Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Devil's Dance Floor Cap. 2

Este es el kapitulo dos, aki presentamos a un personaje mas de la historia, el niño bonito.




Lo más común en la ciudad a partir de las seis era hacer rugir el motor del auto y sentir el aire golpeando tu cara, tratando en vano de hacer de resistencia a las altas velocidades de las maquinas.
No todos son así pese a esto. Un convertible rojo, radiante, corría a una velocidad moderada sobre una de las autopistas de la ciudad. Cinco personas iban en el auto.
El conductor, un joven vestido con camisa gris y pantalón negro impecable, de tez blanca, atlético, de cabello largo y rubio, ojos azules grandes y expresivos, facciones estéticas y bellas. Los de atrás eran tres sujetos ataviados de trajes negros, gafas obscuras, morenos y rapados. El copiloto era un joven desaliñado en bermudas y playera de tirantes, de rastas miel, con sus orbes cafés rojos irritados por alguna razón, moreno y fornido
-¡Venga! – Gritaba extasiado el de rastas- ¡Dale mas mano!
-Tranquilo Rastaman- Decía el joven conductor- ¿Qué no ves que la ciudad es peligrosa?
-¡Por favor!- El de rastas reía con fuerza- Para cualquiera que no sea tu lo creo.
-Calma, tomemos esto tranquilos, Llegaremos a tiempo.
-Si tú lo dices mano.
El carro volaba sobre el asfalto. La manera en que se deslizaba era sublime, y la mano que llevaba el volante, realmente era la de un conductor experto.
Lástima que la del conductor de una pick up no lo era.
En un parpadeo, de un semáforo en rojo aparecía la pick up que les pegaba en un costado y los empujaba estrellándolos contra un poste.
El golpe solo había sido aparatoso, porque, aunque el convertible salió dañado, los tripulantes estaban bien y a lo sumo con un mareo.
El joven rubio se bajo rápidamente a ver los daños mientras que dos mastodontes de más de dos metros y exageradamente musculosos bajaban de la camioneta.
-¡Acaso estas pendejo!- Reclamo el conductor del otro automóvil- ¡Eres pendejo más bien!
-Tranquilo, llamare al seguro y arreglaremos esto, ¿Vale?
-Quiero que me pagues ahora por tu imprudencia muchachito pendejo- Dijo testarudo el mastodonte.
-Oye- El muchacho lo miro calmado- Ya te dije que el seguro arreglara esto man, calma.
El hombre de la pick up se puso rojo de ira y de una patada abollo el convertible. El muchacho lo miro extrañado, pero no le dijo nada y siguió viendo su auto.
El hombre, aun mas molesto llamo a su copiloto, y este a su vez regreso a la cabina de la camioneta. En instantes traía una llave de cruz y en la otra un martillo. El martillo se lo dio al conductor y este le dio un golpe al cofre del auto.
-¡Págame pinche niño bonito! ¡Paga tu error!
-¿Mi error? – El chico le miro y arqueo las cejas- Pero si tú te pasaste el alto man.
-Calma, nosotros podemos…-
-Yo lo arreglare- Dijo el joven deteniendo a uno de los tipos de negro de su auto- Tranquilo colega, que los seguros arreglen todo.
-¡Que me pagues hijo de puta!- El necio conductor le pego al parabrisas del auto- ¡Págame o te matare!
-Sale pues, los voy a hacer escabeche cabrones- Dijo el de rastas saltando fuera del carro- No saben nada de…-
-Calma Rastaman, yo lo arreglo.
-Más te vale o aquí los mataremos a todos- Amenazo el otro sujeto.
-Sí, sí, sí. Solo baja esa cosa y tranquilízate ¿quieres?
-¡Hijo de la gran puta!- Tiro a un lado el martillo y con ambas manos cargo al chico y lo estrello contra la camioneta sin soltarle- Mira niño rico, tú tienes dinero y tu pendejada fue no ver que iba pasando, ahora, dame el puto dinero que traigas, todo el que traigas y te dejare vivir para que tu papi te compre un carro nuevo- El sujeto apretaba con fuerza al joven- ¡Entiendes mierda!
-Perfectamente- Dijo serio- Solo respétame y ya, ¿Vale?
-Todos ustedes los ricos son iguales. Creen que son mejores por que se rascan los huevos mientras nosotros nos partimos el alma- Con desprecio le escupió en la cara- Dame el dinero y lárgate.
Molesto el sujeto le aventó a un lado y tomo nuevamente el martillo. El joven se limpio la cara y se levanta decidido. Su expresión era de odio. Fue al carro y de la guantera saco algo. El de las rastas silbo impresionado y el hombre del martillo sonrió, dio por sentado que había sometido al niño bonito.
Error.
El niño bonito saco un revólver magnum. Apunto al copiloto desprevenido y le disparo a la altura de la cadera derribándolo por el dolor.
El copiloto gruñía y berreaba por el dolor. En el acto, el Rastaman salto del carro nuevamente y piso la herida del hombre con saña.
