercibido es shamrock —dijo ánima a sus compañeros—. Todos los que nos han visto, lo miran con especial interés a él.
—De manera que a esto hemos llegado —Flogging sonrió de una manera distinta a como le habían visto en los días anteriores, era una sonrisa que oscilaba entre lo salvaje y la locura—. Te dije que las peleas para salvar el pellejo ya vendrían stregone.
—No esperaba que fuera tan rápido, ahora me arrepiento de mis deseos.
—Es él —dijo un hombre a otro que iba saliendo de un prostíbulo—. Es el que esa mujer busca.
—¿Mujer? —Pregunto con algo de temor en su voz Donovan— ¿Qué mujer me busca granuja?
—Una mujer, que aparentemente tiene mucho interés en ti —él y el otro hombre les cerraron el paso. Entonces, desenfundo su acero—. Tanto interés como para haber puesto una buena suma por llevarle tu pellejo.
—Los otros que nos seguían ya nos están cerrando la huida también —señalo la mujer.
—No puedo creer que terminamos en una calle apretada en la que no podremos huir —dijo stregone claramente nervioso—. Esto no me está gustando.
—A mi tampoco, sobre todo la parte de la mujer —desenfundo su espada—. Me gustaría que dieras nombres.
—Ya podrás preguntárselo cuando te llevemos con ella.
—Espero que nos dé más dinero por llevar a tus amigos —dijo el segundo hombre desenfundando también.
—Llego la hora de ponernos a prueba —Flogging dio un paso al frente y con su izquierda detuvo a Donovan—. Tú y stregone encárguense del trio, yo me encargare de estos dos, tú mantente atenta y en el centro ánima.
—Eso será fácil —dijo la mujer sonriendo.
—¡Atento stolto! No puedes permitirte dudas en este momento.
—Está bien —hincho el pecho y respiro hondo para calmar sus miedos—. ¡Estoy listo!
—Bueno, de modo que no quieren cooperar —Flogging desenfundo su acero y lo giro dos veces, no dejo de sonreír ni un solo momento—. Tendremos que hacer esto a la fuerza entonces.
—Te costara trabajo hacernos hablar, no somos espadas a sueldo cualquiera —dijo el segundo sujeto.
—Cuanta gente hay en estos mares, que gusta de vender barata su piel.

Dijo dedos de oro sonriendo con malicia mientras se lanzaba al ataque.

viernes, 22 de marzo de 2013

Brothers to the end.

Hermanos hasta el final.

En estos meses, y hablo de seis meses para acá, no de todo un año transcurrido, muchas cosas han pasado por mi cabeza relacionadas a este tema. En algunas ocasiones retome viejos temas y en otras revisite cosas del pasado para darles otro enfoque y claro, al final, tener ideas similares a las antañas, pero diferentes. Se podría decir que, evidentemente, todas nacían de un mismo sitio (mi mente, yo pues), pero no por compartir un principio también compartían un final o meta.

En esta ocasión, pensé principalmente en la vida y la muerte y todo lo que ello conlleve.

Partí desde el punto, como siempre, en que este día se conmemora el aniversario luctuoso de mi amigo Cuco. El cuarto año de este intento de costumbre de elevar un par de palabras al cielo en honor a un camarada caído, o que bien, se me adelanto.

Pase a pensar porque la gente tiene que ser tan teatrera y manifestar a todos viento y quien se deje, que sufre, que se lamenta. Pienso, aun, que es con la finalidad de buscar un trato preferencial o el reconocimiento de que, en verdad se lamenta la pérdida de una persona. Esta idea choca conmigo porque yo me guardo esas cosas, no por orgullo ni por miedo a parecer algo, sino porque es intimo, y no siento la necesidad de que todos “sepan mi sufrir”.

Eso me hizo reflexionar de que realmente tal vez estamos perdiendo el camino real de lo que son nuestros ritos y tradiciones, de que tal vez, queremos tan desesperadamente el reconocimiento y atención que no dejemos en paz a los que ya no están, o peor… que no los dejemos partir por hacer tanto drama. No lo sé, son sólo divagaciones y suposiciones de alguien de 24 años que comparte sus ideas a través de las letras. Una vida reducida a unos párrafos, una epopeya narrada en un solo verso. Eso a veces es la vida.

Finalmente, pienso que lo principal aquí es vivir y hacerlo bien. No me refiero de forma ostentosa y lujos, sino a ser feliz, a valorar lo que se tiene (desde que comer, que vestir, entretenimiento, posesiones, a la familia, a los amigos, a la vida misma) y claro, aspirar a más, pero sin perder de vista lo fundamental.

Todo podemos reemplazarlo, menos nuestras vidas. Por todo hablo de lo material y a veces de las relaciones. No se reemplaza a todo mundo, jamás reemplazaras a un buen o mal padre o a tu mejor amigo. En caso que sea así, reflexiona dos cosas: que tan desechables somos como personas y que quizá esa persona no era tan importante en tu vida.

