Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

viernes, 5 de febrero de 2010

No me olvides.

No me olvides es la historia de un guerrero posedor de grandes habilidades para el combate. Y se nos narran las aventuras que vive al tratar de llevar a cabo una una "empresa" que le fue encomendada hace un tiempo. Todo esto girando en torno a tratar de llevar a cabo esta "mision" y el cumplir una promesa...

Aqui dejo la mitad del prologo de la historia, sin más, vamos alla.

Prologo: Hacer como el qué sabe el Camino.

Parte Uno: Carta.





“Caminaba plácidamente por ese singular sendero al cual había caído hacia unos días por culpa de escapar de esos infelices asesinos que me buscaban antaño para hacer que mi cabeza dejara su puesto de vigía.

No tenían una razón aparente para matarme. Su mayor motivación probablemente era asesinar a cualquier sujeto que portara una espada, no se por que ni se a que se debería eso.
Yo siempre he tratado de ser un chico sencillo que no se mete con nadie, ciertamente busco estar siempre alejado de la gente precisamente para que no me meta en más líos de los que ya tengo.

Pero bueno, hay cosas de las que no podemos escapar, una de ellas sin duda alguna es el pasado y esas huellas intangibles y cicatrices imborrables que deja en el fondo de nuestro ser, o si, sin duda alguna el mas perverso de todos los carceleros es el bendito tiempo que juega a voluntad con nosotros…

Mi historia no trata sobre esa clase de menesteres, de hecho, mi historia gira en torno a situaciones e ideas tan simples que el más listo o el menos dotado de cerebro podría entender.
Me ataba a mi pasado una promesa, unas cuantas palabras que intercambie con una linda chica a la que yo conocía desde que era un niño. Me ata también a su recuerdo la vieja espada que porto en la espalda, pero sin duda alguna lo que mas atrapado al pasado me tiene es que esa niña es la mujer a la que yo amo y no quiero que me olvide…pero tampoco pienso mentirle.

No soy ningún tipo de heredero legendario de los que abundan por Terranova como suelen pensar muchos de los que me han de ver portando la espada, solamente soy un joven que busca un lugar tranquilo en el cual vivir…ese es el mayor defecto de mi vida, buscar una vida que sea sencilla y apacible, algo imposible hoy por hoy.

Mi historia sin embargo, me temo también, que es mas intrincada de lo que aparento, pero, aun así es una historia interesante que promete mucho, ya que es la historia de una vida llena de tormentos, sufrimientos y revelaciones que solo tenían una finalidad: “No me olvides”. Esas fueron las palabras que le dije a esa linda niña el día que partí a buscar aventura…hoy no se por que quiero regresar a su lado, pero de lo que estoy seguro es de que no puedo seguir con mas mentiras…

Contra el destino no debemos jugar y menos hacer las apuestas mas altas por que la mayoría de veces tenemos las de perder; sin embargo, el que no apuesta no gana y a veces hay que arriesgarlo todo para poder ganar todo también o en el peor de los casos, para perderlo todo.”

Así terminaba una carta que un aparente paria releía una y otra vez releía, siempre hacia lo mismo. Antes de mandar su correspondencia se la pasaba leyendo mas de una vez la carta que escribía hacia días, quizá lo hacia para mantenerse vivo, o para entender que era algo salido de su puño y letra…

Es así como un joven espadachín que no rebasa los 20 años de edad solía recordar como es que había terminado en ese abismo que lo atormentaba cada noche en la que corría con la desgraciada fortuna de pegar el ojo y poder soñar con su pasado…aunque esto le traía la esperanza de poder imaginar como forjar su futuro…y es así como empieza esta historia.

Caminaba el vagabundo con la espada atada con vigor a su espalda. Era en verdad un acero hermoso nacido sin duda de nobles metales y forjado con el amor de los mejores herreros; en el costado derecho de la cadera llevaba atada otra espada, esta estaba mas que gastada por el uso y había perdido toda su belleza dejando solo un negruzco mango a la luz.
En su mano derecha llevaba sujetada con esfuerzo una gran bolsa en la que aparentemente iban todas sus pertenencias y las cosas que pudo acumular a lo largo de su vida de nómada vagando de tierra en tierra en busca de su respuesta.

