Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Una breve opinión: Paris en el siglo XX

Titulo: Paris en el siglo XX
Autor: Julio Verne
Género: Ciencia ficción/ Distopía
Clasificación: Ficción/ Novela
Páginas: 176
Editorial: Grupo Editorial Exodo
Año de publicación: 1994

Lo que dice en la contraportada:
París en el siglo XX, descubierta y publicada hace apenas diez años, refleja la amarga experiencia de Michel Dufrenoy en una sociedad masificada, hipertecnificada y estatista, donde los números han vencido a las letras; el latín y el griego han sido borrados de los programas educativos, y las bibliotecas eliminaron de su catalogo a los mas grandes clásicos de la literatura. ¿Cree que un alma libre e idealista puedo sobrevivir en ese mundo opresor y progresista? La obra se escribió a finales del siglo XIX pero la temática es más actual y cercana de lo que puedes imaginarte.

Argumento.
Es curioso, nunca me imagine que terminaría tratando de hacer una introducción a la obra de Verne. Un giro más en el blog y en la vida, como no.
La obra de mi querido Verne en su mayoría, es catalogada como “escapista”, pues se trataba de narrar historias increíbles que no tuvieran que “ver” con lo que sucedía históricamente en esos momentos. Otro componente de su obra era el hecho de que tocara aventuras fantásticas con un tono positivo, ya sea para personajes o para los inventos que presenta. Inclusive en su “madurez” literaria, sus personajes tomaron tintes más humanos, pero manteniendo ese toque grato en su obra. Finalmente en su ocaso, su obra se convierte en una visión catastrófica e inhumana, debido a que el anticipaba que ese camino tomaríamos de un modo u otro.
Verne fue considerado un visionario por todo lo que plantearon sus novelas, casi con tintes de ciencia ficción (para ese tiempo) y con un idealismo contagioso. Es en sus trabajos finales que todo eso se queda atrás y da paso a un pesimismo y negatividad que contrasta con su obra.

Paris en el siglo XX es sin duda el ejemplo perfecto de este contraste. El argumento es simple: las humanidades y artes no importan, lo valioso son las ciencias. Partiendo de esta primicia distopica seguiremos los pasos de nuestro protagonista, Michael Dufrenoy, un poeta, uno de los últimos no porque se les persiga y aniquile, sino porque el arte y esos menesteres similares, valen poco o casi nada en este mundo.

Y es de esto modo que nos veremos envueltos en una visión que a momentos nos hará pensar “jamás llegaríamos a ser tan inhumanos, faltos de empatía o cerrados”… y entonces, nos daremos cuenta que tal vez, a su modo, Verne si que estaba viendo el futuro de nuestra especie pero, incluso en su pesimismo, describió un escenario más positivo del que vivimos día a día.


Personajes.
Dentro de la obra encontramos a varios “personajes”, pero el central es el joven Dufrenoy. Entre las miles de millones de lecturas e interpretaciones que se le pueden dar a cualquier obra, me gustaría quedarme con dos en este caso. Una directa que es lo que tal cual leemos y otra que es una alegoría o representación de algo más abstracto.
En la primera visión. Michael Dufrenoy es un joven artista en un mundo que no tiene deseo ni tiempo de tener este tipo de gente en sus filas. Ya que el proceso creativo ya no existe, todo esta sistematizado y medido de tal manera que la creatividad no hace falta, no se necesita innovar sino seguir reglas y patrones. Y Michael tiene mucho corazón en un mundo en el que ya no hace falta eso. No se persigue o se censura, es algo peor, se ve como una pérdida de tiempo, como algo equiparable a una imposibilidad mental o limitante de razón. Similar a estar enfermo o ser imbécil. Es así que Michael es un protagonista con el que podemos empatizar no por su caracterización sino por su circunstancia. Es un paria con buenos deseos, todos en algún momento nos hemos creído así y eso nos toca y permite que contactemos con él. Este artificio vuelve al personaje más real de lo que es realmente.
En la otra visión, el joven Dufrenoy es perfectamente la representación de cómo el paso del tiempo, la sociedad y sus dogmas, pueden doblegar y matar a las ideas y esperanzas.
Por donde se quiera mirar, la obra es en verdad, cruda y desalentadora. Y sus personajes ayudan a eso.
Acompañando a Dufrenoy hay otros que se encargan de cubrir estos dos aspectos que menciono. Su tío y un amigo suyo, nutren sus esperanzas y anhelos, son apoyos más morales que otra cosa. Otros familiares cumplen el rol de mostrar lo inútil que es su búsqueda de lo bello, de lo artístico, cuando esta lo práctico de las ciencias.
Esta es una novela en la que los nombres y personajes no importan tanto como ese papel que representan y por primera vez, no lo veo negativo.
Ya sean cómplices o antagónicos, su papel solo es dar más forma al gran personaje no mencionado en la obra: Paris en el siglo XX. Ese es el gran personaje central. Incluso en ocasiones Dufrenoy se siento como un acompañamiento.
Sin más vueltas, salvo el protagonista, los demás personajes son simples acompañamientos para dar forma al principal evidente (Dufrenoy) y al principal invisible (París). Es algo que sinceramente se nota, pues entiendes y apoyas las ideas que representan, pero como personajes son realmente planos, peores que clichés.

Estilo.
Como siempre, la mano de Verne se hace presente en las descripciones. Aunque a estas alturas son más escuetas y muy puntuales, no dejan de ser lo bastante correctas como para darte una idea de lo que plantea el autor. El punto justo entre llevarte de la mano y darte la oportunidad de imaginar por tu cuenta. La prosa me parece bastante aceptable y la traducción le hace un honor justo a la obra. Es una prosa, nuevamente, sencilla y que se deja leer.
La obra seguirá en todo momento los pasos del joven Dufrenoy, narrado siempre en tercera persona con un narrador omnisciente. En ningún momento nos apartaremos de el protagonista, más que para ahondar en el otro protagonista no dicho, y en estos casos se describirá de manera concisa datos de la estructura. Geografía, gobierno o clima del mismo y nada más. Paris no es una ciudad viva, incluso pareciera que más que hombres en ella viven autómatas, pues no hay cambios, simplemente hay procesos.
La maquetación es cuanto menos, curiosa. Mi edición era una especie de versión escolar con un cuestionario al final del libro para corroborar que el alumno entendió la obra (es muy irónico, en verdad). De pastas blandas, una edición similar a las de bolsillo, papel de tono crema adecuado para las letras negras. De aproximadamente unos veinte capítulos con una extensión de 10 hojas cada uno, sin tirulo solo numerado en romano un índice y una breve entrada a la obra y al momento en que es recuperada. Cumple con lo esperado.

Desarrollo.
Tiene un inicio que podría catalogar de envolvente, pero por razones curiosas. Básicamente te engancha la ida de ver una distopia en la que no hay villanos ni atrocidades claras. Aquí nadie es perseguido y nada es censurado de manera severa, ni siquiera hay quemas de libros. Simplemente, todos han “acordado” que para vivir mejor, deben dejar atrás lo que no sirve, y eso es el arte (que es como un juego) y las humanidades (que son opacadas por la totalidad de la ciencia y sus certezas irrefutables). Esta premisa atrapa más al tener de protagonista visible un artista. Y todo buen principio se basa en mostrarnos el mundo alrededor y sus reglas o leyes. Así que considero que es un inicio, digamos de molde. Lo que lo hace destacar es la premisa inicial. Sobresaliendo del planteamiento de la distopia más clásica y popular.
Su punto medio se desenvuelve un poco más lento. De repente vemos el día a día del joven Dufrenoy y en otros capítulos saltamos a reuniones claves o momentos determinantes en su trabajo. De allí saltamos a búsquedas de trabajo y de encajar en base a sus talentos y nuevamente al día a día. Considero que es un desarrollo dispar en el que medianamente tenemos idea de cómo se maneja el tiempo (a ojo de buen cubero, 4 meses narrados a veces a detalle y otras de manera fugaz pero, eso sí, en orden cronológico). Además de eso, se nos sigue nutriendo de información sobre el mundo, pero ya es más cansino que informativo. Nuestro personaje eso sí, se logra mantener en movimiento, y eso hace algo más llevadero el desarrollo.
Las páginas finales son ambiguas. Podría decir que yo lo sentí “rápido y a bocajarro”, y en realidad no es así. Desde el inicio ya se está fraguando el final, y la conclusión es realmente natural en cuanto a como se lleva a cabo. Lo que genera la sensación de terminar de tajo, es que en pocas páginas vemos el compas final de toda la obra. Habiendo tomado en desarrollo y principio a veces sus buenos capítulos para plantear temas e importantes o a veces lo cotidiano, el final es directo y sin escalas. Para redondear la idea, es un final que cumple, desarrollado de manera adecuada y acorde a todo lo planteado. Que no tenga un giro, y que incluso sea evidente y anticipado, no lo vuelve malo, por el contrario, lo hace coherente.

Recomendación.
Esta advertencia sería muy simple. Depende de tu estado de ánimo. Si estas desanimado o directamente con una gran desesperanza, sugeriría que no te acerques a este libro. Si tu ánimo es inquebrantable, adelante, no hará mella en ti. Si eres como yo, que te gusta cuestionarte, creo que te agradara bastante, para bien y mal. No hay escenas violentas como tal pero por lo “pesado” del tema, creo que de los 15 años en adelante es que se podría disfrutar el libro.

Si tú amas la obra de Verne, esyo puede ser ambivalente. Si estas abierto a que los autores evolucionen, este libro te gustara y será interesante. Si lo que tye gusta es que un autor “mantenga su escencia”, este libro te dejara un mal sabor de boca.
Es una lectura ligera (en tamaño) para quien busca algo que sea transportable y que se deje leer… y que al mismo tiempo quiere sumergirse no solo en sus letras, sino sus ideas.
Me parece que si te gusta la distopía, es una lectura más que obligada. Casi como si hubiera bomberos o grandes hermanos.

Mi único pero para esta obra, como novela, es que no la recomendaría a quien no le guste el genero al que pertenece o las obras que tienen “desarrollos lentos o finales medianamente abiertos”. Fuera de eso, realmente no veo motivos (además del estado emocional), para no leer esta gran obra.


Es por esta razón que considero que: Paris en el siglo XX de Julio Verne merece 3.5 de 5 Kai´s posibles o un 7 en la escala Kaifan del 1 al 10 para medir algo o como simple base para cuantificar el valor cualitativo de una obra.

Eso sería todo por mi parte. Simplemente me gustaría aclarar que esta es mi opinión. Si tú estás de acuerdo o en desacuerdo conmigo, es válido. Tú opinión es bienvenida siempre y cuando sea expresada de manera asertiva

Un saludo a la distancia de parte de su compañero de letras y lecturas, Kaifan.