-Bien Bonito, eso era lo que tenías que hacer desde hace mucho.
-Solo trate de dar lo mejor de mí y mira como me pagas –Dijo sonriéndole enfermamente al hombre- Y ahora tú hijo de puta, quiero que…-
-Perdona por favor hombre- Dijo el tipo muerto de miedo- Perdóname de verdad yo…-
-¡Cállate asquerosa basura!
Un disparo resonó en el aire. El sonido de la piel desgarrada y la carne perforada se escucho como si tuviera eco.
El hombre cayó sujetándose el hombro. Chillaba de dolor y se revolcaba en el piso como si se convulsionara.
-Es de muy mala educación interrumpir a los que están hablando pedazo de mierda. Ahora, quiero que tomes ese martillo y te machaques una pierna.
El Niño Bonito lo dijo con toda la calma del mundo, con un tono de voz que pareciera una petición amable para que le dieran la sal.
El hombre lo miro horrorizado y empezó a balbucear cosas inentendibles para no lastimarse. Suplicaba por su vida de tal manera que, quien lo observase caería en el dilema de no poder entender que emoción sentir hacia él: Si pena o asco.
-Mira amigo- Dijo el rubio acercándose de forma amenazadora- No te lo pedí, te dije lo que quiero que hagas. Tienes dos opciones. No lo haces y te torturare hasta que me implores que te mate. Si lo haces y te dejare aquí tirado y con un teléfono para llamar una ambulancia. – El rubio puso ambas manos a los lados como “balanza”- Es tu decisión.
-Por favor... te lo ruego.
El Niño Bonito se acerco al hombre, le sujeto de la camisa, y le dio un culetazo en la cara.
-Mira, tú sabrás que es lo que te conviene. Pero si no decides rápido, te sacare un ojo o te castrare o ya veré que hago para que te decidas a destrozarte un miembro o que te torture a muerte.
-Por favor…te lo ruego, déjame ya.
-¡Estas pendejo! –El Niño Bonito se le acerco y saco de sus bolsillo un picahielos- Mira hijo de tu pinche madre, quise portarme bien contigo, pero tú por pinche ojete te quisiste pasar de verga porque creíste que era igual de pendejo que tu- Empuño el picahielos y de un movimiento se lo encajo en el hombro herido y lo extrajo- Pero no ojete, te acabas de meter con un hijo de puta al que llaman los medios “El Niño Bonito”.
El hombre puso una cara de asombro que no tenía precio. Miro nuevamente al sujeto que tenía enfrente de él. No podía dar crédito a lo que había oído, o más bien, no quería hacerlo.
Aceptar que había caído en las garras de tan conocido mafioso del bajo mundo y de todo lo podrido de la ciudad, solo podía significar una cosa: le matarían, y de una forma brutal.
-Yo no sabía quién eras- De nuevo su voz adquirió el asqueroso tono servil para suplicar- Yo solo trataba de…
-Hazme el favor de callarte hijo de puta. Al menos ten los huevos para afrontar esta pendejada como el hombre que fingías ser.
-Por favor, solo déjame ir y…-
Todo sucedió muy rápido.
Los ojos del mafioso se salieron de sus orbitas al oírlo hablar, la cara se le deformo en un gesto de verdadera enfermedad mental; era el retrato del odio mismo.
Giro el picahielos en el aire mientras abría grandes la boca y le gritaba que callara. Al vuelo lo tomo del lado punzante, pero no le importo. Lo sujeto firme y de nuevo en un elegante estoque arremetió contra el tipo.
No tenía la intención de matarle, solo quería castigarle. Era notorio que estaba fuera de control por la rabia que le producía que el tipo fuera un cobarde.
El mango de madera del arma se incrusto en el ojo derecho del tipo. El gritaba y pateaba de dolor pero al capo no le importo. El ojo oponía resistencia, pero eso, le alegraba al maleante que sonreía de una forma enferma y grotesca.
Sin más, y con sonora carcajada el sujeto uso ambas manos hasta que el viscoso globo ocular salió de su cuenca arrancando unos chillidos desgarradores del sujeto mancillado. El mafioso lo miro con asco, con el mismo gesto que uno hace al ver que ha pisado mierda. Dijo algo inaudible y le metió en la boca el utensilio.
-Te lo advertí.- Dijo con el tono que usa un padre después de nalguear a su crio- Métanlo en la cajuela –Les dijo a los de negro- Y si se les antoja, le pueden meter unos golpes para que ustedes también participen chicos. Desearas jamás haber nacido mierda.- Añadió mirando al tuerto.
-Pero, ¿crees que aun sirve el auto mi sangre?
-Claro que aun sirve Rasta, ya verás que sí. Más vale, sino, tendremos que matar a alguien y robarle su auto.-Dijo encogiéndose de hombros y ensanchando una sonrisa- Y no tengo ganas de maltratar mas gentuza hoy.