Esto es hablar de todo y nada a la vez, para llegar a un punto de convergencia en el que te das cuenta que todos los caminos te llevan a tus ideas y a tu toma de decisiones. En este caso, al hablar de la vida y la muerte, yo decidí orientar este peculiar rito anual a mi entrañable amigo Cuco.

Es un año más, de espero muchísimos más, porque tengo muchas cosas por vivir. No es que no quiera reunirme con este gran amigo, pero, tengo muchas experiencias y cosas que hacer acá, mejor dicho no tengo, sino que quiero hacer más.

Eso no quita que te recordemos en los mejores momentos. Normalmente para invocar a la pena y hacer de la velada un suplicio, pero otras veces, se hace con una sonrisa en el rostro o incluso con ese humor negro tan nuestro. Así somos compadre, ya te la sabes, así que sé que no te sorprende, que de seguro te divierte.

No he sido el mejor amigo ni el mejor doliente. Por mi terquedad y hacer las cosas a mi manera, creo que he hecho más desmadre que beneficio o ayuda, pero bueno, que no quepa duda que siempre he sido sincero.

Se te extraña. Desde luego que haces falta y aunque salgamos “todos”, los cuatro a echar la chela o a una fiesta, sabemos que no estamos “Todos”, que falta el quinto de nosotros, que somos buenos pero contigo en el equipo éramos mejores. El dream team, ahora es solo un gran equipo, no es malo, pero no es el de ensueño. Quien sea capaz de entender eso, sabrá la importancia y la falta que haces en nuestro día a día como grupo de amigos.

Ahora empiezan nuevos viajes para todos nosotros, creo que lo único que podemos decir (y tomándome la libertad de hablar por los otros tres) es algo así: te recordamos, no siempre, pero estas presente en nuestras vidas. Esperamos ser mejores personas por nosotros y por ti para hacer que tú existencia trascienda. Te extrañamos, te queremos y aunque no te pensemos a cada instante, nunca te olvidamos. Me gustaría rematar con una frase que leí de un amigo mío, no es la más original ni la más increíble, pero es honesta y eso es lo más importante: “Hermanos hasta el final”.

Por último, antes de pasar a las aclaraciones y a los te extraño, te pido que nos cuides, como vienes haciendo, sé que es mucho pedir, pero como dijo otro amigo tuyo, ya que estas allá en el cielo, échanos una mano. Sé de sobra, no que te cueste o no, sino que lo harás y lo haces con gusto.

En fin… llego la hora de decir, hasta luego. Ya que nos seguiremos viendo en mis sueños, y en mi memoria. Cuídate viejo, que ya estaremos nosotros haciendo nuestra parte. Ah y claro, te queremos puto y te extrañamos un chingo.

PD: Alguna vez leí que “no habrás vivido en vano” si sembraste una idea, creaste algo o aportaste algo al mundo. Bueno, tú tienes más que justificado el todo porque dejaste una gran huella en nosotros (ya no hablemos de quienes te conocieron de más tiempo o tú familia) y créelo, nosotros continuaremos, de cierto modo, con ese legado.

domingo, 10 de marzo de 2013

La importancia de el nombre.

La importancia de “el nombre”.


Bueno una entrada que no se bien donde terminara o en que categoría/etiqueta la meteré. Porque tendrá un poco de todo… como sea, eso creo que es más asunto mío que de los que me hacen el favor de leerme.

Hablando con una amiga de años, surgió el tema de la importancia de ser reconocida. No ser la hermana de tal, la sobrinita de fulanita, la amiguita de sutanita o la hija de mengano. Ser reconocido o conocido vaya, por tu propia persona. Kai el que escribe, o simplemente Kai (en este caso).

Esto, me hizo ahondar un poco en la importancia del nombre de las personas. Y por el nombre me refiero a todo. Desde el simple hecho de cómo te llama, como te dirán, como serás conocido y porque causas o actos serás reconocido o incluso recordado.

Mi nombre es Alberto, Beto para mis amigos de la carrera y la familia o Betito por ser hijo de otro Alberto. Cosio con sus variantes en el acento para los que me conocieron entre mis 12 y 18 años de edad. Finalmente en la red, el seudónimo es Kaifan, antes Kairut y para quien gusta Kai.

Nunca me plantee hasta estos días, la importancia que tenía el que yo hubiese escogido ser “Kaifan” y llevarlo al punto de ser reconocido así.

Tal vez esto en parte sea una reflexión muy burda, pero, pregúntate tú también, querido y leal compañero de lecturas, que tan importante es tu nombre o el seudónimo que puedes escoger para ti.

Yo pensé justamente “Si algún día resalto por algo, me gustaría realmente que digan: el loco del amigo de perengano o Alberto/Cosio/Beto/Kai el loco”.

De ahí entendí la importancia de que, por minúsculo y egocéntrico en exceso que suene, el nombre, el que elegimos o se nos otorga, es importante.

Corto y directo, Kai está en el blog y aun así parece ausente, que cosas.