Llevaba varios días siendo perseguido por un grupo pequeño de sicarios que buscaban hacerse con su cabeza a toda costa, no importaban las penurias que tuvieran que pasar, por alguna extraña razón, su cabeza parecía valer mas oro que cualquier otra cosa, al menos en esos momentos de su vida.

Su indumentaria era algo llamativa pero no lo suficiente como para desviar muchas miradas. Un par de pantalones negros holgados de una tela que parecía ser mezclilla, una sudadera negra de manga corta abierta que mostraba solamente un peto de acero y unos pectorales y abdomen perfectamente trabajados. En el rostro una gran cicatriz le dividía la mejilla derecha y en el ojo izquierdo tenia otra gran cicatriz que iba de su ceja hasta por debajo del parpado en recta.

Un par de gafas sin embargo, cubrían esa cicatriz tan horrenda que llevaba el sujeto. Para hacer mas fiera su apariencia, unos dreadlocks que sobrepasaban sus hombros y tenían tonalidades miel y castañas le coronaban su cabeza, la tez blanca tostada por los días de sol y marcada por las pesadillas y malos tratos de la vida le daban un aspecto de moribundo, pero su complexión atlética y delgada decía todo lo contrario, además, con su imponente medida de casi dos metros, parecía todo menos un vagabundo común.

El joven era en verdad alguien misterioso. Caminaba altivo por donde estuviera, con gente o no en su camino. No cambiaba para nada la postura y parecía que estaba listo para matar en cualquier instante, siempre altivo, siempre alerta.

De repente, el joven se detuvo un momento delante de un pequeño paso de agua. Deposito su gran bulto cerca de ahí y se fue al agua. Una vez que el agua estuvo a dos pasos de el, se quito las sandalias y esas gafas obscuras que tenia puestas se las subió a la cabeza, se deshizo de la sudadera arrojándola sobre las sandalias y se alzo lo mas que pudo los pantalones y entonces se metió al agua…

--No hay nada más reconfortante que dejar que los pies reposen un poco caramba…--

El muchacho descansaba sus agotados pies en el agua. Pero mientras el disfrutaba plenamente de las bondades que la madre naturaleza le ofrecía, la banda de sicarios que le seguían salto de entre los arbustos y se lanzaron a darle muerte…

--Estaba conciente de que esto pasaría—Dijo con un pequeño suspiro—Solo me gustaría decir que un verdadero practicante de la espada no comete esta clase de imprudentes arrebatos de locura…--

Sin si quiera inmutarse mas allá de lo que había mostrado, con su mano izquierda desenfundo en un susurro el arma mas usada que poseía y con felino movimiento partió al mas cercano de sus enemigos por la mitad en un corte limpio.

Los demás sicarios se asombraron unos segundos, pero después se abalanzaron con fiereza sobre el vagabundo el cual seguía inmutable.
A todos los esquivaba con infinita facilidad, parecía que el ya estaba acostumbrado a los encuentros de espada contra numerosos enemigos, ya que sus movimientos mas que emular el recuerdo de una escena de batalla, parecían imitar las graciosas coreografías de algunas obras teatrales o de alguna danza grupal.

A medida que esquivaba y neutralizaba ataques del enemigo, el vagabundo también repartía estocadas con la espada y a su vez daba patadas y puñetazos como si sus extremidades fueran a su vez mazas poderosas, para tener una constitución no del todo imponente, (ya que a pesar de ser alto, su cuerpo aun marcado no era símbolo de dureza) el muchacho mostraba un gran poderío oculto.

Después de algunos minutos solo estaban en pie dos sujetos mas de los seis que le habían atacado. Dos estaban en el piso a sus pies, jamás volverían a levantarse; otros dos estaban en el suelo gritando de dolor, uno había perdido una pierna en un corte limpio y al otro con fino golpe de la punta le había sacado de su cuenca uno de los ojos el vagabundo y cortado de tajo el brazo izquierdo desde el hombro.

