Lirica libre, el lugar de las letras de un escritor novel que día a día, trata de ser mejor...

Esta es la historia de un hombre que continua luchando contra su destino... Y confia en que vencera.

martes, 25 de septiembre de 2012

A la búsqueda del mejor regalo.

A la búsqueda del mejor regalo (Confesión).

Como dije, tenía más cosas que aportar al blog. Esta vez para variar y desprestigiar más este espacio de letras, se tratara de algo personal. Y por personal me refiero a una situación de mi vida no ligada directamente a las letras, algo que se podría llamar “parte de mi vida privada”. Porque para ser honesto, siempre he pensado que las letras son algo muy personal del que escribe, básicamente es mostrar parte de tu mente, de tus ideas, al mundo.

En fin. En entradas anteriores (claro, esto es parte del show llamado vida) hablaba sobre un extraño suceso que me sucedió (¡Dah!) hace poco.

Antecedentes.

Cada vez que cumplo años desde hace un tiempo, recibo un regalo de esta amiguita. No es nada de esas cosas caras, lujosas o que por su precio se mide la cantidad del aprecio, no. Es algo material, pero lo que cuenta realmente es su esencia, el esmero y lo que representa.

Yo estudie psicología, una carrera orientada de cierto modo a basarse en tus ganas de servir a los demás. Por tanto se puede intuir que quiero ayudar a la gente, que busco dar algo. Eso es genial y bla bla bla. No estudie literatura ni letras formalmente en mi vida, salvo clases obligatorias de español y literatura, donde vi lo básico.

Señalo eso porque yo realmente no tengo la “habilidad” de hacer un presente con mis propias manos, al menos no de entrada.

El asunto aquí radica en que mi amiga lo que hace, es un dibujo sencillo deseándome feliz cumpleaños con alguna buena frase. Un dibujo de su servidor y bueno, nada “más”. Como dije, lo que cuenta es que no se mide su valor por el precio que tendría bajo la moneda de cambio de moda. Lo que cuenta es el esmero, el detalle y que es genuino.

Las letras me han hecho muy feliz realmente. El escribir y el leer son cosas de mi vida que la llenan mucho, como pocas veces me había hecho a la idea. Simplemente, me han hecho y me hacen ser una persona más feliz. Las literatura y la escritura son para mí de lo mejor que tenemos en el mundo, por todos sus usos y por como nutren y embellecen nuestras vidas.

El dilema comienza cuando, en teoría uno de los pocos dones que tengo (escribir) no me sirve (siento que, más bien) para retribuir una muestra de afecto como es el regalo de un dibujo inspirado en su servidor.

Me gustaría tener la labia y habilidad de un poeta para poder escribir los versos más hermosos el 18 de agosto para que al día siguiente aparezcan ante los ojos de su destinataria. En un mundo ideal, yo sería un poeta que podría embelesar con 4 oraciones entrelazadas a cualquiera.

Desde luego, este jamás será un mundo ideal, al menos, no en el que yo sea un poeta de la talla del maestro Benedetti, pero con la sutileza y versatilidad del gran Sabines y la portentosa labia del señor Paz. Pero bueno, soñar no cuesta nada.

Solo para no desviarme del tema, es así que pensé que tal vez, debí haber aceptado mis orígenes de las letras y tal vez habría llegado “más” lejos en este mundillo. Como dato curioso, yo empecé a escribir de una manera no tan formal (no digo que ahora lo sea, pero en ese tiempo lo era menos) en la secundaria, por ahí de mis trece años cuando le hacía “poemas en verso” a uno que otro amigo para que se los dieran a sus noviecitas. No es nada de película, lo hice a lo mucho en cinco ocasiones y después yo le hacía poesías a mis novias. Eran pésimas, no respetaban regla alguna de la poesía, mis versos eran peores que tortillas duras y con hongos (y no me refiero a huitlacoche), su merito consistía en ser producto del corazón. A la larga, creo que solo por eso los recibieron siempre con buenos ojos.

Y como siempre me desvié del tema, ya que esta entrada se relacionaba a una crisis moral de amistad y no a como he llegado hasta donde estoy (aunque hayan sido cinco pasos los que he andado). Como sea, lamento que muchas veces, querido lector, te tragues este tipo de datos extras intrascendentes.

Como sea, las letras llenan muchos aspectos de mi vida, pero a veces, muchas veces, maldigo que mi empeño no de cómo para dedicarle un bonito y bien logrado verso a mi amiga. No solo a ella, en general a la gente que se lo merece, que vale el esfuerzo de que haga algo más que simple y vulgar prosa.

Carajo, tal vez debí leer más a Benedetti y menos a Verne. Y la poesía le da una belleza tal al lenguaje y transforma de tal manera las letras más humildes… carajo, de verdad que me da hasta como corajito.

Como sea, mi meta no será escribir los poemas más tristes de la noche, o decir que el cielo tiene color de cielo… tratare de hacer algo serio con las letras, no para escribir mejor, sino para dignificar como es debido (a las letras, a este arte, a mis ideas y demases) a lo que hago y para quien lo hago.

Finalmente, no se trata de lavar culpas ni de quejarse. Si me siento mal por parecer ingrato y la verdad es que se que suena a queja, pero lo veo más como una confesión. De cualquier manera, estas coas tan emocionales y depresivas, tratare de evitarlas, por salud del lector (en especial de ti, mi buen lector ocasional, no quiero asustar a los que por error llegan aquí) y quizá, por la mía.

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