Hasta la próxima.

jueves, 28 de febrero de 2013

Simplemente. Cap. 1: Inconcebible

Capitulo Uno: Inconcebible.


Él se encontraba tamborileando con los dedos una tonada de batería de un grupo de Tijuana. Esta clase duraba una hora nada más, y aunque aun estaba en el llamado “tronco común”, no le parecía del todo vital para su formación académica-profesional. Con la diestra llevaba el ritmo de la melodía, la izquierda hacia segundas nada más, realmente no era lo suyo, pero claro, no se iba a poner a tocar un “bajo de aire” en medio de la clase. No importaba que estuviera sentado hasta atrás, se le hacía muy bajo (valga el termino tan multifacético) estar “jugando a ser músico” a cada rato. El tocaba por amor, no para llamar la atención. Por eso había elegido ese instrumento y no la guitarra.

No se dio cuenta de cómo, mágicamente y sumido en sus pensamientos musicales, la clase ya tocaba a su fin. Reconfortante. Una hora que se iba volando sin mayor esfuerzo, ojala así fueran las cosas aburridas de la vida: siempre.

Se levanto de su asiento. “Escupió” la pluma que era prisionera en su boca, por cosa de centímetros no se cayó de la paleta de su banca. Todo está empezando a marchar bien atino a pensar al ver que el día, de algún modo, se acomodaba nuevamente. No empezó del mejor modo, pero mejoraba. Alegre de que tal vez no fuera otro días gris, se estiro con ganas y emitió un gruñido seco, cruza del movimiento y la satisfacción. Incluso cerró los ojos, complacido. Habiendo estirado todos los músculos que pudo unos instantes, languideció para terminar, como si solo su columna vertebral lo sostuviera, como una especie de espantapájaros. Una vez hecho el estiramiento matutino, se rasco el cuello con pereza y se dirigió hacia la puerta del aula.

Al salir el aire le dio de lleno en el rostro de una manera refrescante. El sol brillaba con dulzura, no quemaba pero si daba el calor, perfecto simplemente. Con media sonrisa dibujada en el rostro se acerco a la barda para poder observar hacía el patio central y sus jardineras. Justo al poner ambos codos en la barda de cemento, se escucho un timbre (tal vez campana, ya no entendía cual era la diferencia, al menos no con los aparatos modernos). Con movimiento lento, saco el celular de su bolsillo. El celular le servía bien poco para las nuevas tecnologías que estaban en boga, pero algo muy importante para él y su celular con 16 GB de menoría, era la música. Realmente a veces pensaba que más que uno de esos celulares modernos con montones de aplicaciones sin sentido, era solo un walkman/disckman enorme, a veces un reloj, y en una que otra ocasión un celular.

—Vaya, ya son las diez —dijo para sí mirando la hora en la pantalla de su teléfono—. ¿Qué clase tenemos ahora?
—Ninguna —le contesto a su lado una voz de mujer.
—Oh, tenemos hora libre entonces…
—Así es Marley.
—Bueno, creí que ya había comentado que no me agradaba que me dijeras ni tú ni nadie así…
—Los apodos nos lo eliges, esa es la idea en primera —replico ella con voz socarrona—. Además es mejor que el otro. ¿Qué prefieres? Marley o ben…
—¡Para ya! —Exclamo el chico mirándola a los ojos—. El otro suena todavía peor.
—No es nuestra culpa que seas…
—Dafne —le interrumpió—. Por favor, dejémoslo en Damián —desvió la mirada con molestia y dijo casi en un susurró—, o en Marley.
—Mira, yo no te puse Damián. No está mal, es un buen nombre chico —al halar se acerco más a el y le puso una mano en el pecho—, pero, era inevitable que viniera acompañado del “apellido” —al decirlo, hizo comillas con la otra mano—, y más si eres músico. Piénsalo, es lo lógico —de manera juguetona deslizo la mano del pecho hasta el cuello para juguetear con sus rastas.
—Creo que ya habíamos hablado de eso… y de esto —con delicadeza tomo la mano que estaba entre su cabello y la puso en la barda de cemento.
—Eso dices ahorita —dijo ella con una sonrisa burlona—. Pero después vendrás corriendo a mi Marley.
—No niego que seas una mujer hermosa —aunque sus palabras trataban de ser halagadoras, sin querer, el tono era burdo y carente de sentimiento—, pero no eres…
—¡Sí, sí, sí! —Exclamo haciendo los ojos en blanco, molesta—. “No eres la mujer que estoy buscando”. Nada más falta que me des las gracias, que manera de ser tan poco sensible Marley.
—¿Insinúas que debo tratare con más dulzura? —pregunto mordaz.
—Solo digo que, darle pan a quien tiene sed, no se vale —dijo la chica apartándose un poco de él.
—Bueno, yo solo digo, que es incomodo pedirle peras a un olmo.
—Siempre debes de tener palabras tan creativas para responder a todo ¿No?
—Espero no interrumpir nada.
—No, no te preocupes Bea. Ya me iba yo de todos modos —dijo molesta la chica.
—Discúlpame Dafne, solo me lo llevo un rato para que me pague un favor y es tuyo —la morena sonreía al hablar.
—No, de verdad ya me iba —paso junto a ella y suspiro resignada—. Todo tuyo Bea, como siempre.
—De verdad no me tardo Dafne. Gracias.