--Acérquense de una vez o lárguense—dijo frió el errante—Hoy no tengo ganas de oler mas su sangre de perros, así que les perdonare la vida si se largan…o acabare con lamisca si continúan aquí—
--Quien te crees que eres niño—Dijo uno de los sicarios con furia—El que nuestro jefe quiera tu cabeza no significa que por eso seas muy importante—
--Que irónico—Dijo el chico un poco divertido—Me lo dice un perro que me ha estado siguiendo desde que deje la capital de Lucrecia…--
--¡Calla ese hocico niñato!—Dijo el otro asesino empuñando en ambas manos su espada que tenia forma de media luna—Acabemos con esto de una vez. —
--Yo se los advertí…me porte a la altura de un caballero con ustedes…pero ese fue mi error—Su mirada cambio súbitamente—Porque uno no puede fingir lo que no es…vengan a enfrentar su muerte—

Los dos sicarios corrieron a la par contra el muchacho, uno de cada lado para al menos tener la posibilidad de herirle en un brazo o en una pierna y volverlo una presa más fácil de cazar.

El problema con los asesinos es que ellos querían hacer el trabajo que seis hombres en plenitud y buenos espadachines no habían hecho hacia solo unos minutos…

Con la espada el vagabundo se cubrió del primero, al segundo sujeto le propino una fuerte patada que lo alejo junto al cadáver de uno de sus ex-compañeros provocando que cayera de espalda contra el suelo.

El otro seguía dando golpes de espada que hábilmente el perseguido evitaba o repelía con su espada. En un momento de descuido del asesino que aun seguía en pie, el chico puso su espalda contra la suya y antes que otra cosa pasara le dio un fuerte golpe con el mango en las costillas…

Del golpe el asesino se doblo por la falta de aire, intento asestar un ultimo estoque a su enemigo, pero el de los Dread’s no se lo permitió atravesándolo con la punta de su espada desde el estomago.
Con fuerza descomunal lo alzo con ambas manos aun con la espada atravesada, y lo lanzo como si se tratara de basura junto al otro sujeto que miraba lleno de pavor que estaba solo, pues sus otros “compañeros” habían huido mientras se llevaba a cabo esa ultima escaramuza.

---Bueno…yo se lo advertí y no fue capaz de hacerme caso, muere por culpa de su necedad…igual que tu—
--No me mate por favor valiente guerrero—Dijo el sicario inclinándose—Yo solo quiero ganar dinero…te-tengo una familia sabes…--decía cada vez mas nervioso—Mis hijos…o dios como los amo…--
--Bien. Me gusta ver que aun hay gente entregada a su familia—Alza la espada y la apunta a la cara del asesino—Sin embargo no quisiste elegir tu salvación cuando te di oportunidad, por eso quiero que tomes tú espada y te prepares a pelear por tu vida…--
--Por favor…--De sus orbes brotaron lagrimas de desesperación—No me hagas esto…--
--Te haré solo lo que tu querías hacerme a mi asesino—Dijo el muchacho clavando sus pupilas en el tembloroso enemigo—Además, no me obligues a matarte con la espada de tus compañeros. Desteto a los cobardes y ni si quiera a mi “Espada Bastarda” le permito probar la sangre de cobardes como tu…Así que toma tu arma, ponte de pie y acabemos con esto…--
--¿Acaso tu no conoces la misericordia---Dijo chillando el hombre que aun temblaba presa de pánico-- ¿Qué clase de bestia eres tú?—
--No soy ninguna bestia—Dijo serio—Soy un hombre que te dio a elegir…creíste que sabias todo y que podrías matarme, pero no fue así. –Le observo unos segundos y empuño la espada—Ahora te enfrentaras a la muerte por haberte juzgado mas importante, por haber creído que sabias cual era el camino—
--N-no…no puede ser…--
--Así será. Ahora, enfunda tu espada…lo decidiremos todo con un solo movimiento y dependiéndole tu habilidad vivirás o morirás…--
--No eres quien….no eres quien para decidir si vivo o muero—
--No soy nadie tienes razón, por eso…será mas triste que un asesino sin nombre mate a un asesino aun menos importante—