Grandes carcajadas retumbaron en la escena del choque. Se reían como si les hubieran contado uno de los mejores chistees o estuvieran oyendo el monologo de un comediante de bar. Estaba clara una cosa, su sentido del humor estaba retorcido.
-Y tu hijo de puta- Añadió el mafioso mirando al copiloto- Cumpliré mi palabra y dejare un teléfono para que llames a una ambulancia y salves tu jodido culo.
-Gra-gracias…-Balbuceo el hombre.
-¡Oh! ¡Pero no todos somos tan benévolos como el Bonito Bald Head!-Dijo el Rastafari- No señor.
El rasta se acerco al martillo, lo tomo entre sus manos y sonrió maliciosamente.
El copiloto estaba tumbado en la acera pálido por la sangre que perdía y temblando del miedo, incluso tenía los pantalones orinados. Lo vio acercarse y su cara se transformo en una máscara de miedo.
Sin mediar palabra, el rastafari alzo el martillo sobre su cabeza y empezó a machacarle a golpes la pierna izquierda. El sujeto gritaba como poseso por el dolor, cosa que el de los dreads mitigaba mientras entonaba una canción de reggae muy conocida al ritmo de los golpes.
El niño bonito se acerco al tipo y le metió el ojo de su compañero en la boca. Le enseño un celular pequeño que saco de su camisa, camino un par de metros lejos de él y entonces, deposito ahí el celular.
-Es cosa fácil men, solo te acercas a él, lo tomas y marcas el numero de las emergencias, solo es cuestión de eso –Se mofo abriendo los brazos - ir por el teléfono y listo –Puntualizo- Muy fácil en verdad.
El hombre le miro con los ojos nublados, las lágrimas le escurrían por las mejillas y sorbía sus mocos sin pena, después de todo, que pena podía sentir ya, después de todo, era evidente que moriría de una forma dolorosa y lastimera.
Los guardaespaldas hicieron una seña al hampón y este asintió. El de rasta echo a un lado el martillo y se subió en el convertible. Bonito se sentó en al asiento del piloto, carraspeo un poco y prendió el auto.
Y para suerte de todos, si encendió el auto.
-Métele mi hermano, porque a este ritmo llegaremos tarde y sabes que eso es muy malo en estos días.
-No es por los días men, es por la gente con la que nos cruzamos últimamente.
-Es la misma basura mi sangre-Dijo el rasta- Ahora dale que no quiero sentirme observado cuando lleguemos.
-No te preocupes friend, esto se arregla rápido- Con un tirón acomodo las velocidades y echo en reversa el auto- Ah llegado la hora de hacer magia.
-Bueno, ya era tiempo- Rápidamente el copiloto se abrocho el cinturón- Ustedes deberían hacer lo mismo hijos de Jah si quieren mantenerse con vida.
-Tranquilo devoto- Se mofo- Solo voy a darle más velocidad a esto, después de ese golpe, creo que el carro ha mostrado que podemos confiar en él.
-En el carro confió-Sonrió-En quien no confió es en ti y tú manejo.
-Cállate y observa hijo del Babylon.
Con un movimiento de brazos contundente dio toda la vuela al volante, un giro del acarro y ya estaba sobre el camino de nuevo.
Esa ciudad llena de mierda y pestilente era divina. Pese al choque, nadie se entrometió y era normal, nadie quiere cargar con problemas extras aparte de los propios o de la familia. Ni que decir de cuando sonó el primer disparo, no había nadie ahí para oírlo y si lo había, rápidamente se habría esfumado.
Si, esta ciudad putrefacta era un nido de aves de rapiña perfecto.
Iba deslizándose sobre el asfalto de una manera soberbia, era envidiable su elegancia, aun con todo y el lastimero contraste de los daños del choque.
El Niño Bonito de verdad hacia honor a su palabra, manejaba con una técnica impecable.
Esquivaba, aceleraba y frenaba como si se tratara de la pista de algún videojuego de carreras que ya se supiera de memoria. Nada le hacía dudar sobre el siguiente movimiento que dar o sobre que curva tomar, todo estaba calculado.
De repente, el celular de su copiloto interrumpió el momento de éxtasis de caballos de fuerza con una tranquila tonada de reggae.
-¡Yoh! ¡Oh! ¿Cómo conseguiste mi número? ¡Ah! Bueno eso es… ¿Qué? Entonces ahora a…oh ya. Aja, aja…mmm. No, no tengo donde anotar pero calma, lo recordare, solo dame la dirección. Si el viene conmigo. Ok, ya está ahora mismo le di…mierda-Frunció el seño- De menos un adiós.
-¿Qué? ¿Otra puta?- Rio el as del volante.
-Pues no Bro, era algo de negocios. Nos han cambiado el lugar de reunión.
-Para variar- Dijo irritado- Bueno, es el pretexto ideal para que justifiquemos porque llegamos tan tarde. Tu guíame verdirrojo.
Y así, se perdieron entre las nubes grises y la suciedad de la ciudad.




Dos: Niño Bonito (Antisocial)

1 comentario:

Me interesa tú opinión.