Amigo y amiga vieron como la otra mujer se alejaba por el pasillo. Ella pensó justamente, que solo otra mujer entendería esa manera de andar, decaída, derrotada. No era su intención vencer a nadie, y menos por los motivos que ella se imaginaba, pero tampoco sentía justo el tener que mantenerse a la distancia. Realmente ningún camino llevaba a un final feliz para todo, tal vez por eso en el fondo, no se preocupaba.

—Bueno, vine a recibir lo que merezco —dijo ella mirando su amigo a los ojos.
—En el fondo me agrada, pero es muy rara —tenía la mirada perdida, la cabeza en otro lado, estaba ausente, como siempre.
—Damián —dijo con voz cantarina. No de esas que hacen burla o que suenan hirientes, más bien parecido al trinar de un pajarillo. Era alegre, casi como para despertar.
—¡Ah! Sí, aquí estoy Beatriz —entonces el chico clavo su pupilas en las de ella—. Gracias, me la quitaste de encima, una vez más.
—Lo hice sin querer, realmente no pensé que interrumpiera algo, después de todo ya le habías quitado la mano de tu cabello —una mujer honesta, quizá la única de mi vida atino a pensar Damián mientras veía en el rostro de su amiga, algo parecido a la vergüenza.
—No pasa nada —sonrió al ver que ella se relajaba un poco—. Y gracias por cierto.
—Me parece grosero que me agradezcas eso.
—No. Te agradezco que me llames por mi nombre y no por… uno de mis tantos apodos.
—Bueno, Marley no está nada mal y Bendito…
—¡No lo digas Beatriz! —más que exclamar parecía suplica.
—Ese apodo es como de tú banda para contigo —dijo ella inmutable ante las palabras de su amigo—. Además, te conozco desde hace más tiempo, no creo que puedas dejar de ser Damián para mí, es como imposible —dijo encogiéndose de hombros.
—Por eso gracias —la sonrisa de su rostro era honesta, ella y él lo sabían y eso, era lo que importaba.
—Bueno, no perdamos el tiempo —dijo como si nada hubiera pasado y lo remato todo con su característica sonrisa perlada—. ¡A comer! — al gritarlo alzo ambas manos, llena de energía y alegría.
—Estas totalmente loca —dijo divertido y le paso el brazo por los hombros, cual camaradas—. Anda, vamos a comer.
—Y tú vas a invitar —señalo la muchacha morena, sin quitar esa sonrisa radiante de su rostro.
—¿Tú nunca cambias eh? —cuestiono el de rastas, mirándola a los labios, a sus perlados dientes, a la emoción que le causaba verla tan contenta siempre.
—Pues tal parece que no —dijo ella alzando sus cejas—. Al menos aun no.
—Está bien, yo invito —espero que en verdad nunca cambies. Realmente eso era lo que quiso decir, pero le bastaba con lo de la comida.

Realmente aunque el edificio formaba parte de los lugares a los que podían ir y estaba justo enfrente de su aula, jamás se habían tomado la molestia en voltear la mirada siquiera a sus ladrillos y bardas de cemento. Siempre le había parecido a ella tan distante, tan lejano, sobre todo tan sin importancia en su vida y sin la necesidad de ser tomado en cuenta.

Y ahora estaba allí, subiendo las escaleras, temerosa y con la vergüenza dibujada en todo el rostro por estar teniendo una “aventura” así de loquilla.

—No te quedes hasta atrás —espeto la líder—. Ivette, tenemos que apurarnos el descanso no es eterno.
—Tenemos clase de historia, el profesor es más tolerante con los retrasos…
—¡Ay Camila no importa! Tenemos que aprovechar lo más que podamos.
—Es un poco exasperante, pero es una buena chica —dijo Mariana a Ivette con un volumen confidencial.
—Está loca —respondió Ivette sin tratar siquiera de modular la voz—. Y aun así se que tienes razón
—¿Dónde carajos es psicología? —dijo desesperada la líder.
—Apenas es el segundo piso Melissa, por favor —le recrimino Ivette, algo irritada—. Este lugar es de 4 pisos…
—Psicología es más arriba morrita —dijo una chica que iba bajando las escaleras, y casualmente pasaba a su lado—. Bueno, los primeros semestres son allá arriba, hasta el tope —no detuvo su andar, es más ni siquiera volteo a verlas, simplemente señalo con el pulgar hacia arriba.
—Vaya perra —dijo en un susurro de furia la líder.
—Disculpa —la tímida Camila se le acerco—. ¿Ustedes llevan estadística?
—Pues sí, los primeros semestres —para sorpresa de todas, la muchacha se detuvo y les prestó atención—. ¿Por qué?

Fue hasta ese momento que Ivette se percato de ella realmente. Era una mujer de tez clara apiñonada. De un rostro atractivo y de rasgos suaves, no era precisamente hermosa, pero era sugerente, muy atrayente. De complexión delgada, de pechos discretos y de amplias caderas. Aun así todo resaltaba en ella. El pelo largo a la cintura tenia rayos rosados y azul metálico desperdigados por toda su extensión. En la nariz llevaba un piercing brillante como diamante. Un pantalón a la cadera mostraba su mayor atributo y claro, para compensar la discreción del otro una entallada ombliguera, no tenía un abdomen plano, pero aun así lucía increíble.

—Como una especie de rockstar —dijo Ivette para sí, justo cuando acabo de analizarla.
—Necesitamos la ayuda de alguien que sepa estadística —Camila seguía al mando de la investigación. La líder claramente se había apartado en un desplante grosero. Típico de la lucha de poderes entre mujeres… sin mediar edades.
—Bueno, supongo que cualquiera podría ayudarlas —curioso, la chica mostraba interés y no solo eso, sino disposición—. Ahora si lo desean también puedo darles el nombre del profesor, porque bueno —se rio con ganas—, no todos somos buenos con los números y las formulas.

Por un pequeño intervalo y de modo inconsciente las tres voltearon a ver a la líder, fue algo natural, algo muy espontaneo y sin querer realmente. Incluso Ivette se sorprendió haciéndolo. La líder sin decir palabra alguna, hizo un ademan apenas perceptible con la mano, que rápidamente identificaron como un “no”.

—Preferiríamos la ayuda de un eh, estudiante, para sentirnos más cómodas.
—Definitivamente lo de Camila son las palabras —dijo Ivette a Mariana.
—Es una chica muy lista y de voz suave —respondió Mariana, pero sin perder de vista a las otras dos.
—Con que eso es… ¿Eh? —La rockstar sonrió de una manera cómplice—. Claro yo entiendo de esas cosas —al decirlo les guiño un ojo—. Yo las ayudaría, pero no se me da a mí, aunque puedo recomendarlas con…
—¿Conoces a Beatriz? —pregunto de golpe Ivette. Tonta. Como si fuera la única, además, que grosera manera de hacer las cosas ¡Ah! Se riño en su cabeza.
—Vaya —el rostro de la rockstar cambio. Ahora la expresión que tenia, si se asemejaba más a la de una perra molesta—. Sí, sí conozco a Bea. No está mal, yo les iba a recomendar a Damián Marley, pero es lo mismo, de todos modos siempre están juntos…
—¿Uno de rastas? —pregunto de nuevo, casi se ahogaba al decirlo. Él no.
—¡Oh vaya! —nuevamente la expresión y ahora el tono de zorra, del que tanto hablaba la líder—. Estas mejor informada de lo que aparentaban tus amiguitas —¿Porqué el cambio tan repentino de actitud? Atino a pensar mientras se hacía poquito atrás, ya que la chica mayor se le acercaba demasiado, como si quisiera intimidarla—. Supongo que querrás que te diga donde esta él…
—Ella —respondió. Justo al decirlo su cuerpo choco contra el barandal de las escaleras. La sutileza murió en ese momento.
—¿Bea? —Cuestionó con un dejo de confusión en su voz, como si no diera crédito a lo que la niña le dijo—. Esto es un giro aun más inesperado —dijo más para ella misma que para las niñas, que ya estaban también cerca de ellas dos. Por instinto de conservación, se había acercado las otras tres para proteger a su compañera—. De cualquier manera, Damián y Beatriz sieeeempre están juntos, jamás veras a uno sin la otra —dijo con los ojos en blanco y sin ocultar su molestia—. Como sea —de repente, se suavizo nuevamente su expresión, su voz incluso regreso al tono de partida, neutral—. Los pueden encontrar en la última aula, del último piso en horas de clase.
—Y ahora… —preguntó todavía algo intimidada Ivette.
—Si corren a la salida del lugar, puede que todavía los alcancen… iban a ir a desayunar supongo, ya que ella dijo que se lo iba a llevar —al hablar de Beatriz, se notaba un tono de desprecio. Tal vez si sea una perra, aun con ese estilo tan genial pensó la chica de secundaria.
—Bueno, pues gracias por la ayuda —hablo la líder, con el mismo tono que le hablaría a alguien que le desagradaba. Tratando de parecer condescendiente, pero para humillar.
—De nada nena —dijo con falsa alegría la rockstar.

Sin mediar mayores palabras la chica bajo las escaleras con el mismo paso desinteresado y cansino del principio. Como si por su fuerza de voluntad, mágicamente las otras chicas desaparecieran de los escalones. Mariana se acerco a Ivette y se quedo ahí a su lado. No dijo nada, no suspiro siquiera. Simplemente se puso a su lado, la miro a los ojos y le sonrió y solo con eso basto para tranquilizarla. La líder se cruzo de brazos y frunció el seño, estaba molesta, pero se podía ver que se sentía satisfecha de no haberse doblegado ante esa muchacha. Finalmente, Camila bajo el tramo recorrido y se acerco a la barda de ese piso. Desde allí empezó a “otear el horizonte”.

—Y bien ¿Esperan una invitación o qué? —rompió el silencio la líder.
—¿Qué?
—Ivette —al pronunciar su nombre lo hizo irritada, como si se le escapara algo evidente a la chica en cuestión—. Vayan a la salida a buscar al tipo de rastas —clásico. El interés de la líder siempre estaba delante, en este caso un hombre—. Camila y yo buscaremos desde aquí —Inesperado. Ella no iba a ir con ellas, se quedaría en la retaguardia—. Si lo vemos les mandamos un mensajito —el diminutivo en su boca sonaba extraño. Como si fuera una chica distinta. No es que fuera mala, pero, no le quitaba lo raro.
—Está bien —Mariana la tomo de la mano con fuerza y la jalo para bajar las escaleras— ¡Vamos Ivette! —Exclamó con una sonrisa en sus labios. De cierto modo todo concordaba en ese instante en el que en físico bajaba las escaleras, pero en mente, como muchas veces, estaba en otra parte. Por eso Beatriz le daba un sentimiento cálido, Mariana seguía esos pasos. Era el preámbulo de lo que Beatriz era. Ahora de golpe lo entendía—. ¡Atenta, no quiero que te caigas y lastimes! —le llamo la atención su amiga.
—No me caeré —atino a decir, al tiempo que “regresaba” a ese lugar. Ya estaban por bajar al nivel de las jardineras—. Que rápido —dijo sorprendida y abriendo grandes los ojos.
—Te fuiste mucho tiempo, no fue tan rápido.
—Vaya… —en la bolsa de su falda sintió una vibración, antesala a un tono de celular meloso. No era muy su estilo esa tonada, pero era la que más fuerte sonaba. Lo saco con su mano libre y con un deslizamiento de su dedo se desbloqueo la pantalla dejando ver un pequeño icono de una carta al centro de la pantalla—. M líder —dijo en voz alta, escucho como se reía Mariana y decía algo así como “que ingenioso” —. “Rastudo a las 6”. No entiendo —dijo mirando confundida la pantalla.
—Creo que aún estamos a tiempo —dijo su amiga mientras volteaba a verla y sonreía.

Damián caminaba a su lado con las manos dentro de los bolsillos de la sudadera. Ella iba a su lado izquierdo. Platicaba alegremente sobre varias cosas, esa era una característica femenina de la que ni siquiera Beatriz era capaz de salvarse. No importaba. Le gustaba mucho escuchar a Beatriz, no era música precisamente pero su voz le endulzaba el oído. Además, le parecían graciosos los gestos que ella hacía al hablar. Era muy natural. Fingía voces, hacía caras de todo estilo e incluso los ademanes de sus manos o movimientos de cuerpo completo. Él procuraba no interrumpirla. Primero que nada por el simple hecho de que le encantaba verla y en segundo término, porque no tenía nada mejor que aportar a la plática.

Beatriz siempre lo reprendía. “¿Cómo que no tienes que contar? Solía decirle molesta, inflando un poco sus mejillas y poniendo los puños en sus caderas, con una leve inclinación hacía él, violando su espacio vital. “Damián el bajista, Damián el estudiante, Damián el dibujante, Damián mi amigo de años… Con esas vidas, más de un solo Damián y como es que nunca tienes nada que contar. ¿Eh?” Escucho tantas veces eso el último año que se lo aprendió de memoria. Incluso sospechaba que ella lo repetía tantas veces justo para eso, para que lo recordara, para tenerlo presente siempre, de alguna rara manera.

Pese a todos los esfuerzos de su amiga, y de bastante tiempo, no de unos meses, sino de años, el no era muy dado a charlar. Claro que hablaba con Beatriz, pero muy pocas veces. Por eso en parte le gustaba estar con ella, porque entendía sus silencios, sus comentarios secos, incluso sus gruñidos o resoplidos. De repente le salto a la mente estar sin ella, recordó su vida antes de que Beatriz entrara a ella…

—No estaba mal, pero no se compara a lo que es ahora —dijo de la nada.
—Otra vez estabas en otro lugar —dijo Beatriz aminorando el paso y mirándolo con una sonrisa. Ya no le molestaba como antaño. En el fondo, aprendió a vivir y convivir con un Damián más ausente que presente. Después de todo, el era más artista que otra cosa, pensaba que era natural que a veces se alejara del mundo—. Pero no entiendo tú comentario, ni siquiera suena a una canción —al decirlo hizo una mueca de incredulidad y arqueo una ceja.
—No estaba creando nada —Damián desvió la mirada al piso. Se le quedo mirando a sus zapatillas, o como se llamaran esa especie de zapatos bajos que usaban las mujeres. Rojos, el color de la pasión. Perfectos para ella—. Estaba recordando el pasado —Se percato de que se detuvieron. Sin decir otra cosa reanudo su andar y ella le acompaño nuevamente.
—¿Qué no estaba tan mal? —pregunto curiosa y abriendo un poco más sus ojos. La misma Beatriz de siempre atino a pensar al verla actuando como era ya su costumbre.
—Mi vida… —dudo unos instantes. Lo medito una fracción de segundo y tomo una decisión. Se encogió de hombros, miro a su amiga a la cara y prosiguió—. Mi vida antes de conocerte no estaba tan mal.
—Entonces… esa vieja vida —Beatriz se llevo la mano izquierda a su barbilla y la acaricio. Con su mano derecha se hizo a un lado un poco de cabello que le cubría el rostro, los ojos en concreto—, no se compara a la de ahora porque… —dejo sus palabras al aire. Miro fijamente a Damián y mostro la dentadura mientras la “e” se extendía a través de sus labios. Lo mismo de siempre, ella quería que el terminara la frase. Apenas media sonrisa se dibujo en el rostro del chico. No podía evitarlo. La misma Beatriz pensó nuevamente.
—Porque estas a mi lado. Porque somos amigos tonta —dijo el sonriendo completamente. No podía evitarlo. Su vida tenía más color gracias a que Beatriz estaba en ella—. Solo querías que lo dijera para saciar tu orgullo malsano —la empujo con suavidad, apenas y la toco con su palma en el brazo.
—¡Obviamente! —Con habilidad sujeto su brazo y lo jalo. De ese modo cambiaron de lugares.
—Chica lista —dijo él irguiéndose.
—Siempre —Con un orgullo y dignidad propia de una reina, la muchacha alzo su rostro resaltando su barbilla y la sonrisa burlona coronada por sus dientes. Al mismo tiempo, se acomodo un mechón de cabello entre la oreja y la otra mano la poso en su cintura con un aire de alta cuna. She’s like a rainbow pensó al verla, recordando esa pieza maestra de los Rolling Stones. Por eso su vida tenía tanto color…

Sus cavilaciones fueron interrumpidas. Saliendo directo a su encuentro dos niñas se estrellaron con Beatriz. Su cara embelesada se transfiguro. Las tres iban directo al piso y solo él estaba allí para detener su caída. En otro instante decidió ir por las dos niñas. Ágil incluso para su sorpresa, esquivo a Beatriz. Con la siniestra sujeto a una chica de pelo negro escurrido y piel morena. A la niña rubia no podría agarrarla tan fácil. Mierda. Entonces opto por llanamente abrir lo más que pudo el brazo derecho y aguantar, como si se tratara de un abrazo efusivo.

Obviamente los tres cayeron al piso de manera estrepitosa. Beatriz solo planto firme un pie en el piso y recobro el equilibrio. En el fondo, agradeció que Damián no la hubiese tratado de salvar. Ellos dos tenían bien presente que él era un bueno para nada en lo referente a actividades físicas, tal vez solo por eso, trato de agarrar a las otras dos niñas. También decidió callar que por su culpa, realmente se habían ido al suelo… de no haber intervenido él todo habría sido diferente.

—El mismo tonto con buenas intenciones —susurro para sí Beatriz, sin poder ocultar su sonrisa de orgullo.
—Diablos me duele la pinche espalda —dijo molesto el de rastas. Claro, por lo menos sirvió para amortiguar la caída de las niñas—. Por favor… quítense de encima —exigió.
—Discúlpanos —dijo la chica de pelo negro parándose ágil—. Nos distrajimos, fue nuestra culpa.
—Pero tampoco tienes que gritarnos gruñón —dijo la niña rubia quitando su peso de encima de él y sentándose en el piso, a un lado—. Patán.
—¿Tú de nuevo? —dijo sorprendido el chico mientras se incorporaba y veía a la rubia con pecas. La misma de la mañana—. Qué manera de vengarte…
—¡Cállate Damián! —Le reprendió Beatriz y le dio un golpe en la cabeza—. No seas un patán.
—¡Pero Beatriz!
—Ya se disculpo contigo ella, fue un accidente además —le extendió la mano a la rubia y de un tirón la puso de pie—. No seas una reina del drama Damián…
—Tiene razón fue un accidente. Discúlpanos —la chica de pelo negro le tendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie. ¡Como si de verdad pudiera aguantarlo!
—Ya, no pasa nada — su tono era de molestia. Además hizo a un lado la mano que le ofrecían. En un pestañeo nuevamente le dieron un golpe en la cabeza— ¡Mierda porque!
—Tú mamá se decepcionaría de ver cómo te comportas —le dijo con un tono frio la morena.

Cuando todo lo demás fallaba, esa frase, esas malditas palabras, lo desarmaban. Su madre, una madre soltera. De esas que trabajaban hasta tarde y llegaban hechas polvo y aun así sonreían. La clase de mujer abnegada, amorosa y trabajadora. De esas que aparentemente ya no hacían en esos días. Su madre que daba todo por él, se sentiría decepcionada… ¡No podía permitirlo!

Beatriz siempre sabía donde patearlo, donde poner el dedo y en automático podía sentirse el peor ser humano del mundo. Esa era una de las consecuencias de que ella estuviera en su vida, que lo conocía tan bien como para hacerle eso.

—Creí que solo en los cuentos las “conciencias” estaban fuera de la cabeza del personaje —dijo el poniéndose de pie y sacudiéndose el polvo.
—Josefa grillo para servirte en tus momentos más obscuros —respondió burlona su amiga.
—Discúlpenme por cómo me porte niñas… —miro a la chica de pelo negro y ella le sonrió. Volteo a ver a la rubia y le seguía viendo molesta—. De verdad, las dos discúlpenme.
—Está bien, no hay problema —dijo sonriendo la niña morena, sin mayor problema.
—Sí, disculpado —dijo con fastidio la niña rubia. Él solo se mordió el labio para no responderle.
—Bueno, aclarado todo volvamos a lo nuestro —dijo mirando a su amiga y traicionando sus deseos de decirle unas cuantas palabras en tono golpeado a la niña.
—¡Esperen! —exclamo. La pareja de chicos mayores se detuvo en seco y la miraron. La morena la vio sorprendida, curiosa. El de rastas la miro hastiado, haciendo una mueca de molestia. Ella se sintió mal no solo por la mirada del chico, sino por otra vez, haber interrumpido de esa manera, como si no hubiese otro modo—. Quería pedir un favor a… —en ese momento sonó la campana, su campana, no la de ellos. Nuevamente la presión le recorrió el cuerpo. Se paralizo, ya no supo que decir. Su amiga debió notarlo pues se le acerco y le sonrió, tomando así la palabra, relevándola.

—¿A qué hora salen el día de hoy? —pregunto cortes, como si se tratara de lo más fácil del mundo. Ivette envidio a Mariana en ese momento, por como las palabras se deslizaban tan dulces y de manera tan sencilla de sus labios.
—No lo sé —dijo él chico de rastas de manera honesta, fue tal su espontaneidad que hasta el gesto le cambio a uno de duda.
—Tú estás totalmente perdido —dijo contenta su amiga morena, como si le hablara a un niño pequeño, con esa mezcla de diversión y ternura causada por las acciones del otro—. Hoy salimos un poco tarde, a las dos, si no mal recuerdo…
—¡¿Las dos?! —dijo horrorizado el chico de rastas. El gesto fue tal que la niña morena no pudo evitar reírse—. ¿Por qué Beatriz?
—Porque tenemos que ponernos de acuerdo en lo de la exposición de la semana que entra y tus amistades siempre se tardan mucho. Realmente Tú sales tan tarde… yo por ser buena amiga te esperare, aunque bien pudiera irme y dejarte a tu suerte —aunque sus palabras sonaban duras al vuelo, todo lo dijo sin dejar de sonreír.
—Gracias —dijo por lo bajo el de rastas, como si de repente se apenara.
—Bueno —la niña morena retomo la palabra, aun con una sonrisilla bailoteándole en la boca—, ¿podríamos verlos en su salón?
—Claro, no veo el porqué no y más si es que podemos ayudarlas en algo —dijo Beatriz con gusto.
—Solo una cosa —intervino la rubia, hasta ahora se había mantenido al margen por saberse incompetente social para esto— ¿Cuál es su salón?
—Ah sí claro —la morena mayor saco la lengua y se rasco la nuca. Le divertía haber obviado ese detalle y que se lo recordaran de esa manera. “Ella jamás pierde el buen humor” pensó Damián al verla tan contenta, tan lejana de todo lo malo—. Es en el último piso, la última del lado derecho.
—Así ya no hay manera de que nos perdamos —dijo sonriendo la niña morena. La otra morena asintió y sonrió a su comentario. Damián e Ivette en ese momento atinaron a pensar, que eran una especie de hermanas perdidas o la misma mujer en diferente etapa de su desarrollo.
—Está bien —Beatriz tomo del brazo a Damián y empezó a andar—. Las vemos allá, lleguen antes de las dos y nos encuentran sin duda alguna —al acabar de hablar se despidió con la mano y con la sonrisa en sus labios.
—Bueno —Mariana devolvió su mirada a Ivette. De reojo, pudo ver que sus otras amigas se acercaban al fin—. Todo salió bien, ¿No?

Ivette solo pudo asentir ante la pregunta de su amiga. De repente sentía que le faltaba el aire. Estaba sucediendo ¡De verdad! Todo ese plan descabellado salido de una mente infantil, para hacer más divertido un trabajo impuesto como castigo. No daba crédito a que todo pasara así, a que de verdad fuera realidad esa pequeña locura, y además pasara tan rápido.

—No lo creo —dijo en un susurro, aunque aun, asentía con la cabeza.