Las palabras cesaron en esos momentos en el lugar, solo podía escucharse el hipnotizante sonido del agua del pequeño rió correr y el canto de algunos pajarillos que lentamente callaban ante un momento tan tenso como ese.
Los dos se alejaron unos metros, iba a ser uno de esos duelos de “desenfundar y golpear”. Era una de las formas menos bárbaras y dolorosas de arreglar las cosas, sin embargo, con todo y los métodos menos salvajes, la espada tomaría la vida de alguien en ese lance…

El vagabundo que se recocía a si mismo como un asesino también lanzo al aire la señal: una pequeña moneda de bronce, las de menos valor en el mundo de Terranova, pequeña y opaca.
La moneda giro en el aire, parecía que era eterno su movimiento, y entonces, empezó a caer lentamente cerca del cadáver de uno de esos sicarios…

A unos segundos de que cayera el sicario no pudo más; con determinación de loco soltó la espada y corrió en dirección contraria a su enemigo para salvar la vida…

El vagabundo simplemente emitió un leve suspiro, se inclino junto a uno de los cadáveres, tomo la espada que estaba a su alcance. Entonces dio un giro brusco de caderas, roto sobre si mismo dos veces y entonces lanzo la espada en dirección a donde había huido su “pareja” de duelo…

Habrán pasado apenas dos o tres segundos de silencio total y entonces se escucho un golpe atronador y el grito desgarrador de un hombre que se atragantaba con sus lagrimas de dolor.

El vagabundo camino sin importarle sus cosas o los cadáveres en esa dirección hasta que encontró en el suelo la espada apuntándole con el filo hacia el y el mango hacia el mismo sujeto de antes que se arrastraba para salvar la vida.

--Vaya…te tenia pensado herir atravesándote las rodillas…veo que calcule mal—Mintió el Vagabundo—Y te dio con el mango…--
--Por favor…por piedad…no me mates…--
--Bueno…--El Vagabundo tiro al lado del sicario la espada y se dio la vuelta—Va contra mis principios atacar a alguien herido y que se arrastra…puedes irte, ya no me interesa matarte—
--No sabes como te lo agradezco…--
--No lo hagas—Dijo serio el Vagabundo—Ambos somos asesinos, no hay mas que hablar en ese respecto…si no te mato es por que…no hay razón para hacerlo—Mintió por segunda vez el vagabundo—Ahora me iré y no quiero volver a verte…--

El vagabundo se alejo caminando tranquilamente entre la espesura de ese bosque otra vez sin mirar atrás, en el fondo, estaba en paz consigo mismo por haber tenido la oportunidad de haber logrado salvaguardar una vida (por mas inmunda que esta fuera) del yugo de su espada.

Si bien el chico había dicho muchas cosas con frialdad sobre el matar y el asesinar y el modo de vida de los sicarios, lo cierto era que en el fondo, el tenia pesadillas desde hace años, desde que había matado a su primer “enemigo” y no le gustaba matar, más que cuando era necesario…

--Bueno…al menos ya podré hacer el camino de regreso más tranquilo, no creo que pase nada mas…o al menos eso espero…no quiero que más sangre corra de manera innecesaria…sea de inocentes o no…--En ese momento el joven apretó los puños con fuerza hasta que perdieron el color—Por que finalmente…son vidas humanas las que trunco cada vez que mato…--

Su mano derecha toco inconscientemente la espada de su espalda que no había desenvainado, la acaricio y parecía que se podía leer en su semblante como la calma inundaba su ser una vez más…

--La “Espada Bastarda”…y la “Espada Templada”. Quién diría que al final yo sería poseedor de dos armas que no tienen comparación…y que a su vez me las darían dos personas también tan opuestas…la espada asesina me la dio el Maestro Grant, y la espada del héroe me la dio el Maestro Van…que cosas—

El Vagabundo soltó de sus orbes unas lagrimas otra vez, pero esta vez no eran llamadas por el dolor o el remordimiento al rostro del joven, esta vez, las lagrimas jugueteaban entre los contornos de sus mejillas del vagabundo por que el recuerdo había llamado a su memoria, y la melancolía había aparecido en su corazón, una melancolía y una nostalgia que hablaba de su pasado.
Un pasado triste y lleno de pruebas que le habían impuesto infinidad de personas.
Batallas que debió librar lleno de fe e inexperiencia, peleas que llevo hasta sus máximas consecuencias por el amor a matar, peleas que perdió por el miedo a tomar una espada, cicatrices que adquirió en su camino y a su vez cicatrices que hablaban mejor de nadie del joven.

--Bueno, ha llegado la hora de partir—Dijo el chico más entusiasta—Pero antes…--Observando a los cadáveres que aun estaban ahí—Habrá que enterrar a estos tres sujetos para que puedan descansar en paz y no perturbemos a nadie que llegue a pasar por aquí…--

Con algo de pesadez en su cuerpo, el joven tomo la espada más cercana y empezó a tratar de hacer una fosa. La espada servía excelentemente de palanca para mover piedras y para afloja la tierra, pero para sacarla el chico tuvo que deshacerse del peto que le cubría buena parte del torso y pecho para poder quitar la tierra. No escatimaba esfuerzos en hacer lo que él creía correcto respecto a los cadáveres…

Después de un par de horas de esfuerzo y dedicación de su parte a cavar la tumba de sus enemigos, el chico pudo tumbarse ante el sol que ya se estaba ocultando y descansar un poco.
Realmente estaba exhausto, ya lo había hecho antes y cada vez que le pasaba sabía que necesitaba comprar una pala en el pueblo más cercano, pero siempre se le terminaba yendo de la mente esa tarea, o era perseguido por alguna nueva panda de asesinos y terminaba huyendo de ellos, como ahora.

--Bueno ya todo está al fin listo…ahora si podría descansar—Sus parpados se cerraban lentamente---Y al fin…podré…descansar…--De un salto se levanta—Aun no puedo dormirme—Dijo el chico en voz alta—Debo ponerme en marcha a la siguiente ciudad y mandar esa carta…ya no me falta mucho…unos dos meses a lo sumo mas y estaré allá de nuevo—

El chico con algo de pereza aun en su cuerpo se levanto y empezó a lavar con sumo cuidado y esmero el peto que había usado de pala.
Parecía estar hecho de una interesante amalgama entre el orichalcum y un acero desconocido. En el frente se podía ver que en algún tiempo había tenido incrustadas piedras, pero ahora ya solo quedaban los huecos.

El chico seguía lavándolo con cuidado, al final de que lo dejo brillante (o eso pensaba el) se lo puso a la cadera con las cintas que lo ataban y se lo llevo ahí para que se secara.
Se echo encima su sudadera negra, agarro el gran morral blanco y se lo hecho a la espalda. Antes de irse enjuago también la espada asesina en el agua cristalina y recitos unos pequeños versos en honor a los muertos y emprendió su camino a la espesura del bosque.

La razón era simple, quería alejarse de la gente que lo seguía y así poder recuperar fuerzas. Llevaba incontables noches sin poder dejarse atrapar por los brazos del encantamiento del sueño por su temor a tener que verse metido en nuevas peleas y tener que verse en la necesidad de hacer correr nuevamente sangre que no fuera necesario derramar…

Pero no estaba seguro de añorar tanto a ese ingrato sueño, puesto que, cuando lograba cerrar los ojos y entregarse al poder de su inconsciente, siempre tenía las peores pesadillas que le pudieran atormentar a alguien con un pasado tan…peculiar.

Caminó por entre los árboles un tiempo indefinido, cuando su cuerpo no pudo resistir más la fatiga, se dejo caer de lleno sobre la gentil hierba y se acurrucó aguardando por el tan añorado e indeseado sueño…
Siempre hacia lo mismo. Cuando tenía ganas en verdad de descansar se fatigaba al extremo de que su cuerpo, no pudiendo resistir más, se “apagara” y cesara actividades, haciendo que él cayera inmediatamente. No era tan mal habito después de todo, pero su problema radicaba en que siempre terminaba golpeado, la única ventaja, es que esa práctica la hacía porque él ya conocía sus límites…

2 comentarios:

  1. Pues Kai, ya sabes lo que me gusta esta historia así que para que comento, mejor sigue publicandola.

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  2. Buena amigo del género ficción-anime leonelista, interesante amigo...